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Entre los muchos interrogantes que recibo a diario se anotan los relativos a qué ocurre de especial en la Argentina que no logra estabilidad de largo aliento, sea en el crecimiento económico como en materia de precios. La comparación es con los países vecinos y otros en el mundo.

El interrogante que encabeza esta reflexión es pregunta habitual que hace décadas incluyo en mis cursos sobre Economía Política, lo que genera un gran debate. La misma pregunta remite a la tierra. ¿Tiene valor la tierra?
En variadas ocasiones escucho decir, o leo, que el “neoliberalismo” ha fracasado, y creo entender lo que se pretende trasmitir, especialmente cuando el que emite la opinión orienta sus conclusiones a la denuncia del impacto socio económico regresivo.
Acaba de difundirse el informe de la OCDE sobre las perspectivas de la economía mundial [1], en donde señala que existe una mejora respecto del informe previo de diciembre pasado, pero que está siendo desigual y en “de la eficacia de los programas de vacunación y las políticas de salud pública”, al tiempo que informa sobre el diferente ritmo de recuperación del PBI per cápita.
La inflación preocupa en la Argentina y empieza a aparecer como problema en otros países, especialmente en EEUU.

La emergencia sanitaria por el COVID 19 nos trae sorpresas. El tema no se resuelve aun iniciado el proceso de vacunación y claro, la concentración de las vacunas en los pocos países de gran capacidad económica demora la posibilidad de inmunización de la población mundial.
Reaparece la discusión sobre las retenciones a las exportaciones de bienes, ahora a propósito de la suspensión por 30 días de las ventas de carne al exterior.

Es normal que el lenguaje vaya cambiando, incluso que a ciertos procesos se los vuelva a nominar, según la hegemonía o el interés de cada momento.
El presidente de EE.UU. habilitó un debate sobre el financiamiento del Estado al presentar en el Congreso de su país el «Plan de Familias Estadounidenses», con un costo de 1,8 billones de dólares.

Está abierta la interna del frente en el gobierno, nada menos que en el área de la economía. Se discute al ministro, pero especialmente la política económica, el qué hacer, con las tarifas, con la deuda y las reservas, con la inflación, la pobreza y la desigualdad. Incluso, el problema está en cómo seguir y si privilegiar la disputa del consenso de los sectores populares o acordar con el poder, en especial con el FMI.