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“Nich a Poulbwa”

Guadalupe, un pueblo con los días contados

Fuentes: Investig’Action

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

En Guadalupe todo recién llegado francés tiene un estatuto. Si en su Francia profunda natal era un don nadie, aquí se convierte en alguien. Goza de privilegios. Tiene el mismo origen que los amos de la isla. Aunque haya llegado con los bolsillos vacíos, podrá contar con vivir cómodamente, tal como lo desea su estatuto de «metropolitano».

Para la persona negra guadalupeña las cosas son completamente diferentes. En su caso, por el contrario, su suerte está hecha de discriminaciones que por ser solapadas y tácitas, no son menos reales y perjudiciales para ella.

Organismos estatales bien conocidos, la DDE (Dirección Departamental del Equipamiento), la DASS (Dirección de Acción Sanitaria y Social), la DAF (Dirección de Agricultura y del Bosque), la ONF (Oficina Nacional de los Bosques), etc., reservan sus puestos de cuadros superiores a las personas blancas. Permítanme que cuente esta breve anécdota a modo de ilustración. Dos antiguos alumnos se encuentran en Guadalupe, una europea, otro «autóctono», pero ambos ingenieros (de la misma promoción y con el mismo título).

Tras la conversación habitual acerca de su pasado común en la universidad, el autóctono habla de sus dificultades para encontrar trabajo, para ser contratado localmente, sobre todo en DDE, dónde solicitó un trabajo. Y la otra, muy incómoda, le dice que ella encontró rápidamente trabajo y precisamente… en la DDE. Por esta vez la historia acaba bien. El autóctono «negro» acabó siendo contratado en ese organismo, gracias a la ayuda de su compañera blanca. Hay multitud de ejemplos similares.

Así, se me ha informado de que en algunos bancos los cuadros recibían la consigna oficiosa, verbal, no escrita, de facilitar los préstamos a las personas blancas recién llegadas. La CCI, un órgano de desarrollo económico supuestamente local, incluso hace venir y contrata a cuadros blancos y se niega obstinadamente a situar a personas negras en estos puestos.

Cierto ministro de los DOMTOM (1) no dejó de reconocer que la discriminación hacía estragos en Guadalupe, que en la zona industrial de Jarry las personas blancas trabajaban en oficinas con aire acondicionado en el piso de arriba mientras que las negras, que desempeñaban tareas subalternas, se deslomaban en la planta baja sin siquiera contar con un ventilador para refrescarse. Ocurría en 2009, en el marco del gran movimiento popular que conocemos.

Un presidente de la República en persona tuvo que reconocer públicamente que perduraban unas injusticias flagrantes…

Pero, ¿qué ha pasado desde entonces? Ministros de Ultramar con una tez con más color. ¿Y qué más?

La discriminación no está ausente de nuestros hospitales… Las enfermeras y médicos se ponen nerviosos y corren en todos los sentidos en cuanto les traen un niño blanco. En cambio, he sabido que hace poco había muerto un bebé negro haitiano tras una noche de sufrimiento. El médico de urgencias (blanco) de guardia no se preocupó verdaderamente por él a pesar de la insistencia de una enfermera (negra) presente en ese momento. La madre, desconsolada y digna, no quiso presentar una denuncia, sin duda porque a lo largo de su vida ya ha interiorizado que el sufrimiento y la muerte son inevitables…

Lo mismo ocurre en materia de seguridad. El Guadalupe los gendarmes se comportan como una fuerza de ocupación. Conscientes de su posición dominante priorizan la ayuda que aportan a sus semejantes blancos. A la menor llamada se apresurarán a acudir. Para los negros, en cambio, en la mayoría de los casos solo se desplazarán en caso de que se demuestre que es una circunstancia grave. Naturalmente, en caso de movimiento de población, como en 2009, desembarcarán enseguida y acudirán al rescate tropas «frescas» llamadas como refuerzo.

¡No hablemos siquiera de los bancos! Desde hace tiempo es de dominio público que en Guadalupe el acceso a los prestamos es para las personas negras una carrera de obstáculos. Si es para cosas fútiles, efímeras (coches, bienes de consumo), todavía pasa: ¿lo quieres? Aquí lo tienes. Pero si una persona negra tiene la desfachatez de querer montar un negocio que le permita prosperar, de golpe se le presentan todo tipo de dificultades. Y si por suerte consigue, a pesar de todo, hacer que su actividad funcione, se hará todo lo posible para desanimarlo, en particular si se atreve a competir con los «poulbwa» (2).

Por lo que se refiere a la telefonía móvil y a internet, en lo esencial lo han heredado los mismos y fieles a sus costumbres nos lo hacen pagar muy caro: entre dos y cuatro veces las tarifas que se utilizan en Francia, totalmente dentro de la legalidad y con toda impunidad.

Esta «relación de fuerzas» en detrimento de las personas negras facilita la manifestación cada vez más arrogante de un racismo «sin complejos».

Así, el menor desharrapado que llega sin nada de dinero, tras superar al principio la sorpresa que le produce su posición inesperada por el simple hecho de su pertenencia étnica, que le confiere un estatuto de dominación, se va sintiendo seguro para después prosperar y volverse arrogante y despreciar a esos negros «perezosos e incompetentes» que no se merecen este hermoso país en el que viven.

Y muy rápidamente pueden declamar sus «verdades generales» a todo el mundo, en esos medios de los que nunca salen y que se resumen en idas y venidas repetitivas entre el mar, la playa, el barco, el tenis. Todo ello puntuado a veces por partes de sexo, de fumar e incluso de consumo de polvo blanco…

«Además, este país es una parte de Francia. Aquí estamos en Francia … Los representantes de las fuerzas del orden son blancos… los cuadros superiores son blancos… la zona industrial de Jarry es prácticamente blanca… los propietarios de las destilerías son blancos, como los de las fábricas… el puerto deportivo de Pointe-à-Pitre es blanco, como el de Rivière-Sens à Basse-Terre… los comercios importantes son blancos…Todo lo que la gente de aquí sabe hacer es comprar coches bonitos a crédito… bailar en las discotecas hasta las cinco de la mañana… comprarse ropa que cree que es elegante y tirarse como «muertos de hambre» sobre todo lo que viene de fuera, sin reflexionar ni discernir … En todo caso, el colmo es ya dejarse colonizar por los «negros de Haití», los más pobres del mundo… los más despreciados por los propios guadalupeños».

Evidentemente, este discurso está jalonado de carcajadas estridentes. Y es que a sus ojos no somos más que unos insensatos, unos insignificantes.

Los recién llegados se comportan según los estereotipos más antiguos, más arcaicos, como si el tiempo se hubiera detenido, como si el ser humani no hubiera progresado en absoluto, como si, en cierto modo, se hubiera quedado en la Edad de Piedra. La gente sigue teniendo el fantasma colonial en la cabeza. Se expresa por medio de la afirmación de una superioridad indiscutible e indiscutida que detenta de forma legítima y natural el poder económico, los puestos de responsabilidad en las administraciones, el espíritu de empresa, la aptitud para mandar, dirigir, gestionar…

Al reflexionar sobre ello uno se da cuenta de que todo este modo de pensar y de hacer retrógrado está vinculado de una u otra manera al deseo de poseer. Extenderse. Expandirse. Por consiguiente, simplemente está dictado por la codicia.

Lo más indignate es que, por retomar una expresión inglesa, el agravio se añade al insulto. Quienes nos dominan hacen todo para minar nuestra autoestima, para meternos en la cabeza una imagen negativa de nosotros mismos. Un ejemplo es la serie de la televisión local «La baie des flamboyants».

Es el arquetipo de una estrategia que lleva al negro a autodenigrarse y a dudar de su belleza. Se trata ni más ni menos que de una lamentable empresa de desestructuración mental que pone en primer plano a blancos y mestizos, servidos por sirvientes negros.

La mediocridad de este producto no merece detenerse en ella. Pero hay que subrayar el peligro de los comportamientos que ilustra, por ejemplo, la búsqueda deliberada de actores mestizos…. ¿No deberían cesar de dejarse engañar y de hacer el juego de la división nuestros compatriotas claros («chaben», «chabin» , mulatos, mulatas, câpres, câpresses ( 3 ) y otros negros rojos )?

En el origen de estas estrategias está, una vez más, la codicia: la venta de productos para despigmentar la piel, el comercio de todas las futilidades vinculadas a realzar el canon dominante. Privilegiar un tipo de cuerpo o un grupo étnico en particular es ofender a toda la riqueza de la diversidad de otras mujeres, es ofender a la belleza.

¡Con los «poulbwa» este país se va a transformar en un barril de pólvora!

Estoy indignado.

Indignado de ver que algunos están de «vacaciones en el mar» mientras nuestro barco está a punto de hundirse, de desaparecer. Indignado por esta inconsciencia que nos convierte en unas víctimas que no solo consienten sino que a veces son cómplices del depredador.

Llegados a este punto necesito pedir ayuda a Léon-Gontran Damas, citar estos versos de [su obra] Pigments [Pigmentos]: «Ils ont si bien su faire les choses / si bien su faire les choses / les choses / qu’un jour nous avons tout / nous avons tout foutu de nous-mêmes / tout foutu de nous-mêmes en l’air» (4). Damas lo dice en un poema que se titula «Ils ont» [Han]. Un texto que se aplica admirablemente a los «poulbwa». Un texto que nos habla también y sobre todo de nuestra propia indignidad. Una indignidad de la que únicamente han cambiado las formas, pero que permanece.

Nuestra indignidad hoy tiene el rostro de esta multitud, voraz de golosinas, que se abalanza a las tres de la mañana con un bebé en brazos al mayor hipermercado del archipiélago para hacerse con algunas promociones de fin de año.

Nuestra indignidad hoy tiene el rostro de estas «élites» que se entregan a la comodidad y solo adoran al dinero, estos y estas políticas que nos aturden con sus cambios de chaqueta y sus carreras en pos de cargos, mientras que los «poulbwa», que evitan mostrarse a pleno día, agazapados en el sombra se regocijan con este triste espectáculo.

¿Cuánto tiempo todavía pensamos prolongar este sueño letárgico?

Este texto es un extracto de la obra «Nich a Poulbwa» – La Guadeloupe, un peuple en sursis, (Editions Nestor)

Notas de la traductora:

(1) Los territorios DOMTOM (Siglas de Départements et territoires d’outre-mer) de Francia son los llamados departamentos de ultramar, varias colectividades territoriales situadas en América, Oceanía, el océano Índico y la Antártida que fueron colonias francesas y que están sometidas a regímenes administrativo y jurídicos muy diferentes.

(2) «Poulbwa» es el nombre dado en lengua criolla a un tipo de termita y «Nich a Poulbwa», del título, es nido de termitas.

( 3) «Chaben» y «chabin» son los término s con los que se denomina en las Antillas a las personas de piel clara y rasgos negroides, hija s de padres negros, mientras que «câpre», «câprese» a las personas nacidas de un progenitor negro y otro mulato .

(4) «Han sabido hacer tan bien las cosas / sabido hacer tan bien las cosas / las cosas / que un día lo hemos destrozado todo nosotros mismos / lo hemos destrozado todo nosotros mismos / destrozado todo nosotros mismos por completo».

Fuente: http://www.investigaction.net/fr/nich-a-poulbwa-la-guadeloupe-un-peuple-en-sursis/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.