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Víspera del 27 de junio, a 48 años del golpe de Estado. Aquella fatídica noche, el Presidente electo Juan María Bordaberry disolvió las cámaras legislativas. Se inauguraba así, la noche más larga y tenebrosa de la historia uruguaya.
Se suele decir que la grieta es entre populistas y republicanos, tolerantes e intolerantes, entre delincuentes y «ciudadanos de bien», entre izquierda y derecha, pero la verdadera grieta es entre oligarquía versus pueblo. La segunda semana de junio dejó claro de manera meridiana que los que pregonan que la lucha de clases no existe, son justamente quienes se encuentran en la vereda de enfrente de los trabajadores.
El Presidente derechista Luis Lacalle Pou anunció este 7 de junio una nueva suba de tarifas de combustibles del 12%, y es el segundo en este 2021, que no solo afectará a camioneros, automovilistas y motociclistas y a los productoes agrarios, sino también a la población de menores recursos que utiliza el supergás para calentarse en el invierno que ya llega.
En las próximas semanas Uruguay volverá a tener una nueva ley de medios propuesta por el gobierno derechista de la Coalición Multicolor liderada por Luis Lacalle Pou, una norma que reviste un retroceso en materia de derechos, de concentración de medios en pocas manos y falta de transparencia.
El gobierno neoliberal uruguayo le ha dado la concesión de la terminal portuaria de la Cuenca del Plata a la empresa belga Katoen Natie hasta el año 2081. Esta es la única terminal de contenedores especializada de Montevideo. El acuerdo ha sido a puertas cerradas, sin consulta al Parlamento ni a ninguna institución estatal.
Por segundo año consecutivo, la Marcha del Silencio, que se realiza todos los 20 de mayo en memoria de los detenidos-desaparecidos de la última dictadura en Uruguay (1973-1985), fue de manera virtual.
Tanto desde el punto de vista doméstico como internacional el gobierno de la derechista Coalición Multicolor liderado por Luis Lacalle Pou viene siguiendo a pie juntillas los designios de los poderes fácticos. Y para muestra basta un botón: En la última encuesta de la consultora Cifra, el 85% del empresariado respalda la gestión de Lacalle.
Las ollas populares se han multiplicado en Uruguay desde hace un año. El gobierno pasó de ignorarlas a contratar una ONG para tercerizar su gestión y concebirlas como un negocio. La ayuda gubernamental a los cada vez mayor número de necesitados, está muy lejos de ser digna.
En Uruguay parece que no pasa nada, hasta que pasa. Siempre el cuento autorrecitado de la excepción en Sudamérica, más europeos que latinoamericanos, más cautos que rebeldes, más reactivos que activos. A su modo, a su estilo y a su escala, el fenómeno de la grieta y la polarización crece tierra adentro y ya no tiene retorno.
La crisis en Uruguay se expresa de manera multidimensional. El sistema de salud y el educativo, la situación económica y laboral se resquebrajan día a día. Es incuestionable lo que implica la pandemia, pero como decía un viejo psicólogo: hay que enfocarse en cómo salir del pozo y no cómo llegamos a él.