
En este artículo el autor sostiene que el entramado criminal puesto al descubierto por la Operación Carbono Oculto deja en evidencia la profundidad con la que el crimen organizado ha penetrado el funcionamiento de la economía brasileña, para lo que contaba con el apoyo político solidario del bolsonarismo y las Big Techs norteamericanas.
Concluye el autor que la única forma de evitar esas situaciones, entre otras cosas, pasa por asumir un control estratégico de la comunicación digital que garantice la soberanía digital nacional.