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Uruguay

Mujica pidió bajar «decibeles al culto del torturómetro», ¿qué tal estaría subir decibeles del «respetómetro» hacia las y los compañeros?

Fuentes: Rebelión

El haber sido torturado no le da el derecho a minimizar el significado de la tortura, quienes fueron secuestrados, quienes perdieron a seres queridos y quienes aún no han encontrado a sus desaparecidos, ¿deben también bajar los decibeles? El presidente Mujica está muy equivocado cuando se auto-proclama con facultades de «perdonar» crímenes cometidos contra todo […]

El haber sido torturado no le da el derecho a minimizar el significado de la tortura, quienes fueron secuestrados, quienes perdieron a seres queridos y quienes aún no han encontrado a sus desaparecidos, ¿deben también bajar los decibeles?

El presidente Mujica está muy equivocado cuando se auto-proclama con facultades de «perdonar» crímenes cometidos contra todo un país.

Habla de la necesidad de mirar los derechos humanos hacia el futuro… como si el futuro no fuera una construcción que parte desde el pasado y se apoya en el presente para proyectarse hacia adelante… como si un crimen tuviera edad y tiempo y fuera menos doloroso para quienes lo vivieron por el hecho de arrastrar durante años ausencias y recuerdos de torturas, violaciones y vejaciones… como si un criminal fuera menos culpable si todos miramos para otro lado e intentamos olvidar. Simplemete les recuerdo lo que sucede en el resto del mundo con los temas de impunidad. Es más cómodo traspasar este problema a las generaciones venideras como una herencia maldita, mientras se asegura (sabiendo que no es verdad), que éste es un problema de una generación y que morirá con la misma.

Hay Derechos Humanos, ni para atrás, ni para adelante, ni para el costado, simplemente Derechos Humanos que hay que respetar y proteger, porque son la base de la dignidad humana y trascienden al período de gobierno de cualquier partido y presidente. Por suerte hay gente que no se olvida, que no cuelga principios ni los troca por espejitos de colores o las ilusiones del poder, por suerte a pesar de todos los presidentes y gobernantes que nos toque apoyar o padecer, siempre la habrá.

«Hay cosas que no se pueden cobrar si los derechos humanos existen. Yo no puedo agarrar a uno y torturarlo», explica Mujica. Tengo entendido que la ley del Talión dejó de aplicarse hace tiempo, el argumento de que hay cuentas que no se pueden pagar, es obsoleto, nadie pretende torturar a un militar, violarlo, desaparecerlo a él o a su familia ni someterlos a las vejaciones que ellos nos sometieron, no somos sádicos, no estamos enfermos de odio. Si aplicamos el criterio del presidente para todos los crímenes que se cometen en el país y para cualquier criminal, sin importar su clase, pelo o color, deberíamos soltar a un asesino, por el simple motivo de que no lo podemos asesinar, o deberíamos dejar libre a un pedófilo, o a un violador. ¿Por qué no medir a todos los criminales con la misma vara?

¿Cuánto vale un criminal militar y uno común? ¿con qué moneda se pagan los crímenes de unos y otros?

Me pregunto si para el sr. presidente existe el concepto de que los militares que cometieron crímenes, que aplicaron el terrorismo de estado, son menos delincuentes que los que atracan por hambre, por miseria, por droga, por enfermedad, en resúmen por una situación que la sociedad y todos construimos y que no se ha logrado revertir. Que un menor, o cualquier delincuente común sea recluido en condiciones deplorables y muy distintas a la de estos militares, es considerar que la vida del infractor «común» vale menos, que por ejemplo la de Dalmao. Si no preocupa al gobernante la situación del COMCAR, del INAU, de la Colonia Etchepare más que la de los presos en Domingo Arena, nos está trasmitiendo que es menos grave un delito cometido en nombre del terrorismo de estado, sea cual sea, que cualquier otro crimen.

Un crimen es un crímen y Mujica no es la justicia, es el presidente, el serlo tampoco le da derecho a absolver delincuentes o mitigar sus penas con cárceles y tratamiento especial, no lo pone por encima del bien y el mal ni lo convierte en especialista en todos los temas. Tampoco el haber sido una de las víctimas le otorga ese derecho. No podemos olvidar que aquí hubo un país entero que sufrió las consecuencias de esa época, hubo encarcelamientos, muchos de ellos sin que los apresados tuvieran ninguna participación en los hechos, hubo muerte, desapariciones, persecución, tortura y exilio. 

No tengo el «torturómetro» del que Mujica habla ni lo conozco, tanto como no existe un «victimómetro» (para medir el dolor de las víctimas y clasificarlas como verdaderas víctimas).

Me tocó vivir otra parte de la historia de la que el presidente seguramente no sabe mucho y considero tener el mismo derecho, él en ese momento eligió el camino a tomar, otros no tuvimos esa chance. Macarena no eligió lo que le tocó vivir, del mismo modo que no lo hicieron los demás niños que fueron secuestrados, ni las madres y padres de quienes fueron presos. Pero ahora somos adultos y podemos elegir, opinar y luchar. El castigo a los asesinos lo debe decidir la Justicia con todos los elementos que se puedan aportar, el derecho a un juicio justo y a una buena defensa es mucho más de lo que tuvieron los presos en épocas de dictadura.

Es un Derecho básico humano conservar nuestros valores y principios, Mujica tiene todo el derecho del mundo a perdonar a sus torturadores y a quienes pusieron empeño en enloquecerlo, Huidobro a ser amigo de ellos y Rosadilla a pedirles disculpas, pero de forma individual, no en nombre de todos. Desde cuándo un presidente en democracia tiene la potestad de decidir quiénes son más o menos criminales e imponer penas arbitrariamente?, tolerar que un delincuente militar vaya a una cárcel especial y uno común a una cárcel inhumana, espero que nivele hacia arriba, o por lo menos hacia el medio, porque se le está yendo la mano con los favoritismos.

Es tarde para decir que puede visitar a quien quiere, o hacer y decir lo que le parezca sin que esto tenga consecuencias y origine juicios y opiniones entre quienes lo votaron y quienes no lo hicieron. Cuando decidió aceptar ser candidato a presidente y luego fue presidente electo, sus actitudes y dichos pasaron a interesarle a todo el país y a los países que saben de la existencia de Uruguay.

«A mí me tocó perder, quería cambiar el mundo y pagué el precio», dice, es una pena que piense así, porque el precio fue muy elevado y no lo pagó solamente él. Que asuma la derrota y el perdón desde su vida, como José Mujica, ex rehén de la dictadura, pero que sepa que hay muchos que no estamos dispuestos a seguir perdiendo y que usaremos nuestras voces para exigir lo que nos corresponde, para luchar por la dignidad que nos intentaron quitar. Sepa señor presidente que aunque muchos estamos desilusionados, no estamos derrotados, no perderemos hasta el momento en que bajemos los brazos, la Libertad, la Verdad y la Justicia, no tienen precio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.