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Entrevista a Olmedo Beluche, ensayista, sociólogo y profesor universitario panameño

«Hay que emplear un método marxista de análisis para la independencia hispanoamericana»

Fuentes: Rebelión

M.H.: Olmedo Beluche, compañero panameño, profesor universitario y, entre otros libros, autor de Independencia Hispanoamericana y lucha de clases, una tercera edición que editamos en Editorial Metrópolis. Vamos a estar presentándola con la presencia de Olmedo quien está participando de las actividades de CLACSO, denominada «Contracumbre» lo cual me parece un poco exagerado, pero es […]

M.H.: Olmedo Beluche, compañero panameño, profesor universitario y, entre otros libros, autor de Independencia Hispanoamericana y lucha de clases, una tercera edición que editamos en Editorial Metrópolis. Vamos a estar presentándola con la presencia de Olmedo quien está participando de las actividades de CLACSO, denominada «Contracumbre» lo cual me parece un poco exagerado, pero es el título que le han dado no solo los organizadores sino la prensa en general. Allí vamos a contar con la participación de Manuel Martínez, del Consejo editor de la revista Herramienta, Pedro Pablo Rodríguez del Centro de estudios Martianos, Camille Chalmers de Haití, el autor y yo me voy a encargar de la coordinación.

¿Con qué tipo de libro se van a encontrar quienes se acerquen a la presentación?

O.B.: Principalmente hemos tratado de romper con una forma de contar la historia de Hispanoamérica basada en algo que creemos que es un anacronismo, que es pensar que cuando empezó la independencia ya había un proyecto nacional de por medio de parte de los próceres de aquel momento.

La independencia es más bien un proceso revolucionario en el que el Imperio español se va descomponiendo y poco a poco se van a producir los nuevos Estados que van a emerger de esa crisis pero a través de una serie de luchas sociales y políticas entre los propios criollos y los grupos centrales que había.

A mi juicio hay que emplear un método marxista de análisis que no se hace cuando se las enfoca como naciones desde un principio. Hay que entender que había varios grupos políticos y varias clases sociales enfrentadas. Por un lado estaba la monarquía y sus sectores leales que aunque estaba en crisis y preso el Rey español, se negaban a aceptar cambio alguno en la forma de dominación del Imperio aun cuando los franceses habían tomado prácticamente toda la Península Ibérica.

Luego estaban los criollos de las elites que deseaban un cambio en el sentido de ser incorporados a la toma de decisiones políticas pero no estaban dispuestos a compartir el poder político ni ninguna forma democrática con los sectores subalternos.

En el medio estaban las capas medias revolucionarias intelectuales que sí tenían un proyecto republicano y democrático, como Mariano Moreno aquí en Argentina, como Bolívar y Miranda en Venezuela. Que se confronta al principio con los criollos de la élite y ese conflicto va a continuar un buen tiempo.

Más abajo estaban los sectores populares más radicales que incluso en algún momento confrontaron tanto a los criollos de las elites como a estos sectores revolucionarios republicanos.

M.H.: Ayer conversábamos con Camille Chalmers algo que aparecía como una duda pero en el caso de Camille casi como una afirmación fuerte, para él a Independencia hispanoamericana y lucha de clases le falta Haití. Justamente la idea de su presencia en la presentación es que incorpore ese proceso revolucionario, de la misma manera que Pedro Pablo Rodríguez incorporará la tardía experiencia cubana, hacia fines del siglo XIX tema que tampoco abordás en tu trabajo. ¿Por alguna razón en especial?

O.B.: Como soy panameño me enfoqué en la historia de La Gran Colombia y en la crisis de ese sector de Hispanoamérica. En el centro de la mayoría de los artículos está lo que sucede en Colombia y Venezuela. Las referencias que hay a México tampoco son significativas.

M.H.: Que es el otro gran proceso independentista ausente en el libro.

O.B.: Claro. Porque está visto desde la perspectiva de la que formamos parte Venezuela, Colombia y Panamá que era parte de Colombia. Ese es el corazón del libro, pero las conclusiones me permiten hacer la suposición y la extensión de que esta confrontación de clases se extendía a toda Latinoamérica, inclusive lo que sucedía en Buenos Aires apoya la idea central que yo creo que debe seguir siendo investigada.

Por supuesto lo de Haití es importante. Hay una referencia a Haití en los dos primeros capítulos dedicados a la Carta de Bolívar de 1815 (Carta de Jamaica). Ahí hay una referencia ligera en el sentido que Bolívar vuelve a Venezuela después de haber fracasado en la 1ª y 2ª Repúblicas con la asesoría de los dirigentes haitianos en Jamaica donde comprende que tiene que tener una política para los esclavos negros, cosa que no tenía anteriormente.

M.H.: A eso hizo referencia anoche Camille Chalmers. A lo que yo acoté que fue un acuerdo con el que no cumplió Bolívar y él me corrigió diciéndome que no pudo.

O.B.: Cumplió parcialmente, en realidad el decreto de Bolívar es que todos los esclavos que se unían al Ejército Libertador automáticamente eran libres, pero él no tocó las haciendas, ni los intereses de la oligarquía terrateniente que era la que tenía esclavos en las grandes haciendas de caña de azúcar. Aunque al final renunció a la suya, porque su familia era dueña de grandes extensiones en Carabobo, él jugó como buen político de capas medias a las dos aguas, a tener una política de incorporar a los sectores de las castas y de los negros esclavos a su ejército pero no meterse con la oligarquía tradicional que era su enemiga y la cual al final va a sabotear su gobierno.

De hecho en los primeros años de la Independencia hay dos partidos confrontados en Colombia que son el de Santander, su vicepresidente, que expresa sobre todo a la elite más reaccionaria y conservadora de lo que hoy es Bogotá, los denominados «cachacos» y el sector del ejército que era el más plebeyo porque era la única forma que tenían los sectores populares de ascender socialmente. Esa confrontación duró toda la primera década y luego se va a expresar en los partidos Liberal y Conservador.

Muchos intelectuales panameños no quieren aceptar es que en 1903 EE UU intervino de manera imperialista y fabricó un país para lograr el Canal

M.H.: Dijiste al pasar «Panamá que era parte de Colombia». Sé que estás muy concentrado en el estudio y análisis de la separación de Panamá de Colombia ¿Qué nos podés comentar al respecto?

O.B.: En Panamá hay un problema que es que ideológicamente la burguesía con el apoyo de la intelectualidad tradicional, la historia oficial e incluso sectores de izquierda del país que se dicen progresistas e incluso comunistas, han falsificado la separación de Panamá de Colombia para presentar el hecho.

En primer lugar intentaron ocultar que EE UU había intervenido en 1903 para separarnos de Colombia para imponer la construcción del Canal. Luego cuando fue evidente que no se podía ocultar el hecho a las generaciones posteriores, la izquierda intelectual construyó el mito de que EE UU intervino pero que los panameños siempre tuvimos un proyecto confrontado con Colombia y entonces coincidieron los intereses de ambos y así surgió el Estado Nacional actual.

A mi juicio esa es una falsificación, porque he encontrado que los panameños, tanto de las élites como de los sectores populares estaban culturalmente integrados a Colombia y se consideraban colombianos de manera identitaria sin ningún problema. Entonces, la separación no tuvo nada que ver con esa confrontación, aunque por supuesto hubo múltiples guerras civiles durante el siglo XIX entre Panamá y Colombia, pero los móviles no eran como los pintan los historiadores separatistas, ahí hay una falsificación; porque era confrontación entre liberales y conservadores, librecambistas y proteccionistas, federalistas y centralistas y esa es la tónica de las guerras civiles durante el siglo XIX.

Pero lo que es indudable y lo que muchos intelectuales panameños no quieren aceptar es que en 1903 EE UU intervino de manera imperialista y fabricó un país para lograr el Canal que ellos querían.

M.H.: Hablamos de la historia hispanoamericana y se me ocurre preguntarte qué desafíos nos propone una segunda independencia. Quiero aclarar que Olmedo es un militante político, dirigente de un partido político.

O.B.: De un proyecto en realidad, no quiero ser demasiado optimista. Somos parte de lo que sería la vanguardia de activistas socialistas que proponen un cambio social para Panamá.

Sobre tu pregunta, el problema que vivimos hoy en día es la necesidad de una segunda independencia. El imperialismo capitalista, sobre todo a partir del siglo XX, así como separó a Colombia de Panamá para la realización de un Canal, de manera más sutil ha pasado a controlar todo el continente a través del capital financiero, a través del control de los mercados mundiales, de las famosas deudas externas y demás.

Todos los problemas sociales y económicos que padecemos nuestros países y sus consecuencias políticas, como esta ofensiva de la derecha que se está viviendo en todo el mundo y especialmente en América Latina y donde Bolsonaro, del que hablábamos ayer centralmente en el Foro de Clacso, es el ejemplo más preocupante, son producto de un capitalismo mundial cada vez más en crisis, que funciona por la lógica que el propio Marx analizó en el siglo XIX y que se niega a un cambio social que permita a la sociedad mundial salir de esta crisis de estancamiento civilizatorio que incluso amenaza a la naturaleza.

Entonces tenemos que organizar a nuestros países para ese cambio. Pero el cómo y la cuestión política de cómo se resuelve es el punto de la discusión. Hay un debate que ayer se planteó en gran medida, sobre el papel del progresismo en estos 15 años y me gustó mucho, aunque soy crítico en algunas cosas, de Boaventura de Sousa Santos que les dijo, primero a Cristina que eso de sumar los pañuelos verdes a los pañuelos celestes no puede ser, derecha e izquierda juntas es un absurdo político. Le señaló a los demás y sobre todo a García Linera que no han sido autocríticos en cuanto a los errores que ha cometido el progresismo en América Latina, que principalmente ha sido hacer programas sociales fundamentados en los buenos precios de las exportaciones, sobre todo de gas, petróleo y soja, pero sin tocar ni un ápice los intereses de los grandes capitalistas, sin cambiar la relación de fuerzas entre las clases sociales y entonces eso permite que en una vuelta de la crisis económica mundial la burguesía lance su ofensiva para tomar directamente el poder y sacar del medio a los que intentan un capitalismo humano que es imposible.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.