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Lupe, del desembarco en Normandía a la guerrilla en Honduras

Fuentes: Rebelión

James Carney formó parte de las fuerzas norteamericanas que arribaron a la Francia ocupada por los nazis. James Carney nació en Chicago en 1924.

Inició los estudios de ingeniería civil, pero se vieron truncados al año y medio, en 1943, cuando recibió una carta del ejército estadounidense llamándolo para incorporarse a filas en plena Segunda Guerra Mundial. James Carney era rebelde e inconformista, y desde el primer momento no le gustó la forma en que los sargentos y oficiales trataban la tropa, “con lenguaje insultante y obsceno, y castigos degradantes”. Del mismo modo, se rebeló contra el sistema de segregación y privilegios de los oficiales, que disponían de buenas viviendas separadas del resto, comedor exclusivo y un club a lo que la tropa tenía el acceso restringido. Consideró que este era un sistema antidemocrático, y así se lo hizo saber al coronel al mando, lo que le acarreó varios arrestos.

James Carney ingresó en la Infantería y, según sus palabras, “la desventaja de la infantería era que todos sabíamos que la mitad de nosotros probablemente nunca regresaría, íbamos a ser carne de matadero”. Por tener iniciados estudios de ingeniería, le ofrecieron acudir a la escuela de oficiales y en cuatro meses convertirse en teniente, pero lo rechazó por una simple elección de identificación con la clase trabajadora. La misma oportunidad se la brindaron en Inglaterra y después en Francia, pero igualmente la volvió a desestimar. En 1944, tras el período de instrucción en el fuerte Benning, fue destinado al fuerte Chaffe en Arkansas, donde tenía su base la División 100 de infantería que se preparaba para la invasión de Francia. Transcurridos tres meses los enviaron la Nueva York para embarcar rumbo a Inglaterra y, tras quince días de navegación, arribaron al puerto de Liverpool. De allí lo destinaron a Londres con una compañía de ingenieros de la División 100, con el objetivo de ayudar en la reconstrucción de la ciudad destruida por los bombardeos alemanes; levantaron casas prefabricadas para los que habían perdido sus viviendas: “Todos los días caían sobre Londres mientras yo estaba ahí V-1, silbaban y destruyeron todo lo que construimos”. James Carney desembarcó en el puerto francés de Le Havre, Normandía. Trabajaba en el cuerpo de ingenieros como soldado, quitando minas, abriendo caminos, preparando carreteras y ensamblando puentes Bailey. Pero al margen de ese trabajo, lo que lo marcó y conmocionó fue a descubrir en Francia la miseria y la pobreza causada por la devastadora Segunda Guerra Mundial; ahí tuvo por primera vez constancia de la conciencia social. La visión de refugiados franceses, “niños, mujeres y ancianos peleando por conseguir cualquier desperdicio que los soldados tirábamos después de comer”, lo rebeló contra la desigualdad e injusticia entre los seres humanos. Por una desavenencia con un oficial, fue arrestado y destinado a una compañía de la Policía Militar en Marsella, donde el ejército norteamericano estaba al mando de un campo de prisioneros con varios miles de alemanes. Me contó que esos seis meses fueron muy duros para él por dos motivos. Por una parte, sus nuevos compañeros soldados se habían transformado en policías; no sentía empatía con ellos y, además, era ajeno a aquel mundo de prisioneros, alambradas y torretas con ametralladoras. La segunda razón, la que más impacto le causó, fue descubrir a las afueras de Marsella un inmenso campo de refugiados árabes del norte de África que habían huido de la guerra y estaban en Francia olvidados y desatendidos: “Vivían como animales, prácticamente desnudos, durmiendo en la tierra, los niños desnudos, comiendo cualquier desperdicio que pudieran conseguir, enfermos, sucios, sin letrinas”. Para James Carney este fue su primer contacto con el Tercero Mundo y esa escena lo conmocionó y lo llevó a reflexionar sobre la injusticia, el racismo y la desigualdad de oportunidades entre las gentes de los países pobres y los desarrollados. En abril de 1945, James Carney fue trasladado al 5.º Ejército, cerca de París. Allí escuchó la noticia de que su antigua División 100 de infantería, entre muertos y heridos, había sido prácticamente aniquilada en la batalla de Bulge, la última y desesperada ofensiva de los alemanes antes de retirarse de Francia y Bélgica. Permaneció en el ejército hasta el año 1946.

Mi amigo James Carney murió, pero no en combate en Francia, sino en Honduras tras ser capturado, secuestrado, torturado y asesinado en 1983 por el ejército de ese país, con asesoramiento del gobierno estadounidense. Su cuerpo nunca apareció, y los autores materiales e intelectuales del crimen nunca fueron juzgados.

James Carney regresó a los Estados Unidos al terminar la Segunda Guerra Mundial. Retomó sus estudios en la Universidad, compaginándolos con un trabajo en la fábrica Ford en 1947. En 1948 ingresó en la Compañía de Jesús y en 1962, a los 38 años de edad, marchó a Honduras a trabajar. Pero era un inconformista y un espíritu libre, así que se nacionalizó hondureño y a contra corriente de lo que hacían algunos jesuitas norteamericanos, que se relacionaban con los mandatarios de las compañías bananeras, James Carney fue muy exigente en la denuncia del sistema, tenía claro que luchar contra la injusticia y por un cambio de sociedad respetuosa con los derechos humanos es lo que tenía que hacer y tomó postura por el campesinado. Mudó su nombre por el de Lupe y dedicó todo su tiempo a denunciar los abusos de las compañías bananeras gringas, los terratenentes, la embajada norteamericana, el conservadurismo de la iglesia y el capitalismo en sí, al tiempo que se ponía del lado del pueblo ultrajado y empobrecido. Todo ello provocó un rechazo oficial a su persona y en 1968 lo expulsaron del país. Allí, en Centroamérica fue donde lo conocí en 1976 y tuve el placer y la honra de trabajar con él durante varios años. Esta línea de denuncia y compromiso con las clases populares lo pusieron en el punto de mira del poder político-militar y económico de Honduras. En 1979 tras varios intentos fallidos por detenerlo, finalmente el 17 de noviembre lo capturaron y expulsaron de Honduras, lo que provocó una conmoción social sin precedentes en el país: gran agitación popular, manifestaciones generalizadas de repulsa sumándose todas las organizaciones y partidos en la condena. Campos pagados en la prensa de organizaciones campesinas como ANACH y UNC, sindicales como SITRATERCO y CGT, estudiantes universitarios de la FEUH tomaron dos catedrales y desplegaron mantas de rechazo; magisteriales como el COPEMH y partidos políticos como el PCH, PC-MLH, el PDCH, Frente Patriótico, Cristianos por la Justicia etc. Nos quedamos pensando en que realmente Lupe era todo un personaje y un símbolo de denuncia, y es que su expulsión realizada con discreción y alevosía, provocó en la sociedad hondureña precisamente todo lo contrario a lo planificado por el gobierno del general Policarpo Paz García. Hay una frase en el prólogo de un libro que le dedicaron a su compatriota nacido en el siglo XIX, Henry Thoreau, autor de “Desobediencia Civil” que yo creo que también la podemos aplicar para describir la figura de Lupe: “Defensor ardiente y convencido de causas perdidas. No por perdidas menos justas”1

Lupe no cesaba de denunciar las consecuencias del capitalismo salvaje y las repercusiones que infringía al miserable nivel de vida del campesinado y esto lo hacía no solo en Honduras, también en Estados Unidos cuando iba a visitar a su familia: “Es difícil para los norteamericanos comprender, mucho menos apreciar, mi continua condena del capitalismo. Esto es porque pocos han experimentado personalmente el capitalismo “decimonónico” cruel y opresivo del Tercer Mundo, donde los trabajadores viven en la esclavitud económica, donde los ricos terratenientes valoran a los campesinos solamente como brazos y piernas baratos, inconvenientes necesarios para la producción y la ganancia.

También es difícil para ellos escuchar atacar al “imperialismo yanqui” pero la mayoría rara vez ven las caras de hombres mujeres y niños del Tercer Mundo que son cruelmente explotados por las grandes corporaciones multinacionales. Estas organizaciones gigantescas buscan tierra barata, recursos baratos, ayuda barata. Ellas quieren un ambiente estable (frecuentemente reforzado por dictaduras militares fascistas)2

Nuestro querido amigo Lupe, comandante Mario, a sus cincuenta y nueve años se integró en una columna guerrillera, dando el paso supremo en su compromiso de acompañar a los revolucionarios como él, en el arriesgado mundo de la lucha en la selva, para intentar liberar al pueblo de Honduras de caciques, terratenientes, militares corruptos y gringos corruptores. Penetró desde Nicaragua por el fronterizo rio Patuca en el departamento de Olancho en julio de 1983 con el objetivo de hostigar y crear un foco guerrillero en una zona donde operaban con total impunidad los mercenarios de la Contra nicaragüense apoyados por el ejército de Honduras y con la supervisión y logística de la base militar de El Aguacate ubicada en Catacamas, Olancho, un centro determinante en la estrategia de Estados Unidos de la “Guerra sucia contra Centro América” que incluía un campo de aterrizaje. La columna guerrillera estaba compuesta por noventa y seis milicianos y liderada por el médico y profesor José María Reyes Mata, comandante Pablo Mendoza. Entre los componentes de la columna guerrillera se encontraba el nicaragüense David Arturo Báez Cruz, comandante Adolfo, que había sido Boina Verde del ejército norteamericano y una mujer llamada Ana Guadalupe Berrios. El ejército hondureño, militares norteamericanos y mercenarios los localizaron en la llamada “operación Patuca”, con un despliegue de fuerzas inusual en el que utilizaron además de tropas de tierra apoyo aéreo de cinco helicópteros “UH-60 blackhawk del Batallón de Aviación 101 de Fort Campbell, Kentucky, fueron vistos volando sobre el oriente de Honduras. El 20 de septiembre de 1983, oficiales estadounidenses vinculados con la «Operación Patuca» dijeron al noticiero CBS que: «Los blackhawks estaban transportando a tropas hondureñas en el área de combate y realizando vuelos de reconocimiento”3. La desigual correlación de fuerzas provocó que la mayoría de los guerrilleros cayesen abatidos en el enfrentamiento, y a una buena parte de los treinta capturados con vida los fusilaron, salvo excepciones. Años después en las indagaciones que realicé en Honduras, no logré obtener información clara de lo que le sucedió a Lupe, si bien las opiniones coincidentes y de mayor veracidad apuntan a que extenuado, herido y maltrecho lo llevaron detenido en un helicóptero norteamericano a la base militar de El Aguacate para interrogarlo en las cámaras de tortura y ejecución. En el Comité de Familiares de Desaparecidos de Honduras, su presidenta Bertha Oliva de Nativí, me contó que dentro del silencio, opacidad e impunidad con que operan en Honduras en el tema de los desaparecidos y ejecutados extrajudicialmente, la versión de más peso es que junto a Lupe llevaron también detenidos a José María Reyes Mata y a David Arturo Báez Cruz, en total nueve guerrilleros. El comandante en jefe de las fuerzas armadas de Honduras era el general Gustavo Álvarez Martínez, a quien se le atribuye la formación del Batallón 316, “escuadrón de la muerte”, que: “se encargaba de realizar asesinatos, tortura, y desapariciones contra presuntos opositores políticos durante la década de 1980”4 asesorados por la CIA en la época de John Dimitri Negroponte embajador en Honduras y “responsable de la política de violaciones a los derechos humanos del gobierno norteamericano”5, por lo que en 1983, “el gobierno de Reagan condecoró al general Álvarez Martínez con la Legión de Mérito por «promover el éxito del proceso democrático en Honduras». Su amistad con Donald Winters, jefe de la CIA en Honduras, era tan estrecha que éste, cuando adoptó una niña, le pidió a Álvarez Martínez que fuera su padrino6. Álvarez Martínez acudió en helicóptero desde Tegucigalpa para asistir personalmente a los interrogatorios. Se sabe por las declaraciones de un militar que participó en el operativo, que los torturaron salvajemente. Varias personas me comentaron del especial ensañamiento con José María Reyes Mata que tenía una profunda herida en una pierna, se cebaron con él y gritaba horrores. La misma versión la escuché de un sobrino de Reyes Mata, que me indicó que a los presos los desmembraron antes de arrojarlos vivos desde un helicóptero en las montañas de Olancho. Documentos secretos de la CIA revelan que Guadalupe “James Carney fue torturado hasta la muerte”7. Existen versiones dispares de cómo murió Lupe, alguna apunta a que fue ejecutado en El Aguacate como publicó el New York Times: “en el Aguacate comenzaron a investigar las afirmaciones de que estos sitios son el hogar de cámaras de tortura y fosas clandestinas… descubrir el destino de 184 presos políticos hondureños desaparecidos durante la década de 1980. Entre los desaparecidos el Rev. James F. Carney”8. Pero sin saber a ciencia cierta cómo murió, la versión que circula con mayor fuerza es que Lupe y Reyes Mata fueron capturados, interrogados y torturados en la base militar de El Aguacate por oficiales militares hondureños con la complicidad de personal estadounidense y “después arrojado vivo a la selva desde un helicóptero”9, tal y como declaró Florencio Caballero, un ex-miembro del Batallón de Inteligencia Militar 3-16. La misma versión la aporta el historiador y profesor emérito de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Josep Fontana, en su libro “Por el bien del imperio”10. En cualquier caso, hay coincidencia en la fecha en que los asesinaron, presumiblemente el 16 de septiembre de 1983.

Eileen hermana de Lupe y su cuñado Joseph Connolly, hicieron indagaciones sobre el paradero de los restos de Lupe, pero siempre se encontraron con dos obstáculos: “dos encubrimientos de la verdad: uno por el ejército hondureño; otro por el Departamento de Estado, el ejército y la CIA de los Estados Unidos”11. A Joseph Connolly que colaboró intensamente en la publicación de la autobiografía de Lupe le escribí y le facilité fotografías de su cuñado. Otra de las personas con las que me puse en contacto fue con Joseph Mulligan jesuita norteamericano destinado en Nicaragua que me facilitó una carta que los familiares de Lupe y otros desaparecidos enviaron el 9 de marzo de 1999 al presidente estadounidense Bill Clinton con ocasión de su visita a Honduras.

Expongo un breve, pero revelador extracto de la misma:

Bill Clinton….

Le agradecemos su orden para la desclasificación y entrega de los documentos del gobierno de Estados Unidos concernientes a violaciones de derechos humanos en Honduras, en respuesta a una solicitud oficial de parte del Comisionado de Derechos Humanos de Honduras. Sin embargo, estamos indignados con que la CIA y el Departamento de Defensa no hayan cumplido adecuadamente su orden y no han cooperado seriamente con el sistema hondureño de justicia.

En 1997 y 1998, la CIA y el Departamento de Defensa entregaron documentos desclasificados, pero seriamente mutilados, concernientes al Padre James Carney

INFORME DEL INSPECTOR GENERAL DE LA CIA

En septiembre 1998 la CIA (Agencia Central de Inteligencia) desclasifico y entrego al gobierno hondureño el Informe del Inspector General de la CIA titulado ASUNTOS SELECCIONADOS EN RELACION CON LAS ACTIVIDADES DE LA CIA EN HONDURAS EN LOS 1980s, con fecha 27 de agosto de 1997.

El Informe cita a una fuente (nombre tachado) «quien según informes había dicho a __________ que Carney había sido capturado, torturado a muerte y desmembrado por las Fuerzas Armadas Hondureñas. Pedazos de su cuerpo según informes fueron sepultados en varios lugares cerca de Nueva Palestina en el área del Rio Patuca» (pp. 64-65). Más de la mitad de páginas 65 y 66 son tachadas.

De todos modos, con o sin la aparición de su cuerpo y por más que lo hayan querido ocultar, Lupe forma parte ya de la mitología y de la historia de los pueblos centroamericanos y figura entre los grandes hombres que dieron su vida por intentar cambiar la suerte de los desposeídos de Honduras.

Lupe decía:

Los ejércitos tienen curas castrenses y nadie se asombra, lo ven natural, incluso los ejércitos represivos tienen en sus milicias curas con graduación militar, por ello nadie debe extrañarse que yo acompañe a los campesinos pobres que luchan por cambiar una sociedad injusta”.

Su persona y su trabajo permanecen vivos en el pueblo.

Galicia, España, a los 41 años de su ejecución extrajudicial.

Notas:

1 Henry Thoreau. 1817-1862 Massachusetts. Libertario, antiimperialista, antiesclavista, defensor de las minorías indias en proceso de exterminio. Introducción Juan José Coy. pág. 7 Editor Daruma

2 James Carney. Solo Díganme Lupe. Página 495 Editorial Guaymuras Honduras C.A.

3 Comisionado DDHH Documentos desclasificados. Capitulo II Leo Valladares y Susan Peacok. Rfa. Los Estados Unidos en Honduras: la muerte misteriosa del Padre Carney,» por George Black y Anne Nelson, The Nation, pág. 83.

4 Batallón 3-16 Wikipedia

5 Subcomandante Marcos. ¿Quién es John Dimitri Negroponte? Rebelión, 2/2/2007

6 Fernando Bossi Rojas. Álvarez Martínez, El 3-16 y la Justicia Popular. Portal Alba. 20/1/1989

7 BBC lunes, 3 de noviembre de 1997 CIA revela el destino del sacerdote

8 The New York Times, 8, octubre 1999

9 Informe Preliminar del Comisionado Nacional de DD.HH. Proceso de Desclasificación. Leo Valladares y Susan Peacok. Capítulo II

10 Josep Fontana. Por el bien del Imperio. Página 512. Ediciones Pasado y Presente. Barcelona 2011

11 James Carney. Solo Díganme Lupe. Página 539 Editorial Guaymuras Honduras C.A.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.