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América Latina: vindicaciones irrenunciables

Fuentes: AIN

Parece algo casi irreal que en esta época del desarrollo humano todavía los organismos internacionales, como el Comité de Descolonización de la Organización de Naciones Unidas (ONU), tenga materias pendientes como para debatir, analizar y exigir responsabilidades a unos cuantos poderosos empecinados en mantener su total control sobre porciones de tierra ajenas. Sin embargo, no […]

Parece algo casi irreal que en esta época del desarrollo humano todavía los organismos internacionales, como el Comité de Descolonización de la Organización de Naciones Unidas (ONU), tenga materias pendientes como para debatir, analizar y exigir responsabilidades a unos cuantos poderosos empecinados en mantener su total control sobre porciones de tierra ajenas.

Sin embargo, no hay que hacer largo recorrido en la geografía mundial para tropezar con estos casos los cuales suenan insólitos a algunos oídos, como si el tiempo no hubiese transcurrido y las grandes potencias colonialistas resulten, en buena medida, cosa del pasado.

Así, en nuestro propio hemisferio, y a cuenta de metrópolis sumamente identificadas y grandes socias en eso de transgredir y aplastar las prerrogativas de otros, los Estados Unidos y Gran Bretaña asistimos a dos sonadas muestras de coloniaje: la de Puerto Rico, en pleno Mar Caribe; y la de las islas Malvinas, en el lejano Atlántico Sur.

Casos que, por demás, han sido objeto de innumerables análisis y resoluciones condenatorias a los empecinados prepotentes quienes se niegan de forma deliberada a toda solución sensata y respetuosa de los derechos de los pueblos.

En consecuencia, y con referencia a Puerto Rico, en los recientes debates del Comité de Descolonización fue presentada por Cuba otra nueva demanda a Washington para que ponga fin a su tutela sobre esa indiscutible porción de suelo latinoamericano y caribeño.

El documento, patrocinado además por Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, exige de la Casa Blanca la instrumentación de la Resolución 1514 de la Asamblea General de la ONU para la plena soberanía e independencia de la nación boricua, que este julio cumplirá 113 años de ocupación y conculcación Made in USA.

Quiso tal vez el azar que este debate se produjese casi en medio de la presencia del mandatario gringo, Barack Obama, en suelo puertorriqueño, en maniobra demagógica del ocupante de la Oficina Oval quien dejó intacto el status de dominación norteamericana que pesa sobre ese territorio.

Mientras, y prácticamente en coincidencia con la visita a Buenos Aires del secretario general de la ONU, Bam Ki Moon, quien guardó silencio sobre el tema a pesar de las directas referencias hechas por la presidenta Cristina Fernández, el Comité de Descolonización volvió a asumir la violación de los derechos argentinos por Gran Bretaña en relación con las Malvinas.

En ese sentido, la representación cubana en las discusiones reiteró el sostenido apoyo de la Isla a las demandas de la Casa Rosada de la negociación justa con Londres sobre este caso de coloniaje, y precisó que mientras ese sensato reclamo no se instrumente, las autoridades inglesas deben abstenerse de actos que socaven los derechos argentinos.

Se trata, en concreto, de exploraciones y perforaciones petroleras indiciadas por Gran Bretaña de forma unilateral, así como medidas restrictivas en materia pesquera, junto al reforzamiento militar de la metrópoli europea en el archipiélago.

ento con Buenos Aires, con lo que se soslaya la historia de ocupación por la fuerza de ese territorio insular, parte indisoluble de Argentina desde los tiempos de la irrupción española en el Sur de América.

Para Cuba, solidaria siempre con sus hermanos del área, reiterar el apoyo a los pueblos de Puerto Rico y Argentina constituye, junto al deber elemental, inviolable principio de justicia, equidad y respeto.

Elementos cuya violación sistemática por los poderosos ha acarreado a nuestras naciones severas heridas territoriales y hasta violentos enfrentamientos militares, como los episodios malvinenses de la década de los ochenta, con su secuela de muertes y destrucción.

Porque solo eso se deriva de las políticas prepotentes fomentadas por aquellos quienes aún se estiman elegidos sobre la faz del planeta, y señores de repartirse tierras y pueblos a su antojo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.