Janaina Strozake, del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin tierra de Brasil.

La pandemia está dibujando un nuevo escenario de auge del poder corporativo, pero también de las resistencias que se tejen para blindarlo. La crisis aumentada por la COVID-19 ha puesto en evidencia que es más necesario que nunca construir nuevas realidades sociales y económicas desde lo local y, para ello, la defensa de la soberanía alimentaria se torna imprescindible.

Este próximo mes de mayo la revista El viejo topo llega a su número 400. Al tratarse de una publicación de izquierdas, cuyo nacimiento data de 1976 y se edita en papel desde su primer número, bien merece consignación cuando tantas y magníficas cabeceras se vinieron abajo desde entonces. La de esta revista debe su nombre a Carlos Marx, cuando en un discurso pronunciado con ocasión del aniversario de People’s Paper (abril de 1856) dice: “En todas las manifestaciones que provocan el desconcierto de la burguesía, de la aristocracia y de los pobres profetas de la regresión reconocemos a nuestro buen amigo Robin Goodfellow [personaje de la obra de Shakespeare El sueño de una noche de verano], al viejo topo que sabe cavar la tierra con tanta rapidez, a ese digno zapador que se llama Revolución”.

Reseña de Balas de Washington. Historias de la CIA, intervención y golpes de Estado, de Vijay Prashad.

Para Rafael Poch de Feliu, que recomendó el libro en uno de sus artículos imprescindibles.

Entrevista a Joan-Ramon Laporte, catedrático emérito de Farmacología de la UAB

La agricultura ha perturbado el planeta más que cualquier cosa que hayamos hecho nunca, incluso quemar combustibles fósiles. Un futuro sostenible depende de que reconozcamos este hecho, y de que cambiemos radicalmente la manera en la que cultivamos y nos alimentamos.

50 años de la Asamblea de Periodistas de Izquierda en Chile

Jordano Ignacio Morales |