Era el año 2001, iniciaba la cumbre del G8 en Génova, Italia, cada vez el ambiente se hacía más pesado en la capital Liguria con la llegada de cerca unos 300 mil manifestantes anticumbre de todo el mundo. Un movimiento que involucraba distintas realidades desde delegaciones sindicales, organizaciones humanitarias, movimientos pacifistas y ecologistas, Boy Scouts, anarquistas hasta asociaciones católicas y de diferentes religiones. La ciudad fue dividida en diferentes zonas de seguridad, crecía el temor incluso entre los propios residentes, se preveían ataques terroristas propiciados por guerrillas urbanas; inclusive en el aeropuerto Cristóbal Colón se instalaron baterías antimisiles. Dentro de los movimientos que arribaron a Génova estaban los Black Block, un grupo anarquista alemán.