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República Dominicana

Preparemos y ejerzamos una oposición de izquierda

Fuentes: Rebelión

No sé si alguien con alguna noción sobre la política actual dominicana podrá esperar que el gobierno recién instalado pudiera asumir algo así como cierto sentido de izquierda. Por supuesto que, metodológicamente, estas autoridades tienen derecho al beneficio de la duda.

Si fuéramos a juzgar por su posicionamiento en el campo internacional (manifestaciones de apoyo total e incondicional a los designios de Donald Trump), ya habría indicios bastante claros sobre su inclinación: se habría ya pintado una derecha franca. En el orden interno, el que más le importa a la gente, digamos que todavía no hay elementos concretos muy definitivos. ¿Se atreverá el gobierno del PRM (Partido Revolucionario Moderno) a enmarcar sus ejecutorias dentro de un esquema digamos que desarrollista y liberal, con niveles bajos de corrupción (esto incluye encarar con seriedad la corrupción de las administraciones pasadas) y, sobre todo, reduciendo sensiblemente la miseria y la pobreza y adecentando los servicios públicos más esenciales?

En esto podría consistir un ejercicio de gobierno que podríamos considerar, hasta cierto punto, de izquierda.

Esto, por supuesto, en función de las condiciones actuales de la República Dominicana. Estamos ante una sociedad que desde hace buen rato (tan largo como desde el brevísimo gobierno de Juan Bosch, allá en 1962-63, y de algunos atisbos de la administración de Guzmán en sus inicios, 1978) no ha vuelto vivir una experiencia democrática decente. La cultura política ha sufrido un prolongado proceso de maleamiento y corrupción en prácticamente todas las capas sociales. Es una sociedad en la que se ha impuesto la lógica de la derecha en múltiples facetas: aceptación sin mucha resistencia del dominio imperial norteamericano, imposición de privatizaciones infames, avance de un nacionalismo selectivo y racista (en particular anti-haitiano), prédica constante en los medios contra los procesos progresistas de América Latina, en particular contra el chavismo…, todo esto aparejado de ostensibles retrocesos de los agrupamientos de la izquierda formal.

Quizás el más importante punto luminoso lo constituya la incesante lucha social, en particular contra la escandalosa corrupción de los distintos gobiernos (aunque con las limitaciones que impone la perspectiva estrictamente moralista con que se ha asumido esta lucha).

No puede sorprender que en el caso dominicano un ejercicio gubernamental que llegue a comprometerse con modestas líneas de acción como las mencionadas más arriba, a modo de pregunta, tenga un significado claramente progresista.

Hay razones de sobra, sin embargo, para dudar que este equipo sea depositario de la voluntad política que ello requiere, dada su doctrina oficial (encuadrada gustosamente dentro del sistema capitalista), la composición y compromisos sociales de su alta dirigencia y los primeros pasos anunciados… No todo sería, naturalmente, culpa suya: hay también barreras impuestas por poderosos sectores económicos y culturales, tradicionales y nuevos. La tensión entre lo que se desea realizar y lo que es políticamente posible no siempre podrá saldarse sin ataduras de manos y sin imposiciones de medidas contrarias a la intención de quienes gobiernan. Menos aún si no está en la naturaleza de estos una verdadera vocación de resistencia.

Una oposición de izquierda implica a la vez del impulso sistemático de propuestas favorables a los intereses del país, centrado en los sectores populares, así como de críticas claras a las ejecutorias gubernamentales que se estimen contrarias a tales intereses. Ello requerirá contar con un cuerpo de ideas-fuerza sobre el rumbo que debería tomar la sociedad. (Nada más contraproducente que la caída en la crítica impenitente y “automática” a todo lo que viene del gobierno por ser gobierno, por malo que sea). Definiciones y criterios que sirvan para confrontar las ejecutorias de quienes gobiernan, a la par de que sirvan para orientar, en diálogo con la población, los reclamos necesarios.

Una efectiva oposición de izquierda requiere de núcleos funcionales y esclarecidos así como de medios que, en nuestros tiempos y en la lucha abierta, deben ser ante todo de comunicación: oposición quiere decir hoy centralmente (no digo exclusivamente) batirse en el campo del flujo de la información y de las ideas.

Lo que queda aún de izquierda dominicana, y sobre todo lo que debe construirse, tiene futuro si es capaz de asumirse como oposición real a un gobierno que parece tener pocas condiciones para significar mucho más que frustraciones para la gran población. O se construye y ejerce una activa oposición de izquierda, u otra sección de la derecha dominicana reinicia a su modo el ciclo perverso. Nadie duda de que tienen el modo y los medios para hacerlo. ¿No es nuestro deber es también tenerlos?

Luis Ulloa Morel es activista político dominicano y profesor universitario de Ciencias de la Educación y de Introducción a la Filosofía. Comparte con varias personas el portal digital Ruptura y Cambio.