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En aquellos doce años de ofensas imperdonables y heridas aún abiertas, el déspota nombraba gobernadoras provinciales y fingía con ello aprecio hacia las mujeres.
El país que describe Luis Abinader es aquel cuya economía ha crecido en más del doce y medio por ciento, espera grandes inversiones en sectores como energía y turismo y ha logrado avances en salud, educación y cobertura de servicios sociales.
“¿Saben?, tenemos que colaborar con el sector privado para combatir la corrupción y construir economías más equitativas, en las que más personas puedan participar de los beneficios”, dijo Joe Biden el 10 de diciembre en la clausura de la Cumbre por la Democracia, un encuentro que debió denominarse Cumbre por la Continuidad del Neoliberalismo.
Luis Abinader, un gobernante a quien sus bien pagados aduladores presentan como sensible y cercano a las mayorías, reiteró el pasado lunes que continuará la detención y repatriación de embarazadas haitianas.
Luis Abinader, presidente dominicano, y Ariel Henry, primer ministro haitiano, actúan como gobernadores de dos colonias vecinas en la misión de resguardar los intereses de las corporaciones multinacionales y en la tarea de obedecer a los estrategas imperialistas.
En 1960, el vicesecretario de Estado Lester D. Mallory recomendó castigar con hambre y otras privaciones el apoyo de la población cubana al joven y carismático líder Fidel Castro Ruz.
El llamado a no viajar al otro lado de la isla y el anuncio de que debido al “acentuado deterioro de la gobernabilidad en Haití” suspendió el viaje al Reino Unido, donde participaría en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), precedieron la solicitud de Luis Abinader de que Haití sea ocupado por tropas yanquis.
La declaración del embajador de Haití en Santo Domingo, Smith Agustín, apoyando la construcción del muro en la frontera, evidencia que el rediseño de los métodos de vigilancia y control de la legalidad constituye un proyecto común de los sectores dominantes en ambos países.
La Organización de los Estados Americanos, OEA, no es un espacio de integración regional, sino un organismo que la derecha continental utiliza para apuntalar el atraso político.
El relato no sirve para articular una buena historieta, pero los más influyentes medios de información lo repitieron durante muchas horas y varios de sus principales analistas lo utilizaron para presentar a Nicolás Maduro como el gobernante que financió el atentado.