El pasado jueves 23 de agosto de 2018, sobre un centenar de mujeres, madres, hijas, abuelas, vecinas, indignadas e indignados, tomaron la Plaza de Armas del Viejo San Juan, Puerto Rico. La convocatoria realizada por la Coordinadora Paz para la Mujer (CPM) corrió de voz en voz, de correo en correo, de inbox a inbox […]
El pasado jueves 23 de agosto de 2018, sobre un centenar de mujeres, madres, hijas, abuelas, vecinas, indignadas e indignados, tomaron la Plaza de Armas del Viejo San Juan, Puerto Rico. La convocatoria realizada por la Coordinadora Paz para la Mujer (CPM) corrió de voz en voz, de correo en correo, de inbox a inbox ante el silencio cómplice de los medios tradicionales, de la prensa corporativa. Desde las 6 PM fueron llegando, unas a otras se fueron saludando, presentando. Celebraban estar allí, vivas, vivas nos queremos. También, estaban allí puestas para marchar y denunciar el incremento en lo que va de año de los feminicidios en Puerto Rico.
La marcha de denuncia partió a alrededor de las 7 de la noche rumbo a la entrada de La Fortaleza, cuya calle de entrada estaba libre hasta sus propios portones. Sin embargo, un policía varón tomó la medida de intervenir para evitar que las marchantes pudieran llevar su denuncia hasta la casa militar del responsable del Estado patriarcal llamado a evitar el incremento actual de los feminicidios en Puerto Rico. Triste el rol de un miembro de un cuerpo policial demandado por violación de derechos civiles por los Estados Unidos, y que sabemos no está ni ha estado puesto para evitar tal incremento ni la tendencia de los pasados diez años en un país de cuatro pisos que se vacía de gente mientras la vida de muchas mujeres se desangra.
De los datos provistos por las denunciantes durante la actividad, resulta que en los pasados diez años han sido asesinadas unas 153 mujeres por sus parejas o ex- parejas hombres en Puerto Rico. Si distribuimos el número de feminicidios de los pasados diez años, en cada año unas 15 mujeres fueron asesinadas en Puerto Rico por su condición de mujer. Durante los pasados diez años, Puerto Rico ha visto reducida su población. Ello nos indica que, si bien en el 2016 fueron asesinadas por su condición de género 12 mujeres y en el 2017 otras 11 mujeres, como establecieron las denunciantes, dado el hecho de la reducción poblacional del país, de lo que se trata es de una tendencia o a sostener o a incrementar el número de feminicidios en Puerto Rico.
De hecho, en lo que va de año, al 23 de agosto de 2018, las denunciantes manifestaron que ya van un total de 14 feminicidios en Puerto Rico. De sostenerse tal tendencia, en un país que ha visto en el 2017 una reducción poblacional mayor a la tendencia anual de los pasados diez años por razones del impacto de dos eventos atmosféricos catastróficos continuos, al final de año serán sobre 20 los feminicidios en Puerto Rico. De ser así, en el 2018 habrá no menos de 9 feminicidios más que los acaecidos en el 2017, 8 más que los feminicidios acaecidos en el 2016, 5 más que la media anual de feminicidios acaecidos en los pasados 10 años. No debe ser así, si vivas nos queremos, ni una muerta más, ni una vida menos.
La Comisión Económica para América Latina, la CEPAL, en su Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, publica que, en España, al 2016 acaecieron 44 feminicidios, mientras que, en Puerto Rico, al 2014 acaecieron 44 feminicidios. España tiene 14 veces la población de Puerto Rico. La tasa de feminicidios en Puerto Rico es, según la CEPAL, de 2.3 (por cada cien mil mujeres), mientras que la de España es de 0.2 (por cada cien mil mujeres). Los datos previos nos dejan ver la magnitud del problema de los feminicidios denunciados el pasado 23 de agosto en San Juan, Puerto Rico. La respuesta del Estado patriarcal no puede ser ni seguir siendo la misma, bloquear la denuncia, tratar por la fuerza de tornar invisible el problema enviando a un policía varón a detener el libre paso de una marcha pacífica de feministas que salieron a ejercer su derecho de solicitar reparo contra sus agravios al Estado patriarcal y a exigir su derecho a la vida, la suya, y la de su género. Vivas nos queremos, ni una muerta más, ni una vida menos.
Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.
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