Recomiendo:
0

El camino uruguayo hacia el… ¿desarrollo?

Fuentes: Semanario Alternativas

Crece el PBI Y crecen los asentamientos irregulares Crecen las diferencias en la riqueza acumulada de los habitantes Y crecen las diferencias en los ingresos Crecen las inversiones extranjeras directas. Y crecen los depósitos en los bancos. Crece, todo crece…Crece la participación de finanzas y rentas en la economía, y los servicios de transporte y […]

Crece el PBI

Y crecen los asentamientos irregulares

Crecen las diferencias en la riqueza acumulada de los habitantes

Y crecen las diferencias en los ingresos

Crecen las inversiones extranjeras directas.

Y crecen los depósitos en los bancos.

Crece, todo crece…Crece la participación de finanzas y rentas en la economía, y los servicios de transporte y comunicaciones.

Y la población asalariada

No hay caso, no hay país como el Uruguay para crecer.

Pero para que tanta cosa crezca algo tiene que caer:

La participación de la masa salarial en el PBI.

La de la industria y la producción agropecuaria

La población con empleos bien remunerados y con seguridad social…

La evolución de la economía uruguaya desde 1990, demuestra como la inversión extranjera en millones de dólares aumenta mientras que el peso de los distintos sectores en el PBI comparando el 1990 con el 2010, es variable pero con bajas en % en Agricultura, ganadería e industrias manufactureras.

Desde Inglaterra (primera potencia capitalista), Francia, Alemania, los países nórdicos, Italia, sin olvidar, tal vez debería ir en primer lugar la superpotencia capitalista, los EEUU, hasta los actuales «tigres» asiáticos, empezando por Japón, siguiendo Taiwán y Corea del Sur, y culminando en la «estrella del momento», la China continental, la historia del desarrollo económico es la historia de la industrialización.

Otra característica común de todos: la reforma agraria. Por una vía o por la otra, el latifundismo rentista fue liquidado en todas las historias de éxito económico que registra la humanidad. En algunos casos, antes aún de llegar a existir.

Cosa curiosa, como informa un libro que leímos recientemente y recomendamos fuertemente «Porque crecieron los países que crecieron» del economista argentino Julio Sevares, las reformas agrarias de la segunda postguerra mundial en Japón, Corea del Sur y Taiwán fueron impulsadas por, nada más ni nada menos, los Estados Unidos de América. ¿Asombroso? Sin duda…pero ¿porqué?

Simple: ante la «amenaza soviética» y posteriormente la «comunista China» había que fortalecer a los «amigos» de Asia.

Y para fortalecer esos países, según la inteligencia geopolítica yanqui de la época, nada mejor que realizar en ellos reformas agrarias.

La superficie cultivable máxima en manos de un agricultor en Japón quedó en 3 hectáreas. Claro, ya la dinastía Meiji en el siglo XIX (1868-1912) había realizado una reforma agraria con vistas a desarrollar el país.

Hoy, más allá de diversos avatares naturales y económicos todos se inclinan ante el ejemplo de éxito que representan esos países, junto, por supuesto a China continental, donde la reforma agraria la realizaron los comunistas a partir de la revolución de 1949.

Mientras tanto, por estos lados, realizamos la contrarreforma agraria. La propiedad de la tierra, fruto de una desgravación fiscal sin antecedentes se concentra y extranjeriza.

Y la participación de la industria manufacturera en el PBI cae, como muestra una gráfica que publicó el País del 24/11, cayó del 27 al 15% en 20 años. La caída sería mayor aún sin un par de enclaves extraterritoriales que figuran, sin embargo como industrias nacionales: Botnia y Pepsi. El camino exactamente inverso al que recorrieron los países «modelo». Que, por supuesto, entraron en crisis (la crisis asiática de 1997) cuando, a caballo de las nuevas presiones imperiales (ya no existía el «imperio soviético») introdujeron cambios en el sentido de financierizar su economía. Desregular, privatizar, liberar el flujo de capitales…crisis económica y retroceso social.

Y acá hacemos exactamente eso: desregulamos, privatizamos (con algunos límites impuestos por la soberanía popular los últimos 20 años, límites que paulatinamente van desapareciendo), mantenemos absolutamente libre el flujo de capitales (entrada y salida), permitimos que la inexorable «mano invisible» concentre todo, propiedad, riqueza, ingresos, eso sí, con algunos paliativos pautados por la versión «corregida» del consenso de Washington que recomienda un mínimo de protección a los desplazados, a los marginados. Protección y represión…no vaya a ser cosa que se les haga el campo orégano. O sea, razias. Allanamientos masivos…mostrar el palo, por las dudas.

Y por ahora, «todo va muy bien señora marquesa»

El capital afluye abundante y empapa a una parte del país. El 20% la pasa «más que bien», el 60% tira más o menos y el 20% restante, gracias a subsidios estatales de algún tipo, sobrevive.

Los flujos de capital desregulados son como la marea: cada tanto sube, y después, baja. Cuando sube «la marea alta eleva todos los botes». Cuando baja «se ve cuales nadadores estaban desnudos». Uruguay profundiza su experimento.

Realiza el camino exactamente inverso al que siguieron los países que se desarrollaron. Además de los aspectos mencionados, se deseduca y desinvierte en conocimiento. Revierte lo que hicieron durante algunas décadas gobiernos del siglo pasado.

Y, tanto gobernantes como economistas fieles al sistema nos aseguran que en pocos años seremos desarrollados.

El pronóstico tiene una ventaja: es refutable. Veremos.

William Yohai es miembro de la Red de Economistas de Izquierda del Uruguay (Rediu)

[Publicado en Semanario Alternativas. Enviado por COMCOSUR Nº 1277 – 03/05/2011].