La caída de la Primera Ministra conservadora Liz Truss constituye un dato político de enorme relevancia que debe ser observado con atención en nuestro país: una sucesora y admiradora de Margaret Thatcher duró unas pocas semanas en su cargo. Su principal medida consistió en un intento de rebajar —aún más— los impuestos a los ricos, con la archifracasada teoría de que eso promovería una expansión de la economía británica. Se eliminaba, por ejemplo, la categoría de ingresos —altísimos— que tienen que tributar en el Reino Unido una tasa del 45 % en impuestos anuales.