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Perú

Provocaciones contra el pueblo

Fuentes: Rebelión

A casi diez días del 5 de junio asoman ásperas expresiones de la crisis, que amenazan al Perú y que pueden poner en verdadero riesgo la legitimidad de la consulta ciudadana en marcha. La situación más explosiva se vive hoy en el departamento de Puno, en el sur-este peruano, uno de las regiones electoralmente más […]

A casi diez días del 5 de junio asoman ásperas expresiones de la crisis, que amenazan al Perú y que pueden poner en verdadero riesgo la legitimidad de la consulta ciudadana en marcha.

La situación más explosiva se vive hoy en el departamento de Puno, en el sur-este peruano, uno de las regiones electoralmente más fuertes, y que el pasado 10 de abril volcara sus preferencias por la candidatura presidencial de Ollanta Humala, otorgándole algo más del 62% de los votos en tanto que Keiko Fujimori obtuviera apenas un 18% de los sufragios.

Hoy hay el riesgo serio que los comicios se dificulten allí porque el gobierno del presidente García no muestra verdadero interés en atender los requerimientos de la población -mayoritariamente aymara- que demanda -entre otras exigencia- la nulidad de las concesiones mineras otorgadas por el régimen en provecho de empresas foráneas.

Pareciera que las autoridades nacionales prefieren que el conflicto se extienda y se amplíe, como un modo de buscar un pretexto a fin de disponer acciones formales o violentas, que saquen fuera de juego a la población puneña y bloqueen su posibilidad de expresión en las urnas.

A ese peligro se han referido ya diversos analistas políticos e incluso voceros de Gana Perú, denunciando una peligrosa tendencia golpista. Aunque el Jefe del Estado ha negado esa voluntad, a nadie escapa el hecho que se ha parcializado abiertamente con la candidata de la Mafia a la que defendió en forma reiterada y pública buscando -quizá- una protección para él mismo hacia el futuro.

El tema en Puno se ha concentrado principalmente en el proyecto denominado Santa Ana, mediante el cual se pretende explotar un rico yacimiento de plata. Pero en verdad, se amplía a alrededor de 20 proyectos similares concesionados por el régimen actual y a los que se opone mayoritariamente la población. Ellos ocupan extensas zonas geográficas situadas en la orilla del Lago más alto del mundo, el Titicaca, que une al Perú con Bolivia.

La objeción ciudadana alude a la contaminación ambiental, pero también a la suerte que habrán de correr sus aguas, cuando los relaves mineros se vuelquen hacia ellas con una carga de Mercurio y otros productos similares.

La minería es la tercera gran riqueza de una región que cuenta con más de dos millones de habitantes y algo más de un millón de votos, que podrían quedar marginados por la crisis que hoy se confronta.

Un buen porcentaje de la explotación del subsuelo, corresponde allí a la minería informal, lo que sirve de pretexto para descalificar una lucha que se ha radicalizado desde hace 18 días y que conmociona todo el sur peruano. En las últimas horas el conflicto se agravó por la incapacidad mostrada por la «Comisión de Diálogo» enviada sin poderes reales por el Ejecutivo, y que estaba integrada por vice ministros de diversos portafolios. El fin de las tratativas dio lugar a violentas reacciones populares. La multitud enardecida quemó algunos locales públicos y tomó virtualmente en sus manos parte de la gestión local.

Ni la policía ni la institución castrense «se compraron el pleito» y optaron simplemente por observar, inusualmente cautas, el desarrollo de los acontecimientos, en tanto que la derecha capitalina demandó abiertamente el «uso de la fuerza» para «restablecer el orden».

Un giro de ese signo, sería por cierto como pretender apagar el fuego con gasolina. Y podría derivar en una confrontación de alto riesgo para la seguridad y la vida de la gente. Aunque, por ahora, se ha resuelto uno de los puntos de la demanda cívica, falta todavía un camino que recorrer.

Consciente de ello, Ollanta Humala ha formulado una crítica pública al presidente García y un llamado abierto a la población puneña. El gobierno -en época electoral, ha dicho- «no puede dar una serie de decretos que entregan concesiones mineras en lugares donde ellos saben que tocar estas zonas tiene una connotación importante» y la ciudadanía debe ser consciente que el régimen «está generando esa situación para enturbiar el proceso electoral en una región profundamente nacionalista».

Un segundo tema que concita la atención internacional es un hecho quizá inédito en la historia del país. Por primera vez en muchos años, en efecto, millares de personas están saliendo permanentemente a las calles para expresar su repudio a la candidata de Fuerza 2011, hija de Alberto Fujimori y calificada vocera de la Mafia.

Usualmente en el Perú ha ocurrido que antes de una consulta electoral, se desarrollen movilizaciones de masas a favor de un candidato. Pero nunca en contra de otro. Por Prado, o por Belaúnde, por García, Barrantes o por Toledo, o por el propio Fujimori o Vargas Llosa, en su momento, se registraron masivas movilizaciones ciudadanas. Pero en ningún caso hubo acciones de esa envergadura recusando a un candidato. El fenómeno, ha asomado hoy en el Perú.

Desde hace algunas semanas virtualmente todos los días se suceden acciones masivas en repudio a Keiko Fujimori. Estudiantes, jóvenes, mujeres, jubilados, desocupados y trabajadores del área rural y urbana y de distintos gremios, salen a la calle con grandes carteles y banderolas para expresar su rechazo al eventual retorno de la Mafia a la conducción del Estado. Está madurando una vigorosa voluntad de resistencia que dificultará en el futuro cualquier plan de retorno al pasado.

El jueves 26 de mayo tuvo lugar la hasta hoy mas importante y masiva de estas demostraciones. Millares de pobladores se desplazaron, en efecto, por las principales avenidas de la capital cantando himnos, mostrado banderas y lanzando consignas se rechazo masivo a la candidata Fujimori. Casi el 80% de los concurrentes eran jóvenes, mujeres y ancianos, unidos por una misma causa: impedir el retorno de la barbarie.
Pero el hecho no ocurrió solamente en Lima. También en Arequipa, Trujillo, Ayacucho, Tacna, Iquitos, Cusco. Chiclayo y otras ciudades del interior del país, millares de personas hicieron lo propio, mostrando su firme voluntad de impedir la restauración del régimen depuesto el año 2000, y al que representa hoy la hija del mandatario de entonces.

La derecha continúa en su esfuerzo por concentrar todas sus fuerzas atacando al candidato del Partido Nacionalista. Cuenta, para el efecto, con cuantiosos recursos, pero también con el control de los principales medios de comunicación a los que usa a su antojo. Tiene en sus manos importantes resortes del Poder y obra a la sombra de los servicios secretos del Perú y del exterior que suman esfuerzo y voluntad para doblegar la voluntad de los peruanos.

En Lima, el Cardenal Cipriani -en un hecho inusitado- utiliza incluso el púlpito de la Catedral para llamar a la población a compartir su simpatía por la candidata de la Mafia. Y le siguen ciertos segmentos de a Iglesia oficial, de los Partidos y Movimientos de la Derecha y otros grupos afines.

Recientemente fue publicado en un diario de la capital un aviso pagado a página entera en representación de un supuesto Movimiento de «Tradición y Acción por un Perú Mayor», engendro neonazi que desafía la conciencia cívica de la población desde las posiciones del anticomunismo más desenfrenado, elemental y primitivo, ese que alentaba la CIA en los años de la «guerra fría» y que hoy revive en las pantallas de la TV y en las publicaciones de la prensa mafiosa.

El llamamiento que exhorta a los peruanos a «votar contra el marxismo» elude por cierto cualquier referencia a la corrupción que encarna la abanderada de Fuerza 2011, y cuya imagen se ha deteriorado por revelaciones recientes referidas a los delitos de estafa cometidos no sólo por su propia familia, sino también por la de su esposo, Mark Villanella, un extraño ciudadano norteamericano, sin trabajo conocido, pero sí con muchos recursos disponibles.

En el áspero camino pre electoral, aun es mucho lo que puede esperarse. Y las definiciones están a la orden del día. Como bien dice el poeta Arturo Corcuera, «no hay tiempo para volverse neutral». Pero, ante todo, es indispensable mantener vigilancia, serenidad, fortaleza; y, sobre todo, mostrar confianza en un movimiento popular que viene desde lo más profundo del Perú, y que se perfila como la fuerza de victoria. Hay que cerrar el paso a las provocaciones contra el pueblo.

Gustavo Espinoza M. Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.