Recomiendo:
0

Perú

El movimiento social por la nulidad de los contratos de concesión de peajes

Fuentes: Rebelión

«…la necesidad se expresa a través del accidente…»  Hegel El régimen político golpista de 1993 está herido de muerte, pero se resiste a morir. Y no va a morir hasta que sus dominados se organicen con una estrategia política que derrote la estrategia de la clase dominante que estafó (políticas «neoliberales» que en vez de […]

«…la necesidad se expresa a través del accidente…» 
Hegel

El régimen político golpista de 1993 está herido de muerte, pero se resiste a morir. Y no va a morir hasta que sus dominados se organicen con una estrategia política que derrote la estrategia de la clase dominante que estafó (políticas «neoliberales» que en vez de servir para superar las desigualdades solo sirvieron para generar más pobreza y corrupción), al pueblo con este mismo régimen.

Equilibrios, nuevos desequilibrios y contrarreformas contra el pueblo

La «lucha contra la corrupción» comenzó hace varios años atrás (en el 2013 se hizo público el caso Toledo). Y la combinación de éste último con Lavajato y Lavajuez es «un coctel explosivo» ya que se origina en el sistema legal de dominación y la «anulación» de los valores que levantaron como banderas varios de los líderes-presidentes que se jactaron de ser democráticos y antifujimoristas, y que hoy están presos o en proceso judicial lavajatista. En otras palabras, es una crisis histórica, en un escenario de mayor crisis económica, volatilidad y polarización política mundial, donde la derecha necesita pasar a la ofensiva con sendas contrarreformas laborales y previsionales (Brasil, Argentina, Ecuador, Perú, etc.), para recuperar su tasa de ganancia. Así las cosas, todas las crisis se retroalimentan y los nuevos equilibrios (elecciones 2016, ascenso de Vizcarra al poder, referéndum, JNJ, reforma política), generan también nuevos desequilibrios.

Un régimen político-legal y social en derrumbe

Por tanto, si estamos de acuerdo en que la caracterización de conjunto es que asistimos al derrumbe del régimen político-legal y social y que el ascenso al poder de Vizcarra fue producto también de estas contradicciones y de una conspiración entre el vicepresidente, la embajada yanqui, y el aprofujimorismo (contando con la venia del capital financiero internacional y las FF.AA.), pues, concluiremos que la estrategia para frenar el derrumbe del régimen que le dio grandes ganancias a la Elite, también tendría que ser bien pensada.

En este sentido, la «embajada», un sector de la clase dominante y Vizcarra, habrían planteado la estrategia del referéndum y las prisiones preventivas (a pesar del cuestionamiento a las mismas por las sedes internacionales de justicia y la ONU en el caso Lula), como una estrategia bonapartizante, para, por un lado, descomprimir el movimiento social independiente que se iba gestando, y por otro, intervenir como árbitro, empoderándose, y dar una solución más personal, efectiva y superar la crisis (similar al proceso velasquista en los 60s).

La Elite no quiere que se cierre el Congreso ni un «nuevo Fujimori»

Pero al no poder dar concesiones a las masas trabajadoras en lucha por sus derechos (CGTP, Hialpesa, Cogorno, Sutragisa, Sitobur, agricultores, etc.), Vizcarra (por el contrario, Velasco sí dio concesiones como la reforma agraria, etc.), acabó como un semibonapartista y, por tanto, en alianza con un sector de fiscales «honestos», IDL y Mass media afines, utilizando la estrategia de las prisiones preventivas como una «falsa polarización» contra la odiada oposición, conquistado puntos de popularidad en las encuestas. Vizcarra, en verdad, estaría animado a cerrar el Congreso, porque eso le daría gobernabilidad y la seguridad no solo de ser casi inexpugnable y ostentar todo el poder político del Estado sino asegurar el archivo del proceso judicial por corrupción cuando fue funcionario público en Moquegua a la vez que podría engreír a Trump y su política de desplazar las inversiones chinas del país (que bordean los $30 000 millones).

El impasse de Vizcarra es que la Elite no quiere otro «Bonaparte» que como Fujimori en los 90s (alineando políticamente a los poderosos), se eleve por encima de su control y termine imponiéndole las reglas de juego que ella está acostumbrada a imponer (la crisis abierta entre el bonapartista Bolsonaro -alineado con Trump- y la Elite/y los generales es una expresión de lo que señalamos, pero a otro nivel).

La clase dominante tiene miedo a que el movimiento por la nulidad de los peajes se convierta en una rebelión popular

Esta decisión de los poderosos burgueses se ve más estimulada no solo por las declaraciones «velasquistas» del Ministro de Justicia, sino cuando analizan que hay una corriente subterránea profunda de rabia popular (contra la corrupción y la «opresión»), que, si bien es verdad, hasta ahora, la han podido, relativamente, «bloquear» (referéndum y prisiones preventivas mediante), son conscientes, que, si en las alturas no se ponen de acuerdo y cierran la crisis (Acuerdo Nacional mediante), pues, en cualquier momento la «rebelión» puede estallar.

Y es que, si bien es verdad, la Elite, tiene confianza en su sistema de dominación y alienación (los Mass Media, la religión, la «patria», el rol de gendarmes del orden burgués de la policía, la falsa conciencia, etc.), que Marx denominó como, » la vida no está determinada por la conciencia, sino la conciencia por la vida», pues, también es cierto que, en determinadas condiciones materiales, las masas, se pueden revelar, gracias a un proceso constante e ininterrumpido de cambio, contradicción y movimiento.

El proceso molecular de la revolución social

Por ejemplo, cuando baja la temperatura del agua a 0° se convierte en hielo. Y viceversa, cuando calentamos agua, observamos que, el agua, al alcanzar los 100°C hierve y se convierte en vapor. La acumulación de calor provoca, a una determinada temperatura, el cambio cualitativo de líquido a gas.

Lo mismo sucede con la conciencia obrera, campesina, de la juventud y la mujer explotada. La arremetida de ataques a sus condiciones de vida y laburo acumula ira y decepción, un día tras otro, hasta que repentinamente, ante el ataque más simbólico, se produce un cambio cualitativo y toda la rabia acumulada sale ardiente e intensamente a la superficie con marchas, paros, huelgas, bloqueos de carreteras y, a un nivel superior, mediante una rebelión y/o una revolución social. Tal es el proceso molecular de toma de conciencia política por parte de los dominados y explotados.

Y no es para menos. La economía tiene serios factores de desaceleración. La demanda china de minerales (cobre) ha disminuido (por la guerra comercial). La bolsa de Lima cayó dos veces (en menos de un mes), con las acciones de la minera Buenaventura y la financiera Credicorp. La corrupción de Lavajato y la volatilidad política han paralizado las inversiones y varias obras públicas. Macroconsult rebajó el crecimiento de PBI 2019 de 3.5% a 2.9%, lo que fue criticado por varios economistas. Grandes proyectos mineros están paralizados por conflictos sociales, como Tía María, Río Branco, etc. y los que funcionan, como Las Bambas, están en cuestión. Lima es la tercera ciudad más congestionada del mundo y la perdida de h/h es de 3 al día. Y la mayoría de la población trabaja informalmente (con un impacto de la migración venezolana que no se ha medido seriamente), y la que trabaja formal lo hace de forma muy precaria (con contratos temporales). En otras palabras, el Estado de bienestar de los 70s/80s se derrumbó y las condiciones de vida de lxs trabajadorxs hoy son peores que antes.

La patronal a la ofensiva

A esta cuestión hay que agregar que la patronal, está a la ofensiva planteando no solo el DS 345, sino, ceses colectivos, como es el caso de los 95 trabajadores cesados de hilanderas Hialpesa, otros tantos de Cogorno, y está en una arremetida contra el pliego de reclamos de sindicatos como el de Ripley, Saga Falabella, FENUTSA, Sitramp, etc. Esto sin mencionar los estallidos sociales contra el «sistema» en Las Bambas, Loreto, Puno, Apurímac, Cusco, etc.

En este contexto contradictorio de polarización, alienación y protesta, hay que ubicar el movimiento social por la nulidad de los peajes corruptos (producto de contratos ilícitos donde están involucrados Odebrecht/OAS) y que no cumplen con la normatividad internacional. Este movimiento es inspirador. Estalló en el 2017 (dejando en su haber cabinas de peaje incendiadas), tuvo un reflujo y volvió el 28/05 del 2019 con relativa fuerza. Tiene una composición diversa, pero mayoritariamente juvenil. Son jóvenes trabajadorxs del transporte y de los barrios. Trabajan 80 hrs a la semana en promedio por un salario que fluctúa en $100.

La marcha del 28 y la composición del movimiento social

La marcha del 28 de mayo fue contundente (aunque Lurín no protestó). Se paralizó toda la panamericana norte gracias al bloqueo de ambas vías. Las cifras más objetivas hablan de aproximadamente 15 mil pobladores. En cada puente se sumaban decenas más. Si la marcha hubiera llegado a la Municipalidad de Lima la cantidad pudo llegar a los 30 mil manifestantes.

Es por esta razón, que el alcalde Muñoz, temeroso, envió 200 policías y grupos de inteligencia (Terna), para apresar a los «dirigentes», gasificar y frenar la marcha. La confrontación duró toda la mañana, a 1 km del peaje. Y mientras que el Estado burgués estaba armado hasta los dientes, los pobladores solo tenían sus gritos de rabia acumulada por la impotencia y la injusticia, a la que le somete el sistema político.

«…la necesidad se expresa a través del accidente…», decía el filósofo Hegel, para referirse a los «detonantes» de las guerras mundiales (en el sentido que la guerra en 1914 era una necesidad producto de las contradicciones interimperialistas, la desintegración del Imperio Otomano y la lucha por mercados, y donde el asesinato del archiduque Francisco Fernando fue el «accidente»), rebeliones (Arequipazo, Moqueguazo, Tacnazo, Baguazo) o revoluciones sociales (Pan, paz y tierra en Rusia, constitución de 1940 en Cuba). Y este movimiento puede ser «el accidente». Y es que es una lucha política de contenido y de largo aliento ya que anular los contratos ilícitos de los peajes implica colisionar con el capítulo económico de la constitución espuria y procapitalista que sostiene al régimen político de 1993. Por esta cuestión, la CONFIEP, se acaba de pronunciar en contra de la anulación, y Muñoz, «hace hora» con el «diálogo y la renegociación», con el fin de desgastar y descomprimir el movimiento. Y es que, de anularse los peajes ilícitos, desarrollaría una dinámica que terminaría por enterrar todos los contratos neoliberales del régimen aprofujivizcarrista.

César Zelada. Director de la revista La Abeja (teoría, análisis y debate).