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¿Dónde está la izquierda guatemalteca?

Fuentes: Rebelión

La izquierda latinoamericana vive uno de sus momentos históricos más fecundos y promisorios en la región. Como nunca antes, 10 países de Abya Yala son gobernados por fuerzas políticas de tendencia de izquierda con resultados socioeconómicos y políticos positivos sin precedentes. De estos 10 gobiernos, 5 son encabezados por ex guerrilleros (en su mayoría derrotados […]

La izquierda latinoamericana vive uno de sus momentos históricos más fecundos y promisorios en la región. Como nunca antes, 10 países de Abya Yala son gobernados por fuerzas políticas de tendencia de izquierda con resultados socioeconómicos y políticos positivos sin precedentes. De estos 10 gobiernos, 5 son encabezados por ex guerrilleros (en su mayoría derrotados militarmente) de las últimas décadas del pasado siglo.

Uruguay, gobernado por José Mujica (un lujo de Presidente), ex guerrillero tupamaru, encarcelado por 14 años por subversivo. Brasil, gobernado por Dilma Rousseff, ex guerrillera de Colina, guardó prisión 3 años. Nicaragua, por segundo período consecutivo gobierna Daniel Ortega, ex comandante del Frente Sandinista para Liberación. Cuba, país culto, con mayor nivel de igual social en la región, gobernado por Raúl Castro, ex integrante del Movimiento 26 de Julio y Ejército Rebelde. El Salvador, país geográficamente más pequeño del continente, pero uno de los más grandes en el empobrecimiento, desde hace 4 años atrás es gobernado por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, ahora, encabezado por el ex comandante guerrillero Salvador Sánchez.

Incluso en Honduras, país sin presencia de izquierda en su historia, ahora, el partido Libre se constituye en la segunda fuerza política del país. Hasta en la noble Costa Rica la izquierda tiene 9 diputados.

¿Y en Guatemala?

La izquierda en Guatemala tuvo su primavera política entre 1944 y 1954, bajo los gobiernos de Arévalo y Árbenz. Éste último, defenestrado por un golpe militar promovido por el gobierno de los EEUU. El mismo que obligó a oficiales del Ejército y civiles a organizarse, en la década de los 60, en 4 grupos guerrilleros para defender los objetivos truncados de la Revolución.

En 1982, con la finalidad de unificar esfuerzos, crean la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). En 1996, la URNG firmó los Acuerdos de Paz con el Estado-Ejército (luego de dantescos masacres por parte del Estado), y en 1998 fue reconocida legalmente como una organización política.

En las elecciones de 1998, la izquierda guatemalteca (en coalición como Encuentro por Guatemala) obtuvo 12 escaños en el Congreso Nacional. Número que nunca más alcanzaría en las posteriores elecciones.

Al igual que otras organizaciones políticas, la izquierda guatemalteca vivió procesos de fraccionamiento interno. Emergieron organizaciones políticas como Alternativa Nueva Nación (ANN), Movimiento Nueva República (MNR), WINAQ, con reducido apoyo popular.

En las últimas elecciones (2011), la coalición de izquierda, bajo la candidatura de Rigoberta Menchú obtuvo un poco más del 3% de votos y consiguió 3 diputados en el Congreso.

¿Cómo se explica este decrecimiento?

La dirigencia nacional de la URNG desconfía de los movimientos sociales de izquierda. «No podemos ampliar la base social del partido porque desvirtuaríamos la doctrina», es la respuesta de algunos dirigentes nacionales ante la pregunta de por qué no convertimos a la URNG en un instrumento político de los movimientos sociales.

Por su parte, movimientos sociales masivos como el Comité de Desarrollo Campesino (CODECA) realizan un trabajo sistemático organizativo y formativo permanente para masificar/fortalecer a la URNG como el instrumento político para la liberación de Guatemala, pero varios dirigentes «permanentes» de la URNG, al ver que CODECA trabaja por la democratización internas de la URNG, optan por desprestigiar a este movimiento. Se percibe que la dirigencia de la URNG se ha burocratizado y no ha logrado desoccidentalizarse, mucho menos decolonizarse. Su ausencia en el interior del país es notoria.

La dirigencia actual no siempre obedece las decisiones de las asambleas. En el III Congreso Nacional de la URNG (2012), las delegaciones del interior del país fueron contundentes al exigir la democratización interna del partido. Exigieron el fortalecimiento de la URNG. Pidieron que la dirigencia no tomara decisiones inconsultas especialmente en asuntos electorales con otros partidos políticos. Pidieron formación y mayor organización. Pidieron que se hiciera alianzas con organizaciones y movimientos sociales. Pero, en la actualidad, la dirigencia nacional emprende una coalición con organizaciones políticas y sospecha de los movimientos sociales.

Estas actitudes indican que muchos de la izquierda «profesional» o «de trayectoria» se encuentran aún atrapados en la ortodoxia occidental y asumen la democracia representativa como la única válida, mas no así la participativa o comunitaria. Aún creen en la toma del poder de arriba hacia abajo. No creen en la construcción del poder local de abajo hacia arriba. Asumen que la revolución lo hacen reducidos cuadros de ilustrados. No creen en el sujeto político multitud, asambleario. Y, lo más triste, al indígena sólo lo oyen, pero jamás lo escuchan (por más que sus propuestas sean viables y medibles), porque para la ortodoxia occidental, indígenas y campesinos no son sujetos políticos plenos.

¿Qué panorama de izquierda tenemos en Guatemala?

En esta Latinoamérica, cuyos gobiernos de tendencia de izquierda generan inocultables cambios para la superación de la desigualdad y la dependencia, y en una Guatemala, donde la acumulación del sistema neoliberal genera desesperación y fastidio en las grandes mayorías, la izquierda guatemalteca tiene una histórica oportunidad para hacer lo que no pudo por la vía de las armas.

La URNG debe de dejar de ser el clásico partido reducido de izquierda y convertirse en un instrumento político horizontal para todos los sectores organizados o no de Guatemala que sueñan con transformaciones estructurales. Debe incorporar en su discurso y prácticas las agendas y conocimientos ancestrales de los pueblos. En Guatemala, los pueblos indígenas, al igual que el resto de excluidos, viven sin Estado y sin derechos. La URNG debe plantear y emprender la urgente tarea de la refundación de Guatemala.

Una ventaja que tiene la izquierda guatemalteca es que no está tan fragmentada como en otros países. WINAQ, ANN y la misma URNG deben entender que la unidad es el camino para avanzar, y la organización y la permanente concientización en las comunidades, tareas urgentes permanentes.

La URNG, por su condición histórica y matriz organizativa de la izquierda guatemalteca, está en la inevitable tarea de convertirse en el instrumento político de las grandes mayorías excluidas del país. Urge que la dirigencia y militantes de la URNG se sumen a los núcleos organizados y articulados en CODECA, para desde allí consolidar la conciencia popular creciente.

En la medida en que los vientos de cambio del sur soplan en las fronteras de Guatemala, los sectores excluidos conscientes se estimulan para emprender cambios. Pero, ya no están dispuestos para hacer de escalera política, ni para la derecha, ni para izquierda.

La desoccidentalización y la decolonización son tareas urgentes para la disminuida guardia de la izquierda guatemalteca. De lo contrario, los movimientos sociales emergentes harán su camino con su propio instrumento político, y la URNG terminará en el epitafio de la izquierda clásica, como muchos otros en la historia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.