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La ocupación silenciosa de El Salvador y Centroamérica

Fuentes: El Independiente

Cuando se habla de la ocupación de un país o región, pensamos en tropas y blindados estacionados en su territorio; pero ahora con el desarrollo alcanzado en el plano científico y tecnológico, las técnicas, el arte y la ciencia con que la guerra se lleva a cabo han evolucionado a tal punto que una ocupación […]

Cuando se habla de la ocupación de un país o región, pensamos en tropas y blindados estacionados en su territorio; pero ahora con el desarrollo alcanzado en el plano científico y tecnológico, las técnicas, el arte y la ciencia con que la guerra se lleva a cabo han evolucionado a tal punto que una ocupación puede darse sin que la inmensa mayoría de la población ni siquiera se dé cuenta de que su territorio está siendo ocupado. Sin embargo, la finalidad de la ocupación es la misma, y su carácter económico, político y cultural siguen presentes en esa acción militar silenciosa. Y esto es lo que actualmente está pasando con El Salvador y la región de Centro América.

Para mantener su hegemonía mundial y salvar el modelo capitalista los Estados Unidos pretenden, entre otras acciones, ejercer control militar sobre el Océano Pacífico, ruta del creciente comercio de la República Popular de China con América del Sur y Centro América. Por su estrechez geográfica, Centroamérica es una región del continente que con una autoruta como la que planea Estados Unidos construir de El Salvador a la costa atlántica de Honduras, pueden unirse para fines militares el Océano Pacífico con el Océano Atlántico.

Por otro lado, en Centroamérica se encuentra el Golfo de Fonseca, que es una base naval natural, lo que al imperio le resulta vital para su flota desplegada en el Pacífico y complementa los planes del Acuerdo del Pacífico del que forman parte Chile, Colombia, México y Perú. Además, en el Golfo de Fonseca hay numerosas pequeñas islas para los centros de escucha del espionaje cibernético de la NSA.

Como parte de sus planes hegemónicos y su política militar de ocupación en el continente americano, Estados Unidos tiene presente en 31 naciones de América Latina al Comando Sur; en el Océano Pacífico tienen la Flota del Pacífico con su base en San Diego, California, que extiende su control hasta las aguas del Polo Norte; y para el control del sudeste asiático y la región austral del Pacífico, tienen a la Séptima flota con base en Japón.

Probablemente para distraer la atención de sus verdaderos objetivos en la región, recientemente se ha creado la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte, que comprende a Guatemala, Honduras y El Salvador. Pero esta Alianza, si vemos lo que fue la Alianza para el Progreso, que Ernesto «Che» Guevara definió como un ardid que intentaba detener el avance revolucionario en América Latina, y analizamos la situación de Centroamérica a la luz de su historia, caemos en la cuenta de que la pretensión estadounidense es tener ocupada silenciosamente a Centroamérica para convertirla en una enorme base de operaciones entre los océanos Pacífico y Atlántico. Y si no veamos: el golpe de Estado dirigido en 1954, desde la embajada de Estados Unidos en contra del Presidente de Guatemala, Jacobo Arvenz Guzmán, elegido democráticamente, y toda la violencia que esto significó durante décadas, en contra del pueblo guatemalteco; la descarada intervención en El Salvador durante el conflicto armado, entre los años 1980 a 1992, conduciendo la guerra contra el pueblo y apoyando a la Fuerza Armada y a la oligarquía con el suministro de armas, municiones, aviones, helicópteros, entrenando a los escuadrones de la muerte y realizando trabajo de inteligencia para que cometieran sus crímenes; el golpe de Estado en junio del 2009 que desde la embajada y la base militar estadounidense de palmerola fraguaron contra Manuel Zelaya, presidente de Honduras elegido democráticamente; y para terminar de descubrir sus verdaderas intenciones citemos la invasión de Nicaragua por tropas estadounidenses bajo el mando del filibustero William Walker. En 1856 Walker fue nombrado presidente de Nicaragua y reconocido como tal por Estados Unidos. La ambición de Walker era unificar las repúblicas de Centroamérica y ser su gobernante con la ayuda de Estados Unidos.

Centroamérica es un territorio que reviste una importancia estratégica para el imperio. Edward Snowden reveló en el diario británico The Guardian, que por su posición geográfica, Estados Unidos considera a esta región como su área natural de influencia. La National Security Agency (NSA) cuenta con centros de espionaje cibernético en cada país de Centroamérica, excepto en Nicaragua. El Golfo de Fonseca es codiciado por Estados Unidos desde cuando en Nicaragua se firmó el Tratado Bryan-Chamorro (5 de agosto de 1914) según el cual el gobierno de Nicaragua cedía a los Estados Unidos por un periodo de 99 años la parte que le corresponde a Nicaragua del Golfo de Fonseca, para el establecimiento de una base naval, así como a perpetuidad el curso de Río San Juan y el Gran Lago de Nicaragua o cualquier ruta conveniente sobre su territorio para la construcción de un canal interoceánico.

Y por último, ahora ya nadie tiene la menor duda de que Venezuela está en la mira del imperio por sus enormes recursos naturales y porque su gobierno no se somete a sus dictados, constituyendo eso un flagrante mal ejemplo para el resto del continente.

Entonces, con un simple raciocinio, se puede afirmar que ven en una Centroamérica ocupada, un muro de contención para detener el clamor y accionar popular continental si agreden militarmente a Venezuela. Sin una Centroamérica ocupada, saben que no hay ninguna garantía de que el fuego que enciendan en el Sur, no se propague hasta su casa.

Presencia militar estadounidense en El Salvador

La base militar de Comalapa, cuya finalidad es el despliegue de tropas de avanzada al resto del continente; la Academia Internacional para el Cumplimiento de la Ley (ILEA), variante o parte de La Escuela de Las Américas; la USAID, fachada de la CIA para operaciones de inteligencia, de penetración económica, culturales y de manipulación de la población en su apreciación de la realidad, y captación de simpatía hacia el imperio; la presencia del FBI, que bajo el pretexto de luchar contra el narcotráfico realiza labores de orden militar y de intromisión en los asuntos internos de otros países. Y muy recientemente, el jefe militar de la embajada estadounidense, coronel Robert Wagner confirmó la llegada de 400 militares del Comando Sur, que permanecerán en el país hasta finales del mes de junio de 2015.

Los medios para la ocupación silenciosa

Se puede ocupar la mente de las personas, cambiando sus valores e idiosincrasia, usando para ello el lenguaje, la cultura, la música, cambiando su manera de vestir, y su manera de interpretar la realidad. De tal manera que las personas del territorio ocupado silenciosamente, hasta desarrollen sentimientos de simpatía hacia los ocupantes.

En El Salvador, todo ello además del aspecto económico a través de la imposición del dólar como moneda nacional, que permite el lavado de dinero y genera una dependencia porque impide que el país tenga su propia política cambiaria; y por supuesto, la violencia de los escuadrones de la muerte, hoy pandillas callejeras, para aterrorizar a la población, y hacer de ella una presa fácil de los designios imperiales y de los planes de la derecha para regresar a gobernar el país.

Al hablar de la ocupación silenciosa también podemos citar a las numerosas sectas provenientes de Estados Unidos, que cuadriculan el territorio nacional recogiendo información de inteligencia o deformando la percepción de la realidad social en sus seguidores, hasta llevarlos a un pensamiento de extrema derecha, a pesar de ser personas de muy escasos recursos que deberían apoyar lo que el actual gobierno de El Salvador les ofrece. De estas sectas tenemos a los Testigos de Jehová, a Los Mormones, a la secta Bautista amigos de Israel, y otro sinnúmero de Iglesias de nombres hasta pintorescos.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, por ejemplo, conocida como Mormones, realiza un silencioso trabajo de inteligencia en medio de la población, yendo de casa en casa registrando los nombres de las personas y de los familiares, conversando, observando, haciendo preguntas de aparente ingenuidad y anotando nombres. Actividad necesaria, según ellos, para que cuando la gente muera, su alma pueda entrar al reino de los cielos a reunirse con su familia porque sus nombres estarán en los registros celestiales. Toda esa información recogida que ellos llaman genealogía, pero que además de la lista de nombres, comprende inclinaciones culturales, hábitos de lectura, escolaridad, etc., constituye un caudal de información que puede servir para el trabajo de inteligencia durante la ocupación. Procesada esa información puede indicarles la idiosincrasia de la población, su grado de desarrollo cultural y político, la tolerancia frente a la ocupación y saber que barrios, colonias y cantones son sectores rebeldes y levantiscos.

El porqué de una ocupación silenciosa

Estados Unidos es una sociedad en descomposición moral, con una crisis aguda en sus órganos del Estado, una deuda externa astronómica, sin oro en las reservas que respalden su moneda, en franca pérdida de su hegemonía mundial, con un mediocre trabajo diplomático, con un presidente que cada día tiene menos credibilidad, y con fracaso militar tras fracaso en sus guerras de rapiña.

En el plano militar fracasaron en Vietnam, en Irak, en Libia, en Siria, en Afganistán, en Pakistán, y en Somalia, países en donde aparte de la bajeza moral de sus pretextos para invadir esos territorios, han dejado destrucción de sus infraestructuras, millones de muertes, la mayoría de personas inocentes, caos en la economía y hambre y condiciones infrahumanas de salud en la población. En El Salvador no lograron derrotar las aspiraciones populares de paz y de justicia social, pese a la fabulosa ayuda económica y militar que le proporcionaron a la Fuerza Armada durante la guerra patria de los años 80.

Ellos deben saber entonces que una intervención descarada y directa, les es en este momento difícil y suicidaría. Un ejemplo es el clamor mundial de solidaridad con Venezuela, cuando apenas han externado una amenaza. Pero también comprenden que es la única carta que les va quedando jugar, y que si es necesario tendrán que arriesgar el todo por el todo.

Sería muy grande el costo político y el costo económico de una agresión militar en América del Sur, podría traducirse en el catastrófico final de sus planes de hegemonía mundial. Pese a la descomposición moral de la sociedad en general, un sector de esta ha comenzado a despertar y a tomar conciencia de que la Casa Blanca representa una pequeña élite y jamás los intereses de las grandes mayorías que pagan impuestos y viven precariamente, y tampoco tolerarían el costo en vidas humanas de sus connacionales. Nadie además, puede garantizarles que el teatro de una guerra continental, no se extienda a sus propias tierras. Les resulta imposible, o por lo menos muy riesgoso realizar una ocupación militar, si esta no es silenciosa.

Resistir y ganar la calle

Qué nos queda ante esta arremetida imperial, sino resistir y ganar la calle ocupando todos los espacios culturales, radiales, redes sociales, y trabajando por la unidad popular. Haciendo sentir a los funcionarios de derecha que laboran en el aparato del Estado, que el poder real es del pueblo, realizando movilizaciones masivas frente a sus oficinas. Pero para llegar a esto se necesita, además de estas condiciones objetivas de ocupación, que están dadas, crear las condiciones subjetivas en la población atrasada políticamente, organizando círculos en los que esa parte rezagada del pueblo estudie y comprenda nuestra historia.

También es el momento de desarrollar mecanismos de comunicación y de solidaridad horizontales con otros pueblos porque ahora la lucha de resistencia contra el invasor es continental. La gente debe comprender con mucha claridad que si ahora no pasamos a la resistencia, más tarde el hecho de mostrar el descontento contra el invasor servirá para ser calificados como enemigos. Abundan los ejemplos en los que a los patriotas y a los revolucionarios que luchan por expulsar al invasor de sus tierras les llaman terroristas, mientras el ejército invasor se autoproclama, ejército de liberación. Son el conocimiento de estas cosas y de la hipocresía de llamar daños colaterales a los crímenes cometidos contra personas mayores, madres y niños, para mantener su hegemonía, sumado al estudio de nuestra historia, los que le indicarán el camino a seguir a toda la población. Solamente así podremos decir como Schafik: «…entonces nosotros hemos decidido, cultivar la memoria histórica, porque la historia educa, hace entender el camino que tenemos, el camino que hemos venido recorriendo y hace entender hacia dónde vamos»¹, y las nuevas generaciones comprenderán la responsabilidad histórica que tenemos por delante: resistir y liberarnos definitivamente, mientras, «La lucha continúa».

1.-Fragmento del discurso del comandante Schafik Hándal conmemorando la «Ofensiva fuera los fascistas. Feve Elizabeth vive», de 1989. Conocida por su consigna, «Hasta el Tope».

«El Independiente» de El Salvador