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Perú

El Paquidermo de la Rifa

Fuentes: Rebelión

«El Paquidermo de la Rifa», llamaban al diario El Comercio -hoy conocido también como el Komercio, con la «K» de Keiko entre los huesos- los apristas de antaño. Fundían en uno, dos elementos: la calle en la que funcionaba la impresora -«La Rifa»- y a la dura piel del animal curtido, visto como descomunal vocero […]

«El Paquidermo de la Rifa», llamaban al diario El Comercio -hoy conocido también como el Komercio, con la «K» de Keiko entre los huesos- los apristas de antaño. Fundían en uno, dos elementos: la calle en la que funcionaba la impresora -«La Rifa»- y a la dura piel del animal curtido, visto como descomunal vocero de la oligarquía tradicional que se resistía a admitir la historia.

Para la familia Miro Quesada, propietaria del medio, El APRA -«el apro-comunismo», solía decir- era sinónimo de revolución, cambio violento o convulsión social; es decir, todo lo contrario a la paz de cementerios, al que estaban acostumbrados, y que disfrutaban desde que surgieran, como órgano de expresión- a mediados del siglo XIX.

En ese entonces ellos, y quienes administraban el país, afirmaban una gestión que heredaba de la colonia todo el legado, desde las modosas costumbres aristocráticas, hasta el siniestro poder de los antiguos señores de horca y cuchillo que pululaban en los contrafuertes andinos, y en los valles de la costa.

En los años treinta, cuando se afirmó la rivalidad entre los dueños de esa prensa y los seguidores de Haya de la Torre, los Miro Quesada profesaban distintas orientaciones políticas, pero todos adoraban al mismo dios: el Vellocino de Oro, al que rendían pleitesía.

Por eso vivieron cómodamente instalados a la sombra de la dictadura de Leguía, pero no tuvieron empacho en respaldar al régimen que la derrocó -Sánchez Cerro- y del que unos fueran ministros y otros embajadores. Se dieron cuenta, pronto, que seguía el mismo derrotero. Y es que, en verdad, se sentían hermanados por el odio contra la Clase Obrera, adversaria natural de toda la estructura de dominación entonces vigente.

En esa época ocurrieron hechos aciagos, como la toma del Cuartel O’ Donovan, en Trujillo; que generó la muerte de distinguidos oficiales y soldados; y la Masacre de Chan Chan, que fue la represalia salvaje de los uniformados. También, claro, el fusilamiento de los 8 marineros en El Callao. De ellos -recordemos- Magda Portal nos dijo: «Han muerto ya / No tuvieron no tiempo de saborear la vida / luchando de la noche a la mañana / por el triste pan de cada día…». Eran jóvenes, es verdad, que pagaron con sus vidas el anhelo de un país mejor.

Carlos Miro Quesada Laos -uno de los fuertes de la familia- fue un fascista neto, comprometido seriamente con la defensa del régimen hitleriano en cuyo beneficio hizo memoria. Pero los Miro Quesada de la Guerra, fueron algo más cautos. Profesando ideas similares, optaron por callar cuando percibieron que en el mundo, la tortilla comenzaba a dar vuelta.

De todos modos, el odio se hizo violento y llegó al límite cuando, por encargo del comando del partido de la estrella, Carlos Steer Lafont consumó en 1935 el asesinato de Antonio Miro Quesada y su esposa, en la escalinata del antiguo Teatro Colón. No fue ése el único crimen. Algunos años después pago con su vida el director de «la Prensa», Francisco Graña Garland -primo de Alejandro Miro Quesada Garland- quien murió abaleado por sicarios apristas en enero de 1947. Por el crimen, Alfredo Tello -integrante de la Cámara de Diputados de entonces- y Hector Pretell, fueron condenados, aunque proclamaron inocencia.

A comienzo de los años 60 el diario de «La Rifa» registró un vuelco sorprendente y novedoso: Abrió sus páginas a las luchas de los estudiantes contra el régimen de La Convivencia, esa extraña alianza entre banqueros y apristas que saquearon la hacienda pública. El Comercio, viró hacia posiciones patrióticas poniendo en apuros a los ayayeros de la International Petróleum Cómpany, la poderosa dueña del carburante peruano, y alentando mas bien a las fuerzas de la democracia y el progreso.

El paso de ese entonces, llevó a don Luis Miro Quesada de la Guerra -el Director de la época- a tomar posición en defensa de la nacionalización del petróleo y la gestión del general Juan Velasco. Fue esa, sin duda, la mejor época del diario, una etapa que algunos quisieran olvidar para eterna memoria, y enterrar a fin que nadie la recuerde. Quizá la razón para que «Don Luis MQ» -como se le llamaba- quedara mansamente relegado en su apacible sepulcro.

Hasta hace muy poco, el diario vivía otra etapa. Se daba la mano con la mafia fujimorista, a la que cobijó con beneplácito Marta Meier Miro Quesada -candidata no electa al congreso de la República por el Partido del chinito de la yuca-; y con Alan García, que se ha dado el lujo de colocar en un mismo sarcófago político los restos de don Luis, y los de Haya; para olvidarlos en partida simultanea.

Así, el El Komercio se explayó abiertamente como el vocero más calificado de la antipatria abogando por el sometimiento incondicional a Washington, tanto en materia de política interna como internacional. Por eso batió palmas por la agresividad del Imperio en Afganistán, Irak, o Libia; ataca al pueblo Palestino, denigra a Irán y a Siria, y tomó partido por la camarilla nazi que asumiera el control de Kiev después del Golpe de Estado consumado recientemente.

Por eso también, claro, su entusiasmo por el derrocamiento de Zelaya en Honduras y la caída de Fernando Lugo en Paraguay. La ira irrefrenable que le produjo Nicolás Maduro y el proceso bolivariano de Venezuela; el rechazo a Correa, a Ortega y a Evo Morales. La indignación que le brotó de la piel cuando aludía a gobiernos independientes de Uruguay, Brasil o Argentina. Quería verlos doblegados a todos, a los pies del Imperio.

Por eso, aunque, por ahora, detesta a Varga Llosa, no trepida en cerrar filas con la trouppe de alambicados y ridículos personajes que arribarán a Lima los próximos días para hacer una «fiesta» anti venezolana en nuestra capital bajo el pretexto de «defender la democracia».

Pero, obviamente, es en el plano interno donde las trapacerías del diario de La Rifa se hacen más ostentosas: Para librar su acción, sus directivos acumularon poderes adicionales: compraron la Cadena EPENSA, y hoy controlan el 78% de los medios de expresión que funcionan en el Perú tanto a nivel de escrito, como hablado o televisado.

Empeñados en impedir la aplicación de cualquier programa patriótico, cerraron filas contra el gobierno de Humala, a quien desprecian con el odio aristocrático de sus ancestros. Y soñaron con asegurar el retorno de la Mafia a la conducción del estado, bien sea a través de Keiko o de Alan, le da igual.

Por eso El Komercio se sumó con febril entusiasmo a la campaña contra Sergio Tejada, el valiente parlamentario que puso en jaque los desopilantes desaguisados de García; y se empeñó en «ayudar» al ex mandatario pretendiendo bloquear cualquier iniciativa de investigación. Llegó al extremo de hacer publicitar a sus ujieres políticos, los congresistas Velásquez y Mulder.

Eso explica todo. Incluso la acción de «la bufalería» en el Hotel Riviera hace un par de semanas. Pero también el uso canallesco de asuntos de orden privado que competen incluso a menores de edad, en el afán de enlodar al parlamentario nacionalista.

Y, además, adquirió en sus páginas un alto nivel la campaña contra Nadine Heredia, a la que buscan convertir en polvo, en previsión de lo que pudiera ocurrir más adelante. Todo, claro, en el marco de la estrategia de la Mafia. Como dice «Caretas», la quieren poner en el Freezer, cuando no en la parrilla donde fuera colocada antes Susana Higushi.

Hay novedades, sin embargo, en la materia. Hace apenas unos días, el miércoles pasado, la Junta General de Accionistas de ese diario resolvió separar de sus funciones a Martha Meie y a José Graña Miro Quesada; y ejecutó el retorno al primer nivel de la publicación de Bernardo Roca Rey, un hombre ligado a la cultura y ciertamente de mejor trayectoria personal.

¿Se producirán cambios, entonces? ¿El Komercio, volverá a ser El Comercio? ¡Cosas veredes, Sancho!, dijo el Quijote. Y nosotros las esperamos con honda, y cívica, preocupación.

Gustavo Espinoza M. Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.