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El Salvador

Competitividad, inversiones y violencia contra las mujeres

Fuentes: Rebelión

«No puede existir confianza si las palabras des- caracterizadas no coinciden con los actos. Decir una cosa y hacer otra, no tomando la palabra en serio, no puede ser estímulo para la confianza». Paulo Freire   La reciente aprobación de las reformas a la Ley de Zonas Francas ha sido una nueva oportunidad para que […]

«No puede existir confianza si las palabras des- caracterizadas no coinciden con los actos. Decir una cosa y hacer otra, no tomando la palabra en serio, no puede ser estímulo para la confianza». Paulo Freire

 

La reciente aprobación de las reformas a la Ley de Zonas Francas ha sido una nueva oportunidad para que la dirigencia de los partidos políticos de nuestro país nos recuerden que, más allá de los discursos de unidad, cambio y/o buen vivir con los que pretenden mejorar su popularidad en las encuestas, una cosa es lo que prometen a la clase trabajadora y otra cosa muy diferente lo que están dispuestos a cumplirle.

En el contexto del proceso de reformas a esta Ley impulsado por el Ministerio de Economía para dar cumplimiento a la normativa de la Organización Mundial de Comercio (OMC), un amplio grupo de organizaciones de mujeres, sindicatos y entidades de defensa de los derechos humanos, presentaron a la Asamblea Legislativa una propuesta alternativa de reformas a dicha legislación. A diferencia de la propuesta del Ministerio de Economía -enfocada exclusivamente a garantizar las condiciones de rentabilidad de las inversiones privadas en las zonas francas- esta otra propuesta, tenía como finalidad, promover un mayor respeto a los derechos laborales de las mujeres que trabajan para las empresas maquiladoras dentro y fuera de las zonas francas.

En primer lugar, se propuso incluir de manera explícita los derechos laborales de las mujeres que producen desde sus domicilios para las empresas maquiladoras instaladas en las zonas francas, quienes realizan actualmente este trabajo, sin contratos, sin las prestaciones laborales reconocidas en la Constitución y en el Código de Trabajo, y con salarios inferiores a la tarifa oficial establecida. En segundo lugar, se planteó la necesidad de crear un fondo de garantía obligatorio para respaldar el pago de salarios y demás obligaciones laborales en caso de cierre o quiebra de las empresas; y en tercer lugar, se solicitó la creación de una comisión tripartita de carácter vinculante (no consultiva ni deliberativa), con la capacidad de documentar denuncias sobre irrespeto a derechos de trabajadores/as por parte de empresas maquiladoras amparadas a los beneficios fiscales la Ley de Zonas Francas y de solicitar la suspensión de estos beneficios, en caso de comprobarse estas violaciones.

La necesidad de estas reformas se fundamentó en la realidad de miles de mujeres salvadoreñas que experimentan cotidianamente en sus cuerpos y en sus mentes, el particular significado que la palabra «competitividad» tiene en las zonas francas del país. Competitividad en las zonas francas no es más que un eufemismo, que se utiliza para designar las precarias condiciones laborales bajo las cuales laboran las mujeres en las empresas maquiladoras.

Esta realidad ha sido retratada fielmente en el informe final de la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la Violencia contra las Mujeres, señora Rashida Manjoo, que visitó en el país en marzo de 2010, y que describe las condiciones de violencia a las que son sometidas las mujeres trabajadoras de las maquilas en los siguientes términos: «Las trabajadoras de las maquilas que dieron a conocer sus experiencias a la Relatora Especial relataron violaciones recurrentes de sus derechos, entre ellas el abuso verbal y físico por los supervisores, el acoso sexual, el ser sometidas a pruebas de embarazo obligatorias y la posterior denegación de empleo o el despido de las mujeres embarazadas. Las condiciones de trabajo, que se caracterizan por la exigencia de trabajar más horas que las ordinarias, sin remuneración por las horas suplementarias y con amenazas de despido y por un entorno de trabajo insalubre y riguroso, fueron comparadas por algunas interlocutoras al trabajo forzoso y a una forma moderna de esclavitud humana. En un contexto propicio para el desarrollo de problemas de salud graves, es especialmente preocupante la falta de cobertura médica, a pesar del pago de cotizaciones al seguro de salud. También es motivo de gran preocupación la situación de muchas mujeres que trabajan para las maquilas desde sus hogares, sin ningún contrato ni protección social».

Curiosamente, ni el Ejecutivo, ni los Aliados por la Democracia, ni ONUMUJERES, ni el Grupo Parlamentario de Mujeres, tomaron en cuenta este Informe de la Relatora Rashida Manjoo durante el proceso de búsqueda de consenso sobre el contenido de las reformas a la Ley de Zonas Francas. Seguramente, asumieron que los señalamientos de la Relatora Especial, no son políticamente convenientes en la coyuntura nacional actual, en la cual el discurso del crecimiento económico y de la atracción de inversiones extranjeras, se ha convertido en el leitmotiv de las campañas electorales y de las estrategias del Asocio para el Crecimiento.

En todo caso, el acuerdo final sobre las reformas a la Ley de Zonas Francas, no solo omitió las propuestas planteadas por las trabajadoras de las maquilas y demás organizaciones sociales populares, sino que fue un acuerdo alcanzado gracias a los buenos oficios del candidato presidencial del partido FMLN. Pocos días después, una delegación de este partido encabezada por su fórmula presidencial, realizó una visita de cortesía a la Zona Franca American Park. La crónica de esta visita elaborada por el semanario Siglo XXI (04.03.2013) destaca que la delegación del FMLN pudo constatar «las armoniosas relaciones entre la maquiladora American Park y el Ministerio de Trabajo» y que el profesor Salvador Sánchez Cerén tuvo la oportunidad de manifestar su complacencia por las reformas a la Ley de Zonas Francas impulsadas por el FMLN, puesto que «dinamizarán el empleo y aumentarán la inversión».

En este 8 de Marzo en que se conmemora el Día Internacional de los Derechos de las Mujeres Trabajadoras, no estaría de más que los hombres y mujeres que en El Salvador aún se consideran de izquierda y que, por ingenuidad o pragmatismo decidieron apoyar la propuesta de reformas a la ley de zonas francas haciendo a un lado las condiciones de sobre-explotación y de violencia de las mujeres trabajadoras de la maquilas, hagan un alto en sus apretadas e importantes agendas y se tomen el tiempo para recordar en este día que, es preferible equivocarse desde el lado de los oprimidos y oprimidas, y no tener la razón desde el lado de los opresores.

La autora es economista feminista, profesora de la Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas» (UCA) de El Salvador.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.