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Existe incertidumbre en la economía y la política contemporánea, lo que habilita un gran debate mundial sobre lo que acontece, en el marco de la pandemia. El interrogante es como sigue la historia, en lo económico y en lo político.

Todos los análisis coinciden en la gravedad sanitaria y económica del momento, con 150 millones de contagiados y 3 millones de muertos por Covid19. El problema lleva más de un año desde la declaración de la pandemia en marzo 2020.

La suba de los precios sigue siendo un problema en la Argentina. Muy pocos países presentan esta situación, en la región y en el mundo, lo que genera debates sobre las causas y las formas de superación del problema.

Hubo elecciones en Bolivia, Ecuador y Perú, para gobernaciones en el primer caso y presidenciales en los otros. Los resultados, aun en análisis, con múltiples consideraciones según la orientación ideológica y política del o la comentarista, darán todavía mucho que hablar. Lo cierto es que todo está en movimiento, a izquierda y a derecha del arco político y no sirven consideraciones desde la emoción, sino de la complejidad y la crítica.

La reunión de primavera (del norte) del FMI y el Banco Mundial aportó nuevas proyecciones sobre la evolución de la economía mundial. Dice el organismo que el rebote será mayor al previsto hasta hace muy poco, pero con tendencia a reducir el ritmo de recuperación para el próximo año. Dice el informe de la reunión de los organismos:

Cuando todavía persiste la incertidumbre sanitaria y económica, se empieza a mensurar el rebote de la economía mundial, lejos de recuperar la tendencia, pobre, por cierto, previa a marzo del 2020. Una de las incógnitas es para cuándo podrá recuperarse esa perspectiva de crecimiento en el capitalismo global.

Hacia 1975 nos sorprendió el incremento de la pobreza y de la indigencia, tanto la pobreza por ingresos, como la estructural o de las necesidades básicas insatisfechas (NBI).

El dato relevante es la inyección de 650.000 millones dólares en una pronta emisión de Derechos Especiales de Giro (DEG), la moneda del FMI, o la fuerte emisión de los principales países capitalistas del mundo [1].

La tercera década del Siglo XXI se nos presenta dramáticamente, ya desde hace un año, con la pandemia por el coronavirus, con gravísimas secuelas de 124 millones de contagiados y casi 2,8 millones de muertes en todo el mundo, sin horizonte de solución inmediata.
Prontos a conmemorar un nuevo 24 de marzo, vale recuperar en el presente que esos problemas que hoy se acumulan y nos laceran, pobreza, indigencia, desempleo, subempleo, violencia social, entre muchos, tienen origen en la historia larga, pero muy especialmente en el tiempo fatídico de profundos cambios estructurales. En efecto, fue en torno al 76, aun antes y desde mediados de 1975, el país comenzó a mutar en lo económico, en lo político y en lo social.