Tras la contienda electoral más polarizada y frenética en muchas décadas, los peruanos decidirán este domingo no solo la Presidencia del país sino la continuidad de un modelo económico marcadamente neoliberal o su reforma para acortar la brecha de desigualdad y exclusión. El hecho de que está en juego el modelo de desarrollo quedó evidenciado […]
Tras la contienda electoral más polarizada y frenética en muchas décadas, los peruanos decidirán este domingo no solo la Presidencia del país sino la continuidad de un modelo económico marcadamente neoliberal o su reforma para acortar la brecha de desigualdad y exclusión.
El hecho de que está en juego el modelo de desarrollo quedó evidenciado según analistas de diferente signo en el único debate que han sostenido, el 29 de mayo, los dos candidatos: el nacionalista de izquierda Ollanta Humala y la derechista Keiko Fujimori, hija de quien implantó ese modelo, Alberto Fujimori (1990-2000).
Los peruanos viven los días previos a la jornada de la segunda vuelta electoral con una tensión sin precedentes en la agitada historia política del país, mientras las encuestas muestran que se llega a las urnas con un empate técnico entre los dos candidatos, tras la campaña más disputada desde la década de los 60.
La última encuesta de la firma Ipsos Apoyo coloca a Fujimori como favorita, pero con una distancia de un punto sobre Humala, 50,5 por ciento contra 49,5 por ciento. Mientras, la empresa Imasen da la ventaja a Humala, con 43,8 por ciento de la intención de voto, frente al 42,5 por ciento de apoyo para Fujimori.
El director del Centro de Investigaciones de la Universidad del Pacifico, Eduardo Morón, sostiene que los electores comprendieron perfectamente la trascendencia de esta elección, pero que no saben las consecuencias de una u otra alternativa, lo que explicaría que exista todavía en torno a 15 por ciento de indecisos.
«La gente no tiene claridad en la consecuencia de seguir uno u otro camino», explicó Morón a IPS, en una contienda en que los propios sondeos subrayan que la intención de voto por cada candidato se acompaña con un rechazo, muchas veces frontal, hacia el contrincante.
«Hay quienes creen que con una mayor intervención del Estado se pueden lograr mejoras económicas y reducir la pobreza extrema rural, pero estos son objetivos que no se alcanzan de la noche a la mañana, por más recursos disponibles o voluntad política que se tenga», dijo el investigador.
Incluso entre los sectores críticos a Humala, como el privado Instituto Peruano de Economía (IPE), se reconoce la necesidad de profundas reformas en el modelo económico y social.
«En la campaña se ha planteado que Fujimori representa la continuidad y Humala expresa un cambio de modelo, pero lo que no queda claro es que implica eso», señaló a IPS Pablo Secada, del IPE.
«Por supuesto que es necesario hacer grandes cambios en políticas económicas y públicas para construir un modelo más inclusivo», dijo.
Citó como ejemplo de los cambios necesarios que «se permita que (el estatal) Banco de la Nación tenga presencia en aquellas regiones donde no llega ningún otro banco, en lugar de dar préstamos indiscriminadamente a los empleados públicos».
El voto de los pobres será crucial el domingo 5, en que los electores suman más de 18,7 millones de personas, en un país con cerca de 30 millones de personas. Durante la primera vuelta electoral, el 10 de abril, Humala ganó en las regiones con más población en pobreza, como las rurales y andinas Apurimac, Huancavelica y Ayacucho.
Esto obedece, según los analistas, a que en el quinquenio que culmina se registró una reducción notable de la pobreza en el sector peruano, pero no en el rural, lo que acentuó las desigualdades sociales.
El Instituto Nacional de Estadística e Informática indica que entre 2004 y 2009 la pobreza cayó en 43,1 por ciento en el área urbana y solo 13,6 por ciento en el rural.
Eso explica que los sondeos muestren que los pobres urbanos no votarán igual que los pobres rurales, aunque sí hay coincidencia en que un importante sector de ambos grupos está indeciso por la falta de claridad de las propuestas.
«Nos falta conocer mucho más que está pasando en los sectores D y E, donde hay grandes bolsones de voto», dijo a IPS el politólogo Eduardo Dargent, autor del estudio «Demócratas precarios».
Recordó que en 2006 esos sectores se decantaron mayoritariamente por Humala, quien como ahora ganó en la primera vuelta, pero fue derrotado en el balotaje por el conservador Alán García.
«Pero esta vez tanto Humala como Fujimori pasaron a segunda vuelta gracias al apoyo de los sectores D y E», así que «parece que allí el tema económico no es el principal» en esta ocasión, planteó Dargent.
«Algunos analistas señalan que la diferencia entre los votantes puede ir por formas distintas de relacionarse con el Estado: oferta clientelista, por parte de Keiko, frente a oferta de cambio social más programática por Humala», detalló el politólogo.
Pero argumentó que es un análisis con muchas incógnitas. «¿Los pobres urbanos apoyan a Keiko y los rurales a Ollanta? ¿Qué propuestas son atractivas para los indecisos de esos sectores?», se preguntó Dargent.
El partido de Keiko Fujimori, Fuerza 2011, se caracteriza por obsequiar utensilios de cocina, camisetas e incluso alimentos, en un clientelismo desinhibido dado que, al contrario de otros países, la ley electoral no prohíbe esta práctica en Perú.
Socorro Arce, vocera de Fuerza 2011 en la región surandina de Ayacucho, reconoció que «los regalos de campaña fueron bien recibidos, sobre todo por las madres de familia de los sectores D y E».
«Solo queremos llegar a los sectores populares para que recuerden las atenciones que Alberto Fujimori tenía con los sectores más necesitados», justificó Arce sobre la entrega de obsequios con logotipos e imágenes de la candidata presidencial.
Keiko Fujimori apela continuamente al recuerdo del régimen paterno y asegura que su gobierno seguirá y mejorará su legado. Alberto Fujimori cumple 25 años de condena por crímenes contra los derechos humanos y corrupción.
Para Dargent, durante la campaña para el balotaje, Humala ha hecho esfuerzos de autocrítica y se ha acercado desde la izquierda al centro político, sin que su contrincante haya hecho gestos similares.
Pero puntualizó que «no sé si ello sea electoralmente importante para captar votos. Parece que los votantes de Fujimori, especialmente los grupos que colaboran en su campaña, no le demandan esas definiciones».
«Les basta con que no sea Humala», analizó, porque no quieren que haya cambios en la economía, y eso pesa más que temas como la corrupción o la desigualdad.
El investigador Morón, que también integra el no gubernamental Consorcio de Investigación Económica y Social, promotor del debate de los dos candidatos, subrayó que el asistencialismo no resuelve temas cruciales del país, como el proceso de descentralización.
«Los candidatos ni siquiera han mencionado cómo promoverán la concertación de los tres niveles de gobierno: central, regional y local», planteó.
«El próximo gobierno debe hacer un enorme esfuerzo para alcanzar un norte común entre los tres niveles, podría ser desbordado por los conflictos sociales. Cualquiera que sea el candidato que gane, va a tener a la mitad de un país en contra», añadió Morón.
En la última semana de mayo, la población aymara de la región altiplánica de Puno desplegó una serie de protestas contra la actividad minera en la zona, por su daño a la agricultura y la ganadería. La protesta, respaldada por las autoridades regionales y locales, se suspendió solo hasta que pase la elección presidencial.
El último reporte de la Defensoría del Pueblo indica que en abril se registraron 233 protestas en el país. La mayoría tuvo como escenario las regiones con mayor pobreza y 50,2 por ciento por demandas socioambientales.