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Uruguay

Introspección

Fuentes: Rebelión

Es evidente que fue el peor escenario posible para la izquierda radical. Un escenario que podía darse : un Frente Amplio con expectativas de ganar en primera vuelta y más aun, sin ganar en primera vuelta de todas maneras podía llegar a la mayoría en ambas cámaras. Ante esa posibilidad muchos compañeros, críticos de la […]

Es evidente que fue el peor escenario posible para la izquierda radical.

Un escenario que podía darse : un Frente Amplio con expectativas de ganar en primera vuelta y más aun, sin ganar en primera vuelta de todas maneras podía llegar a la mayoría en ambas cámaras. Ante esa posibilidad muchos compañeros, críticos de la gestión frentista, no vieron en la Asamblea Popular el espacio a fortalecer sino que priorizaron votar al Frente Amplio para cerrarle el paso a Lacalle.

A su vez, este espacio se nutrió de dos variantes importantes : el aparato del movimiento 26 de marzo ( con radio y diario propios ) y el prestigio de Helios Sarthou, ( sin haber logrado todavía desarrollar un espacio político nuevo ) quien fue diputado y senador en los comienzos del MPP y luego se retiró del mismo, disgustado por la distorsión del eje ideológico fundacional.

Ciertamente la inclusión de Sarthou encabezando las listas al Senado reforzó ese espacio buscando arrimar el caudal de votos necesarios para lograr ubicar una voz en el Parlamento.

El 26, sin duda alguna, era quien iba a cosechar la mayor cantidad de sufragios dentro del lema y el posible diputado a que se aspiraba con cierta dosis de razonabilidad, sería Eduardo Rubio.

La poca expectativa hacia el espacio opositor por izquierda quedó demostrada en los guarismos finales.

Posiblemente también el duro discurso y los calificativos lanzados contra el FA hicieran dudar a aquellos indecisos que miran con simpatía a la Asamblea pero todavía no perdieron totalmente la confianza en el Frente.

Esa dureza no trajo nuevos votos, y conste que estamos analizando la coyuntura electoral, pues los duros entre los duros ( ? ) votan en blanco, descreen de la institucionalidad, incluso de los recursos que puede brindar la misma en alguna grieta que se abre, o no consideran ese espacio en absoluto.

Entonces, sectores críticos que dudan en votar por fuera del Frente por un lado e izquierda radicalizada que tampoco apoya fueron factores en contra para consolidar de manera inapelable una nueva organización de la izquierda uruguaya. Todavía está en ciernes eso.

No se puede jugar a las escondidas, diciendo algo que muchos deseamos pero no hemos visualizado en esta elección.

No cabe duda que la gran mayoría de los votos asambleístas se cosechan entre los decepcionados y enojados por el accionar del Frente Amplio, quienes no toleran el abandono ciertas banderas históricas y no de tiendas blanquicoloradas.

Ante ese panorama era posible que el resultado fuese el que se dio.

Quince mil votos en todo el país, poniendo todo el esfuerzo posible y presentando lo mejor que tiene la Asamblea, no es una cosecha alentadora. Se pueden poner argumentos para suavizar la derrota, como el consabido «voto difícil», que se pregona desde la creación de la IDI ( Izquierda Democrática Independiente ) en el retorno de la democracia tutelada, hasta el primer MPP ( Mov. De Participación Popular ).

Tiene un dejo de verdad pero no es suficiente, porque se debe poner en la mesa todos los argumentos incluido el manejo de los medios de comunicación de que dispone ese espacio, su llegada con propuestas interesantes que rompan el cliché de la vieja izquierda y una discusión de contenidos a expresar, su frecuencia, su forma de intentar generar sentido, de llegar, de masivizarse.

Merecería ser discutido y analizado el papel de los medios si se piensa continuar en esta difícil brega de generar un espacio diferente.

Las carencias económicas se hacen sentir y en una instancia electoral, la poca disponibilidad económica es difícil de revertir.

Es poco el tiempo del proceso electoral y muchas las necesidades, más aun ante la ausencia casi total en los medios masivos de comunicación.

La personificación en cuatro candidatos, obviando al quinto, Raúl Rodríguez de Asamblea Popular, invisibilizó, aun más, a ese espacio desaparecido ex profeso de diarios, radios y tv.

Los propios encuestadores, con parcialidad manifiesta, ubicaban a Asamblea Popular dentro del rubro » otros «.

Es válido preguntarse cual hubiese sido la real presencia de este sector si en las mismas encuestas estuviese su nombre visibilizado. Todo son pelotazos en contra, previsibles pero a los cuales no se les encontró la vuelta.

Pero tiempo al tiempo.

Cada uno tiene la gota que rebasa el vaso en tiempos distintos, ponerse en contra de una herramienta forjada durante más de tres décadas por la izquierda uruguaya, es, sin duda alguna, una tarea titánica que requiere utilizar de la mejor manera la inteligencia y los medios que se dispone.

No hacerlo y pregonar que » se ha instalado definitivamente como la nueva fuerza, expresión política de la izquierda consecuente en el Uruguay con presencia nacional real » resulta, a la luz de los hechos, más una expresión de deseo que una realidad.

Solo en Montevideo y Canelones (ciertamente los más numerosos), Asamblea Popular superó a aquellos que colocaron solamente el SI rosado en el sobre.

En los restantes departamentos fue superada por esa opción que la marcó, fundamentalmente, la izquierda que reniega de lo institucional y no ve ninguna salida dentro de la institucionalidad burguesa, negando así su aporte a cualquier intento de utilizar ese espacio, para participar, también desde allí, en la generación de las condiciones necesarias para que la sociedad anticapitalista que nos imaginamos comience a fructificar.

La poca expectativa hacia el espacio opositor por izquierda quedó demostrada en los guarismos finales.

 

Algunos siguen pregonando » el cuanto peor mejor «, lo inentendible de esta posición es que ya superó el marco teórico de alguna época y tuvo su expresión práctica y patente en los años dictatoriales, que no dejaron lugar a duda alguna a lo erróneo de tal argumento.

Es entendible aunque no compartible, en el análisis de algunos teóricos, que quizás desde algún cómodo lugar del primer mundo, no vivían el día a día de las persecuciones y el miedo.

La vivencia cotidiana en nuestras sociedades en aquellos años, donde la posibilidad de cárcel y tortura, muerte y desaparición, estaba a la vuelta de la esquina, hace realmente una fantasía que el retorno de lo peor sea, por inercia histórica, el avance de lo mejor.

La docencia militante, el convencer, argumentar con hechos y palabras son trabajos tan lentos como indispensables para forjar esa conciencia que vaya más allá de lo personal y se consolide en lo colectivo.

No es sangre, sudor y lágrimas el mensaje que hoy espera el pueblo que ciertamente sufre y suda.

La derrota cultural fue y sigue siendo impresionante. El avance incesante de la tecnología ( internet, celulares, etc ) implica enormes desafíos que nuevamente nos encuentra con un tenedor ante la lluvia de adelantos.

Pero también nuevas posibilidades.

Esto que hacemos aquí, la posibilidad de debatir, buscar, interrogarnos sobre hacia donde y cómo vamos, de interpelarnos de país a país, de continente en continente, es también un arma que debemos masificar en nuestras filas, apuntando a donde se debe, esclareciendo, aprendiendo.

Ahora se acerca la culminación de lo electoral. Ya presumimos el resultado. Un triunfo del Frente Amplio, anunciado y compartido por una mayoría importante de la población, que siente un profundo alivio por la derrota de Lacalle.

Y la verdad que presentar a un candidato que es de lo peor de la derecha uruguaya como alternativa, le vino como anillo al dedo a los candidatos frentistas.

Tanto, que hasta Danilo Astori ( ex ministro de economía de Tabaré Vázquez ) se puede presentar como izquierda nuevamente aunque su política económica, en lo esencial y profundo, no haya alterado molde alguno de los poderosos de la sociedad.

Su política económica que aclaremos, no es sólo su responsabilidad, es de todos comenzando por Tabaré Vázquez, incluso de aquellos que verbalmente se oponían a la misma pero después la votaban y justificaban.

Cabal prueba de ello es el reconocimiento de Mujica a tal política y el continuo predicar sobre la continuidad de la misma.

«Tenemos tranquilidad y confianza en lo que podría ser un gobierno comandado por Mujica » expresó Carlos Alfonso Varela, presidente de la Cámara de Comercio y Servicios a un medio gráfico. » No tenemos temores » completó, para evitar cualquier suspicacia.

Uno tras otro, los sectores económicos del poder trasmiten su confianza y tranquilidad en el futuro gobierno.

El guerrillero de izquierda es solo una añosa estampita que utiliza un pasado que mucho se glorificó para crear un presente totalmente opuesto a ese recuerdo.

Es verdad que los medios no pueden hacer cualquier cosa pero también es cierto que atendiendo deseos y sensaciones de la poblaci ón pueden manipular y direccionar masivamente esos mismos deseos y sensaciones.

Nuestro paradigma voló por los aires, lo hicieron desaparecer como a tantos compañeros y hoy, lenta y porfiadamente, lo estamos intentando reconstruir, no de la misma manera pero si con el mismo sentido.

De nada sirven o en todo caso de muy poco, a mi entender, los discursos a cual más radical, los epítetos de traidores o vendidos, las broncas que tenemos si no le damos un cauce político y con cierto futuro alejado de lo testimonial.

Lo testimonial es válido también y por ahora es lo que somos, pero si pretendemos tener injerencia para cambiar esta realidad, lo testimonial sirve de poco y aumenta la importancia de crecer y llegar a amplios sectores de la población para que compartir y crear juntos sea un estado superior y pasible de concretar.

Hoy el paradigma dominante es el de ellos, el pragmatismo y el gradualismo dominan junto a la imposibilidad y la claudicación, se han nutrido de viejos compañeros, que hasta ayer nomás caminaban codo a codo junto a nosotros, porque en la historia es bueno recordar que los tiempos personales son nada ante los procesos históricos y ese ayer nomás son pocos años en el devenir.

Mujica y Astori son claros exponentes de esa claudicación, uno montado sobre su pasado guerrillero, el otro sobre su capacidad intelectual.

¡ Qué puede temer el sistema ! ¿ Acaso el viejo bandido ha engañado a todos y una vez en la Presidencia va a dar vuelta la tortilla en un giro magistral de 180 grados ?

Eso es volver a creer que la revoluci ón la hace un hombre y no las masas organizadas y concientes. Porque de ser así, de seguir creyendo que solamente los pueblos hacen las transformaciones cuando son dueños de las mismas y las personas son simples emergentes de una situación histórica dada, es ineludible preguntarnos ¿ donde están esas masas organizadas y dispuestas a arriesgar el pellejo por un cambio social ?

A mi criterio, en Uruguay no se ven.

Y tiene una explicación compuesta de varios factores : el terrorismo de Estado implantado que descabezó a sectores revolucionarios de nuestra sociedad, la derrota cultural antes descripta, el renunciamiento expreso de viejos y queridos dirigentes a cualquier cambio que produzca alteraciones sociales, el desguazamiento continuo de esas escuelas de formación política que fueron los comités de base, el desalentamiento de la militancia siempre molesta y crítica, el «hacer lo que se puede » repetido una y otra vez, la deserción de los principios y la ética ante el poder y el acomodo, la globalización y la instauración de un mundo unipolar ahora en crisis, la estructuralidad de una marginalidad dura y abarcativa que no cesa de crecer, la limosna vista como un fin y no como un medio urgente y finito…

La profusa (des)información de los medios de comunicación juega un papel determinante y junto a la locura, la vorágine y el miedo laboral ante esa inmensa masa de excluídos en el mapa mundial de la desocupación, también es un freno a la rebeldía y la protesta.

A su vez, la emigración continua y creciente, que siempre comienza en los jóvenes, sirve como válvula de escape a cualquier explosión social. Otro hecho que en Uruguay ha dejado de ser coyuntural para volverse estructural.

El camino electoral no cabe duda que no brinda la solución a los peores males, también es cierto que la institucionalidad es una tijera que va recortando a medida que uno se integra a ella las mejores aristas de cambio de los seres humanos.

El sistema se cuida y tiene el poderío para hacerlo, todos los días nos da muestras de ello, pero no utilizar sus propios instrumentos para avanzar en el uso de los nuestros, es por lo menos una ingenuidad.

Quien conoce locales, trabajos y experiencias militantes de la izquierda más radicalizada, conoce también las limitaciones con las que se enfrenta. En estas sociedades las cosas no son como uno las quiere sino como los factores de poder intentan disponer.

Pero hay grietas entre tanto discurso mentiroso y es en esas grietas donde se deben introducir las verdades silenciadas para impedir la invisivilización de la protesta.

Todos sabemos que podemos hacer una marcha formidable pero si la misma no cuenta con determinada cobertura no existe para la sociedad. Existe solamente para los vecinos que la vieron y para quienes la realizaron. La vidriera en este caso cumple un rol político importante.

Mujica, con el discurso anterior, socialista y revulsivo, no tenía micrófonos ni cámaras. Sin embargo, en cierto momento comenzaron a aparecer, a visibilizarlo, a trasmitir un discurso que siempre fue atractivo pero que no salía de un círculo ínfimo. Esos mismos micrófonos y cámaras se volvieron habituales. ¿ Acaso se democratizaron los medios, cambiaron sus dueños ?. No. Eran los mismos medios, los mismos dueños.

Lo que cambió fue el contenido del discurso, el viejo guerrillero comenzó ha hablar de construir el capitalismo en serio, de no castigar a » los viejitos «( asesinos y torturadores ), a alentar y respaldar la inversión extranjera, comenzó a cimentar las bases del sistema y no a dinamitarlas.

¡Cómo los capitalistas se iban a perder una oportunidad así ! El viejo y respetado guerrillero, que había pasado las mil y una, que convencía con su oratoria gauchesca y campechana les estaba dando una mano. No se deja pasar tamaña oportunidad.

Una y otra vez se pidió perdón por lo hecho » locuras juveniles, la falta de consejo » ( como dice el tango ) y el sistema volvió a sonre ír satisfecho y tranquilo.

¿ Acaso un Lacalle, con Cámaras opositoras, puede asegurar mejor la gobernabilidad del sistema ?. Tabaré Vázquez demostró fehacientemente su docilidad y buenos modales que le aseguraron el respeto de la «mejor » sociedad. Mujica no hace más que repetir que su esfuerzo va hacia la continuidad de lo realizado y lo prueba cabalmente dándole al equipo de Astori, nuevamente el manejo de la economía.

Su papel va a ser, seguramente, el de amortiguador y conciliador de los conflictos por venir, el «bueno» del gobierno frente al «malo» de la economía.

El camino a recorrer va a ser largo, ¿ o acaso Tabaré se retira a cuarteles de invierno ?. Aun no comenzó el gobierno de Mujica y se puede intuir, que vaya como le vaya al Pepe, Tabaré está en las gateras esperando su largada.

Trabajo de hormiga, lento y concienzudo, recopilando datos y haciendo docencia, organizando y estando presente en cada conflicto, iluminando en la oscuridad y no tirando mandobles de ciego es quizás el trabajo a realizar.

Difícil porque peleamos contra los «buenos», que tienen buen maquillaje, poder y apoyo.

Difícil pero necesario.

Imprescindible.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.