Recomiendo:
0

La realidad del sueño bolivariano en Latinoamérica tiene sólo un escollo: la sumisión de México a los EEUU

Fuentes: Rebelión

La reciente sexta Cumbre de las Américas confirmó claramente que los EEU han perdido presencia y capacidad para imponerse como el factor decisivo en el futuro de la región. Las derrotas militares en Irak y Afganistán han llamado más la atención que el declive de su presencia en Latinoamérica, que me parece mucho más significativo […]

La reciente sexta Cumbre de las Américas confirmó claramente que los EEU han perdido presencia y capacidad para imponerse como el factor decisivo en el futuro de la región. Las derrotas militares en Irak y Afganistán han llamado más la atención que el declive de su presencia en Latinoamérica, que me parece mucho más significativo en términos geopolíticos, tanto por sus enormes reservas de recursos naturales como por ser el espacio geográfico en el que se aplicó el espíritu de la Doctrina Monroe, clave para que EEUU en el siglo XX se convirtiera el centro del sistema mundo por más de tres décadas.

En la opinión pública internacional es común hoy encontrar opiniones que apuntan al reconocimiento de la decadencia yanqui; la pregunta recurrente no es ya si EEUU está en decadencia sino que región lo sustituirá y sobre qué bases. El realineamiento de los integrantes del sistema mundo es hoy el acontecimiento geopolítico que más llama la atención de especialistas, políticos y periodistas.

En este sentido, la sexta Cumbre de las Américas fue calificada por algunos observadores especializados como una revuelta generalizada contra el liderazgo de EEUU, particularmente por la cuestión del manejo del narcotráfico como en la producción de armas entre países como Brasil y la India. Si se acepta que el control de la guerra contra el narcotráfico y los acuerdos militares -como el Plan Colombia o el Plan Mérida- así como el monopolio de la producción de armas en el continente representan dos de los mecanismos más importantes para el mantenimiento de la dominación yanqui en la región no queda más que reconocer que la debacle es real e imparable.

Raúl Zibechi propone cinco razones para explicar el deterioro del control de EEU en la región latinoamericana: el fracaso de la política antidrogas y el bloqueo a Cuba; el debilitamiento de la OEA y el fortalecimiento de UNASUR; la pérdida de su liderazgo comercial, sobre todo en; el crecimiento de las inversiones de China; y el fin del monopolio de las alianzas militares. Ante semejante escenario, el analista uruguayo define una perspectiva poco halagadora para la vigencia de la Doctrina Monroe en su otrora patio trasero.

Las razones expuestas no son tendencias en formación si no hechos consumados. Pero me parece que hay un obstáculo evidente en el realineamiento geopolítico de nuestra América (José Martí dixit): el vergonzoso sometimiento de la clase dominante en México a la precaria hegemonía yanqui. Resulta doloroso observar cómo mientras en Sudamérica está en marcha un proyecto para que las naciones puedan definir con mayor grado de autonomía su futuro, en México los dueños del dinero y sus intelectuales orgánicos sigan empecinados en amarrarse a una economía en declive con el objetivo de subsidiarla -a costa del empobrecimiento y el aumento de la violencia generalizada- a cambio de migajas.

Las consecuencias están a la vista de todos: la caída brutal del ingreso por habitante por lo que ahora México ocupa el lugar 83 en ese rubro (perdió nueve lugares desde el 2006); el aumento de la violencia estrechamente relacionada con la multiplicación por cinco veces del volumen de compras de armas a los EEUU, lo que ha provocado también en el crecimiento del personal de las fuerzas armadas en un 62 por ciento. Los datos contenidos en el informe del Banco Mundial Indicadores del desarrollo mundial de 2012 es que la economía mexicana sigue estancada desde 2006, a diferencia de otros países latinoamericanos. El sometimiento de México a la economía y la política de EEU nunca fue tan grande como en estos días.

Habrá que asumir que el sistema mundo está cambiando por lo que resulta fundamental empezar a mirar hacia el sur y dejar de mirar sólo al norte. Con esto no quiero decir que hay que ignorar a los EEUU si no que es indispensable redefinir nuestra relación a partir de acabar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El proyecto histórico geopolítico original para nuestra América en el siglo XIX no era seguir sometidos a Europa o aliarnos a los EEUU para cambiar al amo. El proyecto original era fortalecer las alianzas entre los pueblos latinoamericanos para ofrecer un frente común contra el colonialismo. Lo dijeron Bolívar y Martí.

Sería interesante especular acerca de las posibilidades de que alguno de los candidatos a la presidencia estuviera consciente de la necesidad de replantear los intereses geopolíticos de México. Por lo que toca al abanderado del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, no parece haber ninguna posibilidad de cambiar las cosas, sobre todo porque detrás de él está el grupo político que acentuó el sometimiento de la economía mexicana al mercado yanqui con la inauguración en 1994 del TLCAN. Más aún y dadas las circunstancias, el candidato priísta parece representar mejor que nadie a la derecha política mexicana. La candidata del Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota, no parece tampoco tener la menor intención de reconfigurar la política exterior a pesar de representar a un grupo político (Yunque, Opus Dei, Legionarios de Cristo) caracterizado por su fanatismo religioso y que tradicionalmente ha desconfiado de los protestantes del norte, aunque no lo suficiente que esto pudiera afectar su bolsillo, of course. Finalmente está el candidato de las izquierdas, encabezadas por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Andrés Manuel López Obrador, que en esta campaña se ha distinguido por la moderación de su discurso y su desplazamiento hacia el centro -o sea a la derecha, como bien dijo el sup Marcos- lo que no genera mucho optimismo con respecto al tema que nos ocupa. En su afán por ganar no parece tener la menor intención de enfrentarse a los intereses económicos que se benefician de la política comercial que sirve a Wal Mart, Mc Donalds y demás corporaciones y mucho menos con los militares mexicanos y estadounidenses. Sin embargo, del ‘peligro para México’ de hace seis años podría esperarse una mejor química con Cuba, Venezuela o Bolivia, lo que podría detener así la debacle de la tradicional política exterior mexicana, que en su momento encabezó los esfuerzos de buena parte de los países latinoamericanos para mantener viva la llama de la soberanía nacional.

Y es ahí donde radica el valor geopolítico de México: en la posibilidad de que se convierta en una fuerza que integre con mayor dinamismo al Caribe con Sudamérica fortaleciendo así el sueño bolivariano y convertirlo en una realidad para los próximos cien años. En este sentido lo que debería está en juego en las presidenciales en México es la posibilidad de aprovechar la coyuntura histórica que vivimos los latinoamericanos hoy para reciclar la idea de nuestra América y de nuestro México. Pero ¿no será esto pedirle peras al olmo?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.