En 2018, las asociaciones de víctimas del terrorismo de ETA lamentaban la traición de Mariano Rajoy. Desde que el PP había llegado al Gobierno en 2011, nada de lo que les habían prometido cuando hacían una feroz oposición a Zapatero se había cumplido. Entonces, los conservadores acusaban al presidente de «traicionar a los muertos» y se manifestaban en las calles por que el Gobierno socialista intentase (como el de Aznar) acabar con la banda terrorista mediante el diálogo, previo paso por el Congreso para informar a los ciudadanos/as. Era la época de entregar Navarra, de romper España por Euskadi, de bailar sobre las tumbas de los/as asesinados y de comer hijos de guardias civiles al anochecer en Moncloa para contentar a ETA, que se disolvió finalmente en octubre de 2011 sin apocalipsis alguno.