M.H.: Como cada 15 días, con una entrevista en Fm Che Barracas. Hoy seguimos con Ricardo Napurí, diputado constituyente del Perú en 1979 y senador en el período 1980/85. Hace dos semanas llegábamos hasta el momento en que asume la presidencia del Perú el Gral. Juan Velazco Alvarado. Justamente por estos días la Editorial Universitaria […]
M.H.: Como cada 15 días, con una entrevista en Fm Che Barracas. Hoy seguimos con Ricardo Napurí, diputado constituyente del Perú en 1979 y senador en el período 1980/85. Hace dos semanas llegábamos hasta el momento en que asume la presidencia del Perú el Gral. Juan Velazco Alvarado. Justamente por estos días la Editorial Universitaria EUDEBA ha sacado una serie de cuatro libros que se editaron en el año 1974, «La revolución peronista de Héctor Cámpora», «La revolución chilena de Salvador Allende», «La batalla de Panamá de Oscar Torrijos» y «La revolución Peruana del Gral. Juan Velazco Alvarado». Estos libros se editaron a comienzos de 1974, cuando dirigía EUDEBA Arturo Jauretche y su director ejecutivo era Rogelio García Lupo. Los libros aparecen a comienzos de 1974, superaron los 60.000 ejemplares vendidos, pero luego cuando asumen como Ministro de Educación Oscar Ivanissevich y como rector de la Universidad de Buenos Aires Alberto Otalagano durante el gobierno de Isabel Perón, estos libros son sacados de circulación y posteriormente alrededor de 70.000 ejemplares van a ser obsequiados por el entonces Director Ejecutivo de la editorial Luis Pan, miembro del Partido Socialista Democrático, nada más ni nada menos que al General Carlos Guillermo Suárez Mason.
R.N.: No para que se los quede sino para quemarlos.
M.H.: Los destruyó. Por eso al cumplirse 40 años de su edición, EUDEBA vuelve a publicar «La revolución peruana» del General Juan Velazco Alvarado. Esta larga introducción es para preguntarte lo siguiente, en el primer mensaje que aparece en el libro dedicado a Velazco Alvarado, el 24 de junio de 1969, cuando se promulga la Ley de la Reforma Agraria, sostiene «el campesinado del Perú no será más el paria ni el desheredado que vivió en la pobreza de la cuna a la tumba y que miró impotente un porvenir igualmente sombrío para sus hijos». ¿Cuáles fueron los resultados de la reforma agraria del General Velazco Alvarado?
R.N.: Yo he visto en mi vida varias reformas agrarias, la cubana, la boliviana, la peruana, etc. Para mí la reforma agraria es ante todo un hecho político, y lo digo porque los tecnócratas dicen que es un hecho económico y social solamente.
Se le quita a la oligarquía las tierras que originalmente no debieron tener porque las han usurpado, para con justicia y una posición ética, dárselas a quienes la trabajan. Es el concepto más común de esta justicia distributiva, entonces la reforma agraria es un acto económico y un acto social, pero el destino de una reforma agraria se mide políticamente, porque si vas a cambiar la forma de propiedad de un latifundio convirtiéndolo en una pequeña o mediana propiedad, o vas a formar una cooperativa, obviamente hay varios procesos para tener en cuenta, el primero es por qué, cómo y a quién repartes y el segundo, el que recibe no está en condiciones automáticas de integrarse a un proceso y a la visión que tiene el que ha gestado la reforma agraria, me refiero al campesino, que aunque haya trabajado la tierra y es hábil en trabajarla, después necesita créditos y se encuentra con otras realidades, porque la reforma agraria trae los técnicos, la jerarquía, es decir, una circunstancia que no veía antes cuando era un subordinado del oligarca de la tierra.
Ahora va a ser sujeto social, pero un sujeto social que no es autónomo automáticamente, depende del proceso económico, de los precios, la economía, del orden establecido y entonces los gestores políticos de la reforma agraria tienen que tener respuestas políticas ante ese hecho. Lo digo porque la reforma agraria del Perú vio los avatares del propio gobierno de Velazco Alvarado.
Mientras él estuvo en el gobierno la impulsó en el sentido de hacerla más justa, pero con un agravante, la reforma agraria tiene que tener en cuenta la peculiaridad de la realidad del país, por ejemplo, Perú no es como la Argentina donde sobran las tierras, en Perú habían 4 millones de hectáreas productivas, además en Perú el riego es intensivo porque depende del agua, en Perú no llueve. De tal manera que hay fenómenos particulares y, sobre todo, la proliferación del minifundio, porque el 80% de los propietarios de la tierra cultivaban menos de una hectárea de acuerdo a la zona, es decir, montones de peculiaridades.
El otro tema fue que como no había tierras para repartir por la geografía del Perú, esos 4 millones estaban de la costa y ciertas áreas de valles, más o menos, que pueden rendir por tierra, clima o agua, pero el resto, las selvas y los Andes, que son extensiones, ahí no hay cultivo, hay indígenas que cultivan a 3.000 metros pero solamente para sobrevivir, no es rentable.
Por estas razones un 30 o 40% del campesinado quedó sin tierras. Otro problema fue que en Perú, como lo es en los países andinos, por la tradición que viene de los Incas, es que las comunidades campesinas tienen diferentes formas y ya en la época de Mariátegui había cerca de 30.000 comunidades campesinas.
M.H.: Estamos hablando de los años 1920/30 del siglo pasado.
R.N.: Claro, comunidades que tenían 2.000 o 3.000 personas, pequeños pueblos, por eso es que Mariátegui dijo que podía haber un socialismo agrario, basado en el trabajo cooperativo autogestionado que venía de las tradiciones Incas.
Todas esas peculiaridades marcan que la reforma agraria en Perú necesitaba una mano muy inteligente y un gobierno capaz de solucionar estos problemas, y como el gobierno de Velazco se metió en una serie de crisis particulares debido a que su destino era incierto, entonces perdió la dirección y la capacidad de ordenar lo que con buena fe y casi con un sentido revolucionario intentó establecer, porque la idea era terminar con la oligarquía terrateniente y darle un golpe duro al sector empresarial, porque la oligarquía en Perú estaba entroncada con todas las ramas de la producción.
Al atacar a la propiedad terrateniente atacaba también a todas las ramas de la producción. Como ese gobierno entró en crisis sucesivas y después desapareció, los que lo sucedieron ya no tuvieron interés, entonces revirtió la situación, dejaron que los problemas operaran, no es que les quitaron las tierras que habían cedido, sino que las dejaron hasta que se agotaran, hasta que el campesino no tuviera posibilidades de tener insumos, préstamos apropiados, una comercialización favorable, entonces por vía de la falta de apoyo del Estado se revirtió en gran medida la reforma agraria y los medianos y pequeños propietarios quedaron agotados, perdieron todas las condiciones que inicialmente la reforma agraria les facilitaba para que hicieran la defensa de su autogestión, o sea, de su vida de carácter familiar, incluso aldeana.
Eso es lo que ha ocurrido hasta con la reforma agraria de México, en cierta forma, y la de Cuba en otras condiciones, y con casi todos los procesos de reforma agraria que han tenido un destino, por decirlo de alguna manera, «felizmente incierto» por no decir que se agotaron en el proceso en el que los gobiernos que las gestaron fueron eliminados de la escena política o no fueron capaces de ayudar a todos aquéllos que quisieron apoyar.
M.H.: Un Juan Velazco Alvarado que, si la memoria no me falla, te expulsa de Perú.
R.N.: Sí, me expulsó dos veces.
M.H.: Ahora quiero entrar a tu capítulo chileno, creo que es una experiencia muy rica, aunque vos ya conocías a Salvador Allende.
R.N.: Lo conocí en el estudio de Silvio Frondizi en 1957, cuando no era todavía presidente, eso recién ocurrió en 1970.
M.H.: Te expulsan a Chile y allí tenés la oportunidad de observar y participar del proceso chileno abierto con el triunfo de la Unidad Popular (UP), inclusive hay un primer contacto con Salvador Allende, producto de un encargo que te hacen los compañeros de la COB boliviana.
R.N.: De la Asamblea Popular de Bolivia en 1971 ante el temor del golpe de Banzer que se produjo en agosto. La idea fue que yo fuera a Chile conociendo mi amistad con Allende para pedirle ayuda en instructores y algunas armas porque ellos iban a poner los hombres y la destreza que ya tenían porque venían de la experiencia de la revolución popular de 1952, por eso lo vi en 1971, en la misma época en que llegó Fidel Castro a Chile. Y después ya como deportado en 1973. Son dos etapas, no sé de cuál quieres hablar primero.
M.H.: Vayamos a 1971.
R.N.: En 1971 quizás me equivoqué de camino, porque creí que el presidente Allende, por lo que decía, por su amistad, por los antecedentes y por el programa, era capaz de estar atento a lo que yo le formulaba.
A mí me encargaron que le dijera políticamente que a Chile le convenía que en Bolivia no cayera el poder en manos de los militares, de un golpe que estaba preparándose y que ellos sabían, que le convenía a Chile tener una revolución amiga por izquierda para defender el proceso sobre la idea de que él quería una revolución socialista a su estilo en Chile. Sumado a que tenía problemas con Perú y se decía que el General Velazco Alvarado había puesto 10.000 hombres en la frontera para rescatar Arica, el puerto que habíamos perdido en la guerra del Pacífico en 1889, en la guerra entre Bolivia, Perú y Chile, en los que perdió los 400 km de su costa Bolivia.
Yo le compaginé todo eso a Allende, con la idea de plantearle la amenaza de Perú. Además, en Argentina estaba Lanusse que no era una garantía porque nunca habían sido los gobiernos militares amigables con Chile, entonces le convenía una cobertura por izquierda, una revolución popular en Bolivia. Creí que eso era suficiente para que Allende reaccionara, porque se le pedían mínimamente unos 20 instructores, que no eran propios, había muchos brasileros que se acababan de exiliar y no más de 500 armas automáticas.
Le planteé esto a Allende y me dijo «Ricardo usted se ha olvidado que yo soy un socialdemócrata y la vía pacífica al socialismo no es una consigna coyuntural, es una estrategia de desarrollo histórica, los socialistas no creemos directamente en el poder del pueblo, nosotros somos sus representantes, si yo creyera en lo que usted me dice sería bolchevique o comunista, nosotros somos socialdemócratas, venimos de la Segunda Internacional, y aunque yo sea de su ala izquierda, representamos al pueblo. ¿Cómo voy a representar una revolución obrero popular? Eso está contra mis principios».
La revolución es un freno de mano antes del desastre
El hecho fue que cuando él llega al gobierno con esa posición de vía pacífica hacia el socialismo, se da un proceso determinado. Porque las revoluciones son pedagógicas, la gente tiene miedo a la idea de una revolución, pero hay quienes dicen que la revolución es un freno de mano antes del desastre. Cuando se producen es porque algo desastroso está a punto de suceder, claro, una revolución por izquierda no aparece por gusto, las masas no se lanzan a una revolución por ejercicio cinematográfico, se lanzan, por hambre, por desesperación y porque las clases gobernantes ya no pueden satisfacerlas.
Antes del desastre es pedagógica, es el freno de mano antes del derrumbe, es importante porque se ha instalado la idea de que una revolución es una cosa terrible, de matanzas. Entonces en Chile los socialistas tenían como ejercicio un programa bien radical, antiparlamentario, con asamblea popular, con acción directa de las masas, pero como «joda» se podían dar el lujo de tener un programa de izquierda y, sin embargo, toda su conducta era adaptada al sistema.
Chile es el único país del mundo que ha tenido cuatro frentes populares como gobiernos. Frentes populares son las alianzas de clases donde gobierna la burguesía y el pueblo apoya a través de estos intermediarios que tienen un programa de izquierda de adaptación al sistema por derecha. Allende era sincero, era muy querible, bohemio, simpático, un tipo inteligente con una linda historia. Pero después cuando llegan al poder, ya no pueden construir con la tolerancia de la burguesía, porque había que construir socialismo en democracia, porque los partidos populares chilenos eran de los pocos en América Latina que tenían masa, tenían la mitad de la población hasta hoy, y en Chile la derecha no pelea contra el conserje de un banco, es decir, ejerce el poder, acá lo delega, allá no, es una derecha militante. Entonces la derecha dijo que no, no dejó pasar ningún reformismo, tal es así, que no fue que la UP no hiciera cosas, hicieron cosas importantes, nacionalizaron el cobre, hicieron una reforma agraria, el control del comercio exterior. La derecha no podía tolerar eso y mucho menos en las condiciones internacionales que existían, en plena Guerra Fría, tal es así que Nixon, a través de Kissinger, decidió terminar con el proceso chileno, no por comunistas ni porque fueran a instalar el poder del proletariado, sino porque ellos no podían aceptar de ninguna manera que hubiera un gobierno reformista en América Latina, mucho más cuando se daban cuenta que ese gobierno podía escapar al control de los gobernantes. Porque las masas salieron a las calles y se apropiaron del programa, comenzaron a autogestionarse, formaron comunas, cordones industriales y la derecha, pagada por Estados Unidos, recuerden la huelga de 40.000 camioneros, todo el mundo se pronunció en contra, es decir, una polarización total. En el medio de esa polarización donde la derecha decía «o golpe militar o guerra civil» el gobierno decía «ni golpe militar ni guerra civil», o sea, la nada.
El gobierno se neutralizó, entonces las masas resistían defensivamente por abajo y la derecha agresivamente por arriba, hasta con los aviones que volaban por encima, y el gobierno que se quedó inmóvil fue consecuente con su discurso de no permitir un gobierno del proletariado.
No fue la guerra civil, sino el golpe de Pinochet. De tal manera que las lecciones que nos podemos apropiar de esta charla son múltiples y totales, y sirven para los momentos que corren como un abecedario del comportamiento de los hombres que dicen una cosa y no la hacen porque no pueden, de las clases sociales que pueden ser pasivas y hasta conservadoras y cuando aparece la revolución, a pesar de ellas, actúan revolucionariamente aunque antes fueran conservadoras, es decir, la revolución es un acto pedagógico que lo realizan las masas a pesar suyo, porque las situaciones las obligan a hacerlo.
Si tenemos que hacer un resumen de las revolución chilena, ni siquiera podemos hablar de traición, porque Allende y los socialistas fueron consecuentes con lo que ellos creían, lo que sí podemos decir, junto a los autores más conscientes, que fue una revolución traicionada, porque los trabajadores estaban en las calles y cuando aparecen de esa manera hay que ser consecuentes como en Cuba, porque cuando la revolución apareció los cubanos tuvieron que elegir entre Estados Unidos y las masas y optaron por las masas y se produjo la revolución. Si no fuera así hay que denunciar a Fidel Castro como un provocador de la historia y todo el mundo lo aplaude ahora.
Qué casualidad que las revoluciones han sido entregadas, por ejemplo en el caso de Argentina, el General Perón se fue, en el caso de Paz Estensoro lo mismo, en Brasil Getulio Vargas se pegó un tiro, Velazco Ibarra se fugó, es decir se van cuando aparece la idea de la revolución, de tal manera que les guste o no les guste a los compañeros que no han evolucionado todavía en el sentido de manejar estos hechos de la historia, nosotros les decimos desde acá, a modo de provocación y a los efectos de que piensen que la idea de la rebeldía es un hecho natural en la vida de los pueblos, que es mucho mejor estar avisado y aprender de las enseñanzas de la historia.
M.H.: Vamos a saltearnos la etapa europea, porque luego partís al exilio a Francia, una semana antes de la caída de Salvador Allende, y vamos a ubicarnos nuevamente en el Perú en 1978/9 ya que es una experiencia muy importante la que desarrolla el Frente obrero campesino estudiantil y popular (FOCEP).
R.N.: Y el propio gobierno de Velazco Alvarado, que es una cosa sui generis en América Latina, un gobierno militar que hace un programa democrático avanzado de capitalismo de estado inusitado, de perfiles a veces más avanzado que el de Perón y más avanzado que el de Chávez en ciertos aspectos.
M.H.: Hugo Chávez que se inspiró en la revolución peruana, él estuvo en Perú cuando era Teniente y precisamente la tesis con la que se gradúa habla de la revolución peruana. Tengo entendido que se ha perdido pero se conoce que fue el material con el cual el Comandante Chávez se recibió en la Academia Militar de las Fuerzas Armadas de Venezuela.
R.N.: Velazco subió en 1968, dio el golpe el 3 de octubre y duró hasta 1975, en ese año sus compañeros de armas le dieron un contragolpe y llegaron a 1980, pero como una segunda fase, como una contrarrevolución dentro de la revolución.
Fui víctima de una operación en el más alto nivel del Plan Cóndor
M.H.: Y allí hay un capítulo argentino, porque vas a sufrir las consecuencias del terrorismo de estado en nuestro país. Me gustaría que compartieras con nuestros oyentes esa situación.
R.N.: Me salgo un poquito de tu pregunta pero en el espíritu de la misma, la primera vez que me detienen en Argentina es cuando siendo yo un joven teniente de aviación militar en Perú, me ordenan bombardear la rebelión cívico-militar del partido aprista, concentrada en los barcos de la Armada porque los cuarteles desistieron a última hora. Me negué y me expulsaron de las Fuerzas Aéreas, vine a Argentina auto asilado y a los 3 o 4 días fui al viejo local de la Facultad de Derecho en la calle Las Heras, porque yo estudiaba abogacía en la Universidad de San Marcos en Perú, creyendo que eran compatibles las materias, estaba haciendo la gestión y algunos estudiantes me vieron uniformado y les pareció raro y más siendo peruano, porque Perú había salido en los diarios de la época, primero por la rebelión aprista que fue liquidada a sangre y fuego y después por la rebelión de un general reaccionario, Odría, que gobernó 8 años con una dictadura sangrienta. Al salir unos tipos me agarran violentamente y me llevan a la Sección especial de la Policía Federal de la calle Urquiza, primer lugar donde se aplicaba la picana eléctrica y donde estaban dos comisarios con fama de torturadores. Me acusaron de espía internacional y después de un tiempo me sacó Silvio Frondizi a quien recurrió mi hermana que también había sido detenida. En el diálogo posterior cuando fui a agradecerle, él me escuchó y me ofreció incorporarme al grupo Praxis, que él dirigía.
La segunda detención fue durante el gobierno de su hermano, Arturo Frondizi. Un joven que era médico en Cuba le pidió permiso al Che para venir a casarse acá y como Cuba era un desorden de todos los demonios, le dijo a John William Cooke y a Alicia Eguren, «tengo una valija de diplomático, manden lo que quieran». Ellos mandaron manuales, con la fantasía de hacer la revolución a toda velocidad, yo aunque no lo creas, le di 20 tarjetas postales para ahorrarme el dólar que costaba enviarlas y él las mete en la valija diplomática que yo ni sabía de su existencia. Al ingresar a la Argentina la valija fue revisada por agentes de inteligencia que lo único que no pudieron descifrar fueron mis tarjetas, porque todo lo demás tenia destinatario pero lo mío estaba en clave, entonces fui acusado de terrorista, se armó un escándalo y tuve que exiliarme.
Cuando era candidato a la Asamblea Constituyente en Perú, en la segunda fase del gobierno del dictador Morales Bermúdez, que se caía por la propia crisis y los problemas internos que tenía, llegó una huelga general de la central obrera y el tipo desesperado metió 5.000 dirigentes sindicales en la cárcel, también me agarró a mí y a otros integrantes de la Asamblea Constituyente, nos dieron una paliza y nos subieron a un avión Hércules esposados a los asientos, cosa inaudita, porque eso se habrá hecho en la época de esclavitud, pero en un avión que puede caerse, estás condenado, no podés escapar, sumándole 20 tipos con ametralladoras apuntándote en la cabeza. Fue una operación al más alto nivel del Plan Cóndor. Después de aterrizar en Jujuy nos llevaron a un asentamiento antisubversivo y estuvimos presos ahí. El Coronel Arana nos dijo «ustedes son prisioneros de guerra argentinos, porque los dos gobiernos están en guerra civil interna y hemos decidido intercambiar presos». Eramos los primeros que traían a Argentina.
M.H.: Eso ha motivado la apertura de una causa judicial, ¿verdad?
R.N.: La causa la inicié yo contra el General Videla, que iba a juicio oral pero se muere antes. Sí logré enjuiciar a Morales Bermúdez que todavía está en Perú y que no puede salir del país mientras el proceso siga.
El tema central es que nos salvamos de «milagro», porque empezaba el Campeonato Mundial de Fútbol y el gobierno sueco tomó nuestro caso, así como otros organismos internacionales de derechos humanos. Esto salió publicado en los diarios, pero como quiso la dictadura diciendo «han venido a pedir asilo político funcionarios peruanos al gobierno de las Fuerzas Armadas», como si nosotros hubiéramos venido voluntariamente a pedirle a este gobierno que nos asilen porque en el Perú había una dictadura y ellos eran demócratas, ¡mentira! En la encrucijada, sin saber qué hacer, nos expulsan nuevamente al extranjero diciéndole a los gobiernos que nos retiren los documentos porque éramos terroristas, de tal manera que nos fichan para que en el mundo fuéramos perseguidos, porque como no pudieron matarnos acá, que otros gobiernos lo hicieran.
No termina solo en el hecho de que te expulsen, también te ponen la ficha de terrorista, tal es así que yo nunca he podido entrar a Italia, Francia, ni a Estados Unidos. Cuando fui a Inglaterra a hacer trabajo político me metieron preso, en Irlanda también me metieron preso, en Italia no me dejaron entrar, en Canadá casi me meten preso, es decir, la cosa no termina en el momento en que los tipos te expulsan, porque lo hacen con la ficha terrible de subversivo comunista y los otros gobiernos te pasan la factura, entonces tienes un destino incierto por todos lados.
Esos son los acontecimientos que dan respuesta a tu pregunta respecto del rol terrorista de los gobiernos, incluso democráticos como el de Arturo Frondizi. No es forzosamente que los gobiernos lo ordenen, son los servicios de inteligencia los que lo hacen, los gobiernos tienen responsabilidad indirecta, lo digo porque he sido miembro de gobiernos, he sido Senador, miembro de la Comisión de las Fuerzas Armadas en el Senado, hasta dos veces candidato a Presidente de la República en Perú y conozco bien como es esto. Los servicios de inteligencia actúan como un poder doble subterráneo. Cuando me capturaron la primera vez, antes de salir, vinieron dos milicos borrachos que eran de la CIA y como ya salía libre y había sido militar, me contaron que ellos mantenían a la sección especial y a casi todas las secciones represivas de los comunistas y los izquierdistas en América Latina y que daban más preferencia a este hecho que al propio apoyo a las Fuerzas Armadas que a veces era discutible. Los servicios de inteligencia actúan como vasos comunicantes, incluso por encima de los gobiernos, y los gobiernos se enteran a veces de los hechos consumados, son responsables de forma indirecta, eso sí, porque se producen en su espacio, durante su tiempo y en su terreno.
M.H.: Paralelamente se estaba constituyendo en Perú, en el marco de la salida política imaginada por los sucesores de Juan Velazco Alvarado, lo que después sería la Asamblea Constituyente. Allí se constituye una fuerza política, expresión de la izquierda peruana.
R.N.: De uno de los sectores de la izquierda peruana.
M.H.: Recuerdo en especial la participación del famoso escritor Manuel Scorza, quien muere en esa campaña electoral producto de un accidente aéreo, donde esta organización política llamada FOCEP (Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular), hace una extraordinaria elección.
R.N.: Sacamos el 21% de votos, sin veedores en muchas mesas y estando presos casi todos los candidatos.
M.H.: Claro, se piensa que hubo fraude y que probablemente el porcentaje hubiera llegado al 30%. Allí sos elegido Diputado Constituyente.
R.N.: Estando desterrado en París, me enteré por la televisión, me habían elegido en mi ausencia.
M.H.: Y al año siguiente Senador, ya no por el FOCEP.
R.N.: No, por el PST, el Partido Socialista de los Trabajadores.
Como representante del Senado peruano viajé oficialmente a Argentina a apoyar la reivindicación por Malvinas
M.H.: Y como senador cumplís un rol importante durante la guerra de Malvinas, en otro hito importante como militante revolucionario de izquierda, en Perú y en nuestro país, en donde el primer acto público que realiza la izquierda, en este caso el Partido Socialista de los Trabajadores, en plena dictadura, va a tener como cobertura tu presencia.
R.N.: Es cierto, yo hablé en ese acto.
M.H.: Desde Perú el apoyo va a ser muy grande hacia la Argentina en ese momento, posiblemente el país latinoamericano que más apoyó a nuestro país junto con Venezuela que también cumplió un papel importante. Eso te da la oportunidad de viajar a la Argentina y como decía, generar un hecho político inédito para aquellos años, que es la realización de un acto político público de una organización de la izquierda argentina.
R.N.: Es importante explicar qué pasó en Perú y por qué Perú apoya.
M.H.: Desde 1980 Ricardo Napurí era Senador.
R.N.: Y bastante importante ya que era el ponente de la izquierda porque venía de un combate largo en la Asamblea Constituyente y tenía una historia personal, sino no se explica por qué hice veinte viajes al extranjero y por qué vengo dos veces a la Argentina acompañando al presidente Belaúnde Terry, también fui a la OIT, no lo digo para mandarme la parte, fue la realidad.
El hecho central es que para cuando se produce Malvinas, en Perú había un gobierno democrático débil que había reemplazado a la dictadura de Morales Bermúdez y los militares deciden apoyar a sus hermanos de armas, el presidente era Belaúnde, en su segundo período. Tenían lazos porque ambos ejércitos tenían conflicto con Chile, la plaza principal de Lima es la Plaza San Martin, padre de la patria más que Bolívar, son lazos profundos cultivados en el tiempo que después Menem destrozó por el asunto de la venta de armas a Ecuador. Pero todos los militares peruanos que tenían ese vínculo decidieron apoyar a sus hermanos de armas, no les importaba la reivindicación nacional, eso creaba un problema, porque nosotros en la izquierda apoyábamos la reivindicación nacional pero no teníamos nada que ver con lo que hacía la dictadura que había producido el hecho. Los senadores y diputados se pronunciaron neutrales en el conflicto y fueron los militares los que tomaron la iniciativa del apoyo, y lo hicieron con misiles, aviones y créditos en el extranjero, inclusive instructores, el Exorcet que se utilizó para hundir una fragata inglesa era peruano. El presidente Belaúnde era prisionero de ese hecho, porque tenía miedo que como los militares ya lo habían derribado, actuaran por su cuenta por encima de él, entonces se metió para tomar el control de la situación y por eso fue mediador.
M.H.: Recuerdo que presentó un plan de paz.
R.N.: Fue un hecho histórico.
M.H.: Cuando fracasan las negociaciones de Alexander Haig, el Secretario de Estado norteamericano.
R.N.: El entra directamente como negociador para tomar el control de la situación. Yo era senador en ese momento y di la batalla en el Congreso peruano para que entendieran que no se trataba de apoyar a los militares hijos de puta, sino de la reivindicación nacional, porque el país agredido era Argentina cuando las Islas Malvinas fueron ocupadas siendo territorio argentino, entonces era un problema entre un país opresor y un país oprimido, al margen de quién instrumentó la invasión en ese momento, cuando los militares genocidas hicieron esa barbaridad de llevar a 10.000 jóvenes a morir ahí.
Había que apoyar la reivindicación, por eso salimos a las calles y se produjeron las manifestaciones de apoyo popular más amplias en el mundo, proporcionalmente lo digo, y con ese ambiente me mandaron a mí para que me entrevistara con las autoridades y trajera la moción. Yo vine y no me recibió el canciller porque estaba en Estados Unidos, pero lo hizo su staff con gran simpatía y me dijeron: «quédese en su hotel que lo mandamos a las Malvinas para que usted hable a las tropas». Estuve esperando que me llevaran, lamentablemente el curso de los acontecimientos determinaron que fuera imposible e inviable, entonces en esa situación y con esa autoridad ganada, es que pudimos a través de un abogado, Enrique Broquen, que tenía incluso contactos porque era familiar de militares, pedir autorización para hacer un acto público.
Los militares, en vista del acto de apoyo que habíamos producido en Perú, nos dieron la autorización y lo realizamos ante 800 personas muertas de miedo porque pensaban que nos iban a matar a todos. El MAS, que era el PST en ese momento, mandó a la periferia porque pensaban que los iban a reprimir, entonces fueron los literatos, los pintores, y no mandaron a la militancia que todavía estaba en la clandestinidad porque era peligroso. Pero no pasó nada, hablamos todos en un acto público durante la dictadura, una cosa inusitada, pero como consecuencia de ese gesto que los militares reconocieron y además porque ya se desbloqueaba un poco la situación política.
Son actos de perfil histórico donde he intervenido, con una posición modesta pero cumpliendo mi deber, y cumpliéndolo bien, creo yo.
M.H.: Vamos a concluir esta historia con Ricardo Napurí el próximo miércoles.
R.N.: Tú tienes que decir que no soy un pibe, que está hablando un hombre de 90 años.
M.H.: Yo creo que los oyentes se deben haber dado cuenta, porque arrancamos esta historia en 1948, sin referirnos a tu niñez y adolescencia que también es muy rica, aunque no en el plano político consciente.
R.N.: Fui peón de campo, obrero agrícola y minero de socavón durante 4 años a 4.000 metros de altura, una cosa inusitada desde los 13 años. También monaguillo.
M.H.: El miércoles que viene vamos a arrancar desde ese punto. Volviendo a Malvinas también tendrás algún reconocimiento por parte del gobierno de Raúl Alfonsín.
R.N.: Sí, una carta personal, por mi combate en defensa de las Malvinas y la soberanía del país. Me la entregó la Embajada en nombre del presidente y todavía la conservo.
M.H.: También vamos a recorrer lo que sería tu última etapa militante y el presente de Ricardo Napurí, quien tuvo el privilegio hace algunos años, de conocer al Comandante Hugo Chávez, de compartir el programa que solía hacer los domingos, Aló Presidente, invitado por él y en un hecho histórico, que fue participar del único homenaje oficial que le hizo un gobierno a León Trotsky, junto al nieto y Celia Hart, la hija de dos históricos dirigentes de la revolución cubana.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.