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Como Alianza de Organizaciones de Derechos Humanos, afirmamos la importancia de que los pueblos ejerzan su legítimo derecho a disentir, a través de manifestaciones y protestas.

El Tribunal Supremo Electoral (TES) ofrece los datos definitivos

El Tribunal Supremo Electoral (TES) de Bolivia anunció hoy que había escrutado el cien por cien de los votos emitidos en las elecciones del pasado domingo y que otorgan una abrumadora victoria al Movimiento Al Socialismo (MAS).

Nueva etapa del MAS

El triunfo de Luis Arce en primera vuelta sorprendió incluso dentro de las filas del MAS y confirmó el fracaso del “voto útil” en su contra. Ni siquiera unida la oposición hubiera logrado imponerse. Durante casi el año que duró el gobierno de Áñez, el MAS logró entender la nueva etapa, revisar sus propios errores y hasta generar nuevos liderazgos. Sin embargo, su gobierno no será nada fácil en un escenario regional posprogresista y una economía muy complicada.

Más allá de lo anecdótico, el intercambio entre el republicano que aspira a la relección y el exvicepresidente demócrata que busca volver a la Casa Blanca fue una nueva exhibición del alarmante deterioro de la democracia estadunidense. No sólo por la ausencia de propuestas sino por lo cercanas que resultan unas posturas que se pretenden antagónicas.

Más de 500 menores separados de sus padres al entrar en EE.UU. se han quedado solos. Han fallado las administraciones y hemos fallado todos. Los cuerpos de los inmigrantes constituyen la base de la dieta neoliberal.

Desde una perspectiva histórica y estratégica, la victoria de Luis Arce en Bolivia, es equiparable a la primera victoria electoral de Hugo Chávez el 6 de diciembre de 1998 en Venezuela, misma que tendrá importantes repercusiones geopolíticas y geoestratégicas, si se es consecuente con ese respaldo abrumador del pueblo boliviano al Movimiento Al Socialismo – MAS, y se hacen las cosas que se tienen que hacer.

Dos tesis –que conforman una mirada más sobre este problema público– son necesarias para comprender mínimamente las causalidades, magnitud y alcances de la violencia relacionada al crimen organizado y a otros macroeventos como las guerras o las luchas por la hegemonía en el sistema mundial: en principio, los fenómenos propios de las violencias –especialmente de la criminal, la política o la militar, aunque con sus respectivas especificidades– y la corrupción que le reproduce y perpetúa son relaciones sociales consustanciales al capitalismo y a la configuración del poder –en esencia asimétrico– en cualquiera de sus formas.

Un observador poco atento podría sorprenderse al leer esto. ¿No era Uruguay sinónimo de progresismo? ¿El país de la marihuana y el aborto legal, de la legislación laboral y la «democracia plena»? La asunción del nuevo gobierno, una coalición de derecha y centroderecha, encuentra a la izquierda uruguaya debilitada y confundida. Pero ello no quiere decir que esté derrotada.

Para el Minjindang o Partido Democrático Progresista (PDP), desde el 2012 en el poder en Taipéi, es hoy una misión imposible disimular sus preferencias por Donald Trump en la carrera electoral estadounidense que se sustanciará el próximo 3 de noviembre.