Septiembre es quizás al más marcado de la historia contemporánea. Registra grandezas y miserias. En lo personal es el mes del natalicio de seres bien amados como mi compañera al borde del medio siglo ,así como de hermanos que, aunque no de sangre, son amigos excepcionales dignos del rango de familiaridad. El siete se produjo […]
Septiembre es quizás al más marcado de la historia contemporánea. Registra grandezas y miserias. En lo personal es el mes del natalicio de seres bien amados como mi compañera al borde del medio siglo ,así como de hermanos que, aunque no de sangre, son amigos excepcionales dignos del rango de familiaridad.
El siete se produjo el indiscutible galardón reivindicativo de nuestra soberanía, gracias a la voluntad patriótica del Comandante Omar Torrijos Herrera, que interpretó el mandato generacional, y, quien justamente en este mes, se eleva a niveles inconmensurables de no haber entrado físicamente, buscando protagonismo en el área canalera, sino en la historia.
Algunos detractores en su cariño por el neocolonialismo llegan a empantanarse en el servilismo hacia los genocidas que, desde el lanzamiento de bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, vienen acumulando crímenes que los despojan de autoridad moral para erigirse en defensores de la humanidad, apelando a la mentira de que son una democracia que lucha por la libertad, cuando en sus mismas entrañas coartan el derecho a vivir, sin espionaje del gobierno.
El once se conmemora también un acto criminal deleznable, que algunos estadounidenses califican de auto atentado porque fue ejecutado por Al Qaeda, cuyos líderes fueron apoyados y protegidos para que escaparan. Tamaña contradicción que, cabalmente, en este mes el presidente Obama está aliándose al ejecutor de la masacre, con su paranoica obsesión de arrasar, no con el mandatario sirio sino con todo un pueblo que no tiene petróleo y que es víctima, como dice el Papa Francisco, del inhumano e ilegal negocio del tráfico de armas, que es superior al multimillonario trasiego de drogas en que Estados Unidos es el primer consumidor.
Estas realidades no parecen importarle a quienes censuran que el Comandante Omar haya suscrito el tratado que le devolvió dignidad y soberanía al pueblo panameño, tras soportar el escarnio de tantos gobiernos serviles que, por proteger sus mezquinos intereses, se sometieron al vasallaje imperial. Como si Washington respetara el derecho internacional o los tratados que firman. Ninguna cláusula vale nada para ellos y peca de ingenuo quien cree en la buena fe de los gringos. Tratan de confundir a la opinión pública con un argumento que evade la realidad de una fuerza no sólo militar, sino que cuenta con aliados cómplices a nivel del planeta, como los gobiernos europeos y las potencias que controlan la fabricación y comercialización, legal e ilegal, de las guerras fratricidas que siembran por el mundo.
Y un once de septiembre, se produjo el golpe de estado contra el gobierno constitucionalmente elegido en 1973 por el pueblo de Chile. Quien derrocó a Salvador Allende? Fue la CIA, el régimen norteamericano que ha ejecutado genocidios en Panamá y otros puntos del globo. No tienen el menor respeto por la humanidad, Incluso, les vale un pepino el apoyo de sus aliados a quienes humillan espiándolos porque saben que, por sus ambiciones económicas, se inclinan ante el poderoso proclamando su carencia de autoestima y dignidad. Allí está la Francia de la Toma de la Bastilla, cuyo gobierno hoy no se atreve a erguirse virilmente ante el intolerable abuso de una maquinaria de muerte, guerras y dolor de seres inocentes, tirando por la borda todos los principios de libertad, justicia e igualdad.
Estados Unidos utilizó a la extrema derecha chilena, al ejército cuyo comandante Augusto Pinochet fue nombrado por Allende quien, inocentemente, aceptó la recomendación del General Pratts, que después fue asesinado por órdenes del tirano. El canal de Chile TV, este 9 de septiembre, en un Informe Especial, hace un recuento del golpe y sus secuelas, nos retrata algunas similitudes del déspota asesino que martirizó a los hermanos chilenos, con el lenguaje utilizado por quien en este país, asume las mismas características autoritarias que el émulo de Satanás le inyectó a la epidermis chilena.
El testimonio de los variados personajes, unos favoritos de Pinochet, y otros víctimas de la dictadura, dejan claro, entre otras cosas, que el sátrapa era un oficial sin cultura, vulgar, mal educado e ignorante. Las grabaciones en que da órdenes a sus subalternos en los momentos de la ejecución criminal contra los chilenos, lo retratan de cuerpo entero: «Estos mugrientos», calificaba a los patriotas que se inmolaban en la resistencia. Un oficial declaró que cuando a través de un edecán le ofreció un avión para salir del país, estando el Presidente en La Moneda dispuesto a morir, el tirano le dijo que lo trepara al aparato y que luego «el avión podría caerse», lo que cínicamente revela que su intención era, no facilitarle una salida, sino asesinarlo. Hasta donde llegó la maldad de Pinochet contra un hombre dispuesto al sacrificio personal que al expresarle el edecán del Presidente mártir que estaba dispuesto a dispararse la última bala de su arma, le ripostó groseramente:»ese no se atreve a dispararse ni una bala de goma». A fin de cuentas Allende, ahora no se sabe, si logró dispararse o simplemente fue ultimado por uno de los esbirros del sátrapa. Y es que tuvo el coraje de cumplir su juramento como todo un varón, Mientras Pinochet tuvo que pagar cárcel por ladrón denunciado por esos mismos que lo endiosaron. Que los cipayos de nuestro país, se miren en ese espejo.
Si la energía que emplean al odiar un logro reivindicativo de la dignidad nacional la utilizaran en denunciar las tropelías que sigue ensayando el imperio para retrotraernos a la etapa de mísera colonia yanqui, los mártires del pueblo se lo agradecerían.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.