
NAIROBI – Un niño de dos años llora sin parar mientras su madre atiende a los clientes en su puesto de verduras en las afueras de la capital de Kenia. La madre, Esther, de 25 años vende espinacas, cebollas, tomates, ajos y pimientos verdes en una esquina de la calle para complementar el «escaso» salario de su marido en la construcción.