Tras los acuerdos de Pretoria (Sudáfrica), firmados en noviembre del año pasado entre las autoridades de la región rebelde de Tigray y el Gobierno central del Primer Ministro etíope, Abiy Ahmed, finalizó formalmente la guerra interna que durante dos años produjo miles de muertos, millones de desplazados y la destrucción de ciento de miles de viviendas, instalaciones gubernamentales e infraestructura básica para las poblaciones donde se desarrollaron los enfrentamientos, además de poner en riesgo la estabilidad de varios países de la región.