David Brooks | 

Iniciativas de «ayuda mutua» -donde el apoyo está organizado horizontalmente para beneficiar a todos los participantes– están brotando en diversas esquinas del país, y con ello florece esa solidaridad que suele aparecer ante actos catastróficos para una sociedad. Son respuestas colectivas basadas en la lección básica de esta pandemia; lo que hacen todos y cada quien afecta a todos los demás.

En plena pandemia del COVID-19, con un panorama económico que hace enfrentar al mundo a una profunda recesión, la conducta de personajes como el presidente estadounidense y su administración, contra los pueblos de Venezuela, Cuba e Irán, principalmente, obligan a denunciar esta conducta criminal y repulsiva, que representa la naturaleza de los gobiernos de Estados Unidos.

No fue Trump, no fue debido a una guerra, no fue debido a una crisis económica mundial, uno de los golpes más fuertes que han recibido los inmigrantes en este año 2020, lo ha venido a propinar una pandemia.

El bloqueo a Cuba y Venezuela es un crimen de lesa humanidad que merece el castigo de la Corte Internacional de Justicia y la protesta de las naciones del continente.

El COVID-19 y las condiciones de trabajo en un servicio desbordado

Jake Bittle | 

Mientras que el coronavirus se propaga por EE.UU., el servicio postal desempeña un papel esencial -mantener las relaciones en el país- protegiendo a sus trabajadores y clientes. Y esto no se limita a la desinfección o al distanciamiento social: hace tiempo que muchas oficinas de correos no tienen suficiente personal y el coronavirus está empujando a una mano de obra sobrecargada hacia el punto de ruptura.

Salud y mercado

En Estados Unidos la epidemia causada por el coronavirus ha puesto de manifiesto la improcedencia de dejar la salud a merced del libre mercado y la necesidad de que el Estado asuma su responsabilidad básica en esta materia, lo que hasta ahora es una asignatura pendiente para la superpotencia.

Alfredo Jalife-Rahme | 
La pandemia de Trump

En la ciudad de Nueva York ​​se están improvisando hospitales en lugares como el Centro de Convenciones Javits, mientras que los trabajadores médicos, que están en la primera línea de batalla, se apresuran a buscar equipos de protección personal para no infectarse mientras cuidan de los otros. Esta ciudad de más de ocho millones de personas, con su economía en pausa y sus clínicas, hospitales y unidades de cuidados intensivos muy cerca del límite de su capacidad, se está preparando para un aumento masivo de pacientes.

COVID-19

Yann Mens | 

Ya en el límite de sus capacidades en tiempos normales, equipado con menos médicos y camas de hospital por habitante que el promedio de los países de la OCDE, mientras que es mucho más costoso y menos eficiente (esperanza de vida, mortalidad maternal e infantil), ¿podrá el sistema de salud estadounidense absorber el impacto del Covid-19?

No obstante su riqueza y su desarrollo científico y técnico, Estados Unidos ha mercantilizado a tal punto los servicios de atención sanitaria que no dispone ya, hablando con propiedad, de un verdadero sistema de salud pública, como sí tienen, en sus distintas realidades, México, Argentina, Costa Rica, Venezuela, o Cuba.