Laura L. Ruiz | 

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Este domingo (27 de septiembre), la campaña electoral comienza oficialmente. La disputa en las ciudades tendrá lugar en un contexto de continuidad de la pandemia (que ya ha matado a más de 140.000 brasileños), de intensa crisis social (25 millones de trabajadores están desempleados) y de relativo fortalecimiento del gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro, que ha ganado popularidad con los efectos de la ayuda de emergencia.

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Las quemas iniciadas en cinco propiedades de Mato Grosso son responsables de la destrucción de un área equivalente a la ciudad de Río de Janeiro. Dos de estas haciendas son de productores que venden ganado a empresas de la familia Maggi (Amaggi y Bom Futuro), proveedores de gigantes como JBS, Marfrig y Minerva.

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El gobierno argentino se encontró -en estas semanas- con una acumulación de problemas que lo tuvieron y tienen a mal traer. El Covid 19 que no afloja, la economía que no levanta cabeza y los crecientes reclamos de todo tipo y de diversos sectores constituyen un oscuro panorama con perspectivas poco alentadoras.

La política de bloqueo, sanciones, embargos, acompañado de acciones de desestabilización, por parte de los gobiernos de Estados Unidos contra Cuba, se remontan al inicio mismo del triunfo de la revolución cubana el 1 de enero del año 1959. Hoy, más que nunca es necesario hacer presente que la política de máxima presión que ejerce Washington, sobre la mayor de las Antillas, no ha disminuido un ápice y seguramente se incrementará previo a las elecciones del 3 de noviembre próximo.

Una mujer sin ingresos, con un desahucio habitacional inminente, y sin futuro, nos ha visitado esta mañana. Una de las muchas personas que contactan con Campamento Dignidad.