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Ríos Montt en Guatemala

El genocidio al banquillo

Fuentes: Rebelión

I. Sentado en la sala del Palacio de la Justicia en la Ciudad de Guatemala, observando el proceso de Efraín Ríos Montt, el general retirado, dictador y presidente de facto 1982-1983 y de su jefe de Inteligencia militar (G-2) Mauricio Rodríguez Sánchez acusados de genocidio y deberes contra la humanidad [i] , es quizás lo […]

I.

Sentado en la sala del Palacio de la Justicia en la Ciudad de Guatemala, observando el proceso de Efraín Ríos Montt, el general retirado, dictador y presidente de facto 1982-1983 y de su jefe de Inteligencia militar (G-2) Mauricio Rodríguez Sánchez acusados de genocidio y deberes contra la humanidad [i] , es quizás lo más cerca que uno puede estar al «Eichmann en Jerusalénˮ.

No es una comparación directa: el juicio del encargado del régimen nazi de organizar el transporte de los judíos a los campos de concentración y exterminación realizado en Israel en 1961 (retratado por Hannah Arendt en Eichmann en Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal [ii] , un clásico que volvió a este proceso un ícono de historia y política ) y el juicio de los militares guatemaltecos iniciado el 19 de marzo pasado después de unos 13 años de lucha para abrirlo [iii] , que en una campaña contrainsurgente arrasaron con la población civil, mayoritariamente indígena, no son lo mismo.

Los separan las particularidades y la «metodologíaˮ de los hechos (los genocidas guatemaltecos eran mucho más «rústicosˮ: asesinando en el lugar, abriendo vientres de mujeres y sacando tripas de niños, etcétera) y sus contextos; pero los unen las dimensiones históricas (es el primer juicio por genocidio en Guatemala tras el conflicto interno 1960-1996 que arrojó unos 200 mil muertos y el único así el mundo en una corte nacional) y la esencia del delito.

II.

Tiene razón Ricardo Falla, un antropólogo y jesuita, autor entre otros de un libro-denuncia Masacres de la Selva (1992), que analizando las bases jurídicas del genocidio (según la ONU) y poniéndolas en el contexto de Guatemala, subraya que el genocidio allí tenía sus propios rasgos: «sería un error y una trampa ideológica compararlo con el genocidio nazi y concluir que aquí éste no ocurrióˮ; según Falla, éste tuvo lugar y se realizó por dos vías: 1) masacres de todas aldeas y 2) desplazamiento y sometimiento al hambre, enfermedades, frío, etcétera. [iv]

El expediente presentado por el Ministerio Público y otros querellantes como Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos (Caldh) y Asociación para la Justicia y Reconciliación (AJR) que trata de probar la tesis de genocidio se limita al llamado «triángulo ixilˮ en el departamento del Quiché y al periodo entre 23 de marzo de 1982 y 8 de agosto de 1983 (cuando Ríos Montt permanecía en el poder después de un golpe de Estado militar y hasta que haya sido depuesto por un siguiente putsch). En aquel lugar y en aquel tiempo los masacres y asesinatos con el objetivo de «quitar el agua al pezˮ y quitar el mar humano a la guerrilla eran más sistemáticos revelando una intencional y planificada política del Estado (plasmada en los planes militares: Sofía, Victoria 82 y Firmeza 83) para exterminar a los mayas-ixiles, considerados un «enemigo internoˮ y base de apoyo de la guerrilla que fueron 1) masacrados por el ejército en 16 matanzas colectivas con saldo de mil 771 muertos – cerca del 20 por ciento de su población (el 38 por ciento de los cuales fueron niños) 2) desplazados hacia la montaña – unos 30 mil personas 3) y los demás recluidos en condiciones de campos de concentración en las llamadas «aldeas modeloˮ. [v]

Según la defensa, la oligarquía, empresarios y exmilitares e ideólogos anticomunistas agrupados en el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), en la Asociación de Veteranos Militares (Avemilgua) o en la Fundación contra el Terrorismo que financió un sintomático panfleto producto de la mejor propaganda de la Guerra Fría: La farsa del genocidio en Guatemala. Una conspiración marxista desde la iglesia católica I-II [vi]   – ¡sic! – se trata de una «fabricación jurídicaˮ.

III.

Un buen ejemplo de este negacionismo han sido los testimonios de los testigos de Ríos Montt, que siguieron después de más de cien víctimas ixiles y peritos que hablaron de masacres, violaciones, torturas, desplazamiento, persecuciones, quema de aldeas y milpas por parte del ejército – «vejaciones que estremecerían hasta el mismo Heydrich o Himmlerˮ cómo los calificó Marta Elena Casaús Arzú, socióloga y una de los peritos que fue convocada por los querellantes.

Según Alfred Kaltschmitt ( 16 de abril), un periodista de origen costarricense, exdirector de la Fundación de Ayuda al Pueblo Indígena (Fundapi) que gestionaba «proyectos de desarrolloˮ en la área ixil, miembro de la misma Iglesia del Verbo que Ríos Montt «el ejército protegía y salvaba a los ixilesˮ (sic), «las aldeas modelo no eran campos de concentraciónˮ (sic), «el programa de Frijoles y Fusiles y las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) trajeron la paz en la regiónˮ (sic) y los años 1982-83 «eran los mejores tiempos del ejércitoˮ (¡sic!), versión repetida por Howard Whitbeck (17 de abril), un empresario guatemalteco, asesor y colaborador cercano de Ríos Montt, también vinculado con la iglesia evangélica y también a cargo de «programas de desarrolloˮ en el «triángulo ixilˮ (es interesante como los círculos evangélicos y el «desarrolloˮ se insertaban en la política militar contrainsurgente), curiosamente ambos ladinos que desde su visión paternalista se lamentaban por «pobres ixiles manipulados por la guerrillaˮ…

No testificó ingún ixil «salvadoˮ por el ejército. ¿Será que – igual que en aquella vieja caricatura de un marine – la mayoría de ellos fue «salvada del comunismoˮ hasta la muerte? [vii] (como apunta Falla, desde el racismo imperante del Estado toda la población indígena fue considerada como «expendible», con tal de «salvar a la patria del comunismoˮ [viii]).

Cómo apunta Frank La Rue, el Relator Especial de la ONU para la libertad de expresión (y uno de los fundadores de Caldh), en Guatemala existe toda una cultura de negación de los hechos; sin embargo el genocidio es una realidad imposible de negar que más bien hay que asumir, ya que solo las sociedades que reconocieron los hechos trágicos – como los alemanes al Holocausto – pudieron salir adelante; según La Rue, la demanda por el genocidio es «la más grande lección que el pueblo ixil le pudo dar al paísˮ. [ix]

IV.

Lo más preocupante es que la negación proviene también desgraciadamente de una parte de la izquierda que le hace juego a la derecha y al ejército que cierran filas en torno a Ríos Montt: lo expuesto en un documento «Traicionar la paz y dividir a Guatemalaˮ firmado por un grupo de 12 intelectuales, exguerrilleros y negociadores de los Acuerdos de Paz (1996) como Gustavo Porras o Adrián Zapata, en el que advertían de las «graves consecuencias para la pazˮ, subrayando que el juicio «pondrá en peligro lo alcanzado por los Acuerdosˮ y dónde aseguraban que no hubo genocidio [x] , no difiere mucho de la postura del presidente, general retirado Otto Pérez Molina que no solo respaldó la declaración de los 12 negando en todo el momento el genocidio, sino que también firmó otro desplegado con un contenido muy parecido [xi] , siendo el mismo durante el proceso señalado como participante de las matanzas en la área ixil por uno de los testigos (Leonardo Reyes un militar retirado, 4 de abril). Pérez Molina en otra declaración – rechazando definitivamente aquellas acusaciones – subrayó: «Lo que pasó en Alemania sí fue genocidio, pero decir que en Guatemala pasó lo mismo es un insultoˮ. [xii]

Todo esto – desplegados, columnas de opinión, declaraciones de varios intelectuales y funcionarios gubernamentales – lejos de ser unos actos aislados formaban parte de una bien coordinada estrategia mediática a fin de descarrillar el proceso, que consistía en: 1) polarizar la sociedad en torno al genocidio «hubo/no huboˮ 2) asegurar que el proceso es una «fabricación jurídicaˮ que corresponde a la «presión internacionalˮ 3) que empujarlo es «difamar al Estado y al paísˮ y los «pone en peligroˮ 4) descalificar las víctimas como «títeres de terroristasˮ 5) asegurar que no han sufrido solo los ixiles, sino «todo los guatemaltecosˮ, «también los soldadosˮ 6) cuestionar la imparcialidad de la corte 7) mantener que a los acusados se les negó la defensa 8) afirmar que el fallo ya está emitido 9) y que una vez anunciado «atentará contra la pazˮ y «dividirá el paísˮ.

Al parecer las presiones de los poderes fácticos en Guatemala (¿y del mismo Pérez Molina?) funcionaron, pues cuando ya todo indicaba que no le faltaba mucho al juicio y cuando la jueza Yassmín Barrios ya venía instruyendo a las partes para que vayan preparando sus alegatos finales empezaron las turbulencias: la defensa recibió unos dictámenes sobre sus amparos, rechazados por la jueza del caso, pero que sirvieron al tribunal de primera instancia a cargo de la juez Carol Patricia Flores para anular el juicio y regresarlo al estado del día 23 de noviembre de 2011 cuando ésta todavía llevaba el caso (18 de abril). La jueza Barrios luego «anuló lo anuladoˮ (19 de abril) y pidió a la Corte de Constitucionalidad (CC) una resolución. La CC por unos días no se pronunciaba de manera definitiva, manteniendo todo en un limbo jurídico y cuando ya parecía que la defensa logró su propósito de anular el proceso, finalmente el 30 de abril todo fue reanudado, continuando desde el momento en que fue suspendido. El día 2 de mayo el juicio fue aplazado para el día 7 [xiii] con una otra pequeña turbulencia causada por la CC el 3 de mayo a causa de unas resoluciones sobre unos amparos pendientes, pero el juicio continúa. [xiv]

V.

En sus tiempos Hannah Arendt generó un gran escándalo al afirmar que el proceso de Eichmann (aunque no hubo ninguna duda acerca de su participación en el Holocausto) ha sido un «show político del sionismoˮ, que la corte no era imparcial y que la sentencia (pena de muerte, que al final fue aceptada por la autora de «Eichmann en Jerusalénˮ) ha sido dictada desde el principio, algo que hasta hoy en día rechazan los fiscales israelís, acusándola incluso de no describir de manera fiel los hechos y de no estudiar bien documentos del proceso. [xv] Los intelectuales judíos como Gershom Scholem, la acusaron incluso de «no tener la compasión con las víctimas del Holocaustoˮ (sic).

Sea como fuere, en Guatemala se puede escuchar la acusación parecida, pero proveniente de la boca de los que se escandalizan por un simple hecho de que el proceso haya empezado y que haya alguien quien se atreva a hablar de un genocidio. Los defensores y acólitos de Ríos Montt desde el principio insisten de que la «juez es parcialˮ y que la «sentencia ya está dictadaˮ, a lo que la juez Barrios más de una vez durante el juicio tuvo que contestar en palabras parcidas: «Algunos parecen ya estar circulando que la sentencia ya se dictaminó, no es cierto esto, es algo que se determinará solo al final de manera independienteˮ (17 de abril).

Según Francisco García Gudiel, uno de los abogados de Ríos Montt – expulsado el primer día del juicio, luego restablecido junto con su reactivación el día 30 de abril según la orden de la CC y cuyo propósito más que defender a su cliente, es paralizar y descalificar el proceso [xvi] – «Es una corte nazi (¡sic!); la juez ya tiene una decisión tomadaˮ (30 de abril).

VI.

Mirando a Ríos Montt ya a sus 87 años – sonriente, afable y que aunque se negaba a declarar y/o responder a la acusación, siempre se mostraba respetuoso y amable con el tribunal – hace pensar en la tesis central de Arendt sobre la «banalidad del malˮ: los genocidas-nazis no eran «malos por naturalezaˮ, sociópatas o fanáticos, sino productos de ciertas circunstancias, el deseo de «construir una carreraˮ, conformismo o la falta de ver a sus acciones o inacciones con claridad. Tal vez Ríos Montt tampoco es «malo por naturalezaˮ (?) – algunos lo describen como una persona capaz de empatía y compasión; otros como un personaje sumamente sádico – siendo un producto por ejemplo, igual que el genocidio que desató, en parte de las presiones de Washington que lo empujaba a aplicar la Doctrina de Seguridad Nacional queriendo a cualquier precio «frenar el comunismoˮ. Observando a este cordial anciano es un poco difícil de creer (pero conociendo la historia no imposible) que él pudiera ser un autor intelectual y estar detrás de toda la política de exterminación (parcial) de un pueblo.

Pero es justamente aquí donde el argumento de Arendt se queda corto, siendo ya refutado por algunos estudiosos según cuales el papel de Eichmann y su conducta no fueron «banalesˮ ni «accidentalesˮ (cómo argumentaba Arendt), sino activos y conscientes, productos de sus propios convicciones e ideología que lo movían (y no sólo de circunstancias externas o ignorancia) [xvii] , lo que también permite rechazar la preferida línea argumento de la mayoría de los nazis que aseguraban que solo «seguían los ordenesˮ y que «no eran malos por naturalezaˮ.

Lo mismo se puede escuchar de la boca de los militares guatemaltecos que – cómo mismo Ríos Montt o Pérez Molina – pueden reconocer incluso que «hubo excesosˮ ( violencia, masacres, desapariciones, torturas, aunque no genocidio – claro), pero que ellos «no estaban enteradosˮ. Pueden admitir también que «fuimos rudos, pero no fuimos malosˮ y que «no fuimos nazisˮ. [xviii] Sin embargo incluso en el caso de los nazis – igual en el caso de militares en Guatemala – existía un amplio margen del voluntarismo, más allá de las circunstancias, órdenes o presiones desde arriba y desde afuera. A pesar de esto la mayoría de ellos seguía con sus siniestros proyectos, conscientes de sus acciones, disfrutando incluso el papel que desempeñaban.

Aunque es cierto que algo de esto pudieron haber sido excesos, la mayoría de las masacres eran parte de un plan coordinado y ejecutado desde el Estado (y en esto se apoya la acusación por genocidio); y si también la guerrilla incurrió en excesos y cometió violaciones de los derechos humanos, no era Estado y no usó el poder de la nación para esto. [xix] En este sentido no hay duda de que el mal en Guatemala a los principios de los 80 vestía los uniformes khaki con aquel característico camuflaje del ejército y que por lo que se puede juzgar por las emociones que rodean el histórico juicio el mal no se volvió banal y tampoco se banalizaron sus arquitectos y sus operadores.

VII.

Lo que en cambio sí se banalizó ha sido la impunidad: la «banalidad de la impunidadˮ infectó a todos los niveles del poder y todas las esferas de la vida cotidiana en un país donde según la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) – que entre otros se mostró muy preocupada por toda la campaña mediática para desprestigiar el juicio de Ríos Montt – 98% de crímenes no encuentran una solución jurídica. Si incluso el genocidio queda impune, que decir de los feminicidios (a menudo acompañados de torturas y mutilaciones – «la herenciaˮ de las prácticas salvajes de la guerra), asesinatos diarios o la delincuencia común o robos.

En este contexto la suerte del juicio por el genocidio es crítico para todo el Estado guatemalteco: sería mejor que prosiguiera, sin triquiñuelas procesuales (los incidentes causados por los abogados de Ríos Montt calculados para retardar e incluso anular y repetir todo el juicio, eran la mayoría de las controversias que debía resolver la CC), hasta el final. Quienes tratando de frenar el juicio «alertanˮ que éste atentará contra la paz y contra los logros conseguidos con los Acuerdos de Paz, apuntan en realidad a la debilidad institucional de Guatemala y la misma debilidad de aquellos «logrosˮ, ya que con un verdadero Estado de Derecho, no habría que temer consecuencias algunas. Que sea un tribunal el que determine si en Guatemala hubo genocidio o no, que los acusados sean condenados o absueltos según la ley, pero respetando el debido proceso, las pruebas y los testimonios de las víctimas. Sólo así será posible sentar un precedente que ayudaría en la lucha contra la impunidad y en el fortalecimiento del Estado de Derecho. [xx]

VIII.

Más allá de las controversias en torno al proceso de Eichmann y al recuento y conclusiones de Arendt, o las prácticas (¿casi genocidas?) del mismo Estado de Israel hacia los palestinos y más allá, pero sin olvidar, el crucial apoyo israelí a la máquina de guerra de Ríos Montt [xxi] , cuando la administración de Jimmy Carter ya le retiró la ayuda militar por violaciones de los derechos humanos, » Eichmann en Jerusalén ˮ como un hecho histórico, sigue siendo un símbolo y un sinónimo de la justicia y del triunfo de las víctimas.

¿Símbolo y sinónimo de qué será «Ríos Montt en Guatemalaˮ?

*Una versión amplia de la columna publicada en La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/2013/04/26/opinion/030a2pol

Maciek Wisniewski es Periodista polaco.

Notas

[i] Otro de los acusados que debería estar en el banquillo es el general retirado Héctor Mario López Fuentes, exjefe de Estado Mayor de la Defensa, autor de los planes militares Victoria 82 y Firmeza 83 cuya acusación, por su grave estado de salud, fue suspendida y éste nunca se presentó en la audiencia; actualmente está en coma .

[ii] Hannah Arendt, Eichmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil, The Viking Press, New York, 1963, pp. 312. El libro fue compuesto de los reportajes del juicio publicados en la revista The New Yorker.

[iii] Almudena Bernabeu, El día en que se va a juzgar a Efraín Ríos Montt, http://alrevesyalderecho.infolibre.es/?p=348 , 19/3/2013.

[iv] Ricardo Falla, ¿Cómo qué no hubo genocidio?, Plaza Pública, 19/3/2013

[v] Para los argumentos a favor de la tesis del genocidio véase: Marta Elena Casaús Arzú, Por qué sí hubo genocidio en Guatemala, Plaza Pública, 18/4/2013 y también esta interesante interpretación histórica que siguiendo a Agamben ve a la finca – símbolo de negación de los derechos y dignidad de los indígenas – como una suerte del «proto-campo de concentraciónˮ y según cual d e mismo modo que las persecuciones antisemitas prefiguraron el Holocausto, las prácticas sociales inhumanas contra los indígenas prepararon el terreno para el genocidio guatemalteco: Jorge Mario Rodríguez Martínez, El genocidio en la finca, Plaza Pública, 29/4/2013

[vi] elPeriódico, 14 y 21/4/2013 Siendo el jefe de la Fundación Ricardo Méndez Ruiz, hijo de un militar que sirvió bajo Ríos Montt, no extraña que su contra-campaña al juicio se centra en criticar la Iglesia católica repitiendo las «tesisˮ de los generales golpistas: «Muchos sacerdotes eran guerrilleros, yo los llamo ingratos. Llevan a los indígenas como carne de cañónˮ (general Egberto Horacio Maldonado Shaad en: Granito: How to Nail a Dictator, 1982, entrevista presentada por los querellantes durante una de las audiencias) retratando p.ej. al padre Falla que en los 80. acompañó a las Comunidades de Población en Resistencia (CPR) como el «principal ideólogo del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP)ˮ (sic).

[vii] Sólo después, el día 24 de abril unos 500 indígenas ixiles se manifestaron frente a la Corte Suprema de Justicia en respaldo a Ríos Montt tachando de «mentirosos» a los testigos y víctimas ixiles que declararon sobre las masacres cometidas durante el gobierno de facto del exdictador (éstos a su vez han sido acusados de hacerlo a cambio de fertilizantes y de manifestarse con pancartas preparadas y financiadas por la Fundación contra el Terrorismo).

[viii] Ricardo Falla, ¿Cómo qué no hubo…?

[ix] Frank La Rue, La postura honorable II, Prensa Libre, 18/4/2013

[x] elPeriódico, 16/4/2013

[xi] Prensa Libre, 23/4/2013

[xii] Otto Pérez Molina, el protagonista emergente en el juicio por genocidio , Prensa Libre, 29/4/2013

[xiii] Amy Ross, Defense fails again to produce its witnesses; trial suspended until May 7 to allow new public defense attorney time to prepare , www.riosmontt-trial.org , 3/5/2013

[xiv] Oswaldo J. Hernández, CC rechaza tres quejas y concede un amparo provisionalmente, el proceso continúa ,  Plaza Pública, 4/5/2013

[xv] Laura Lucchini, El fiscal de Eichmann todavía está indignado con Hannah Arendt , El Puercoespín, 9/4/2011

[xvi] Otros abogados de Ríos Montt el 18 de abril han abandonado la sala de la corte declarándose en «resistencia pacíficaˮ (sic), dejando a su cliente sin la defensa legal, igual que el abogado de Rodríguez Sánchez a quién se le ha asignado un defensor público.

[xvii] David Cesarini, Eichmann: His Life and Crimes , W. Heinemann, London, 2004, pp. 352

[xviii] Martín Rodríguez Pellecer, Fuimos rudos pero no malos, elPeriódico, 23/4/2011

[xix] Según la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) que sí de hecho habla de «actos genocidasˮ, el 93% de las masacres las cometió el ejército, el 3% la guerrilla y el otro 4% no se distinguen de forma clara. Véase: Ricardo Falla, Todo estamos manchados por el genocidio, Plaza Pública, 27/11/2011. Es sintomático que en el contexto del juicio de Ríos Montt el 2 de mayo fue capturado Fermín Solano Barillas el primer ex guerrillero acusado de dirigir una matanza de población civil (de 22 campesinos en la aldea El Aguacate, Chimaltenango en noviembre de 1988) que enfrentará cargos de asesinato múltiple y crímenes de guerra.

[xx] El mismo Pérez Molina se manifestó públicamente como un supuesto partidario de este enfoque: calificando al juicio a Ríos Montt como «históricoˮ y «emblemáticoˮ, parte de la lucha contra la injusticia en Guatemala aseguró que de ninguna manera iba a intervenir en el caso, ya que «queremos luchar contra la impunidad y que en Guatemala se haga justiciaˮ, EFE, 27/4/2013

[xxi] Los «columnistas-negacionistasˮ (un nuevo tipo de articulistas que surgió en Guatemala, que opinan que «no hubo genocidioˮ sin contextualizar los hechos y sin tomar en cuenta sus parámetros jurídicos) a menudo recurren a un razonamiento estéril como éste: «Más contundente ha sido para evidenciar que aquí no hubo genocidio, las excelentes relaciones que el Estado de Israel ha mantenido con Guatemalaˮ, Danilo Parrinello, País de genocidas. No insultemos Guatemala, elPeriódico, 4/5/2013, como si el apoyo israelí fuera una suerte de absolución moral definitiva por ser proveniente de una nación víctima de Holocausto, cuando lo único que prueban estas «excelentes relacionesˮ es que en tiempos de Ríos Montt Israel se volvió cómplice de sus políticas genocidas.