
La naturaleza compleja de la guerra en Ucrania, y especialmente de la cuestión de la responsabilidad relativa de las diferentes partes, ha dificultado la movilización de un poderoso movimiento contra la guerra.
La naturaleza compleja de la guerra en Ucrania, y especialmente de la cuestión de la responsabilidad relativa de las diferentes partes, ha dificultado la movilización de un poderoso movimiento contra la guerra.
Los pasillos de la política europea son mucho más ásperos, traicioneros y complejos de lo que los medios de comunicación occidentales transmiten. Tanto como las relaciones entre los gobiernos.
La sorpresiva visita sorpresa del presidente estadounidense Joe Biden a Kiev y su anuncio de 460 millones de dólares más en ayuda militar es una bofetada a Moscú en vísperas del primer aniversario de la invasión a Ucrania.
Si el siglo XIX fue largo, desde 1789 hasta 1914, el XX, corto, desde 1914 hasta 1989, el XXI, el llamado “siglo americano”, ha sido un suspiro; desde 1989 hasta el 2022.
Lo que los europeos necesitan aprender es que la UE no es sino un Protectorado de EEUU. Muchos discursos sobre la «democracia», pero las decisiones se toman en Washington.
Uno de los mayores riesgos existenciales en relación con la actual crisis bélica ruso-ucraniana es una confrontación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Rusia, con Ucrania como instrumento para provocar la guerra.
Hay que impedir que nos arrastren a la III Guerra Mundial nuclear
Un nuevo-viejo fantasma se cierne sobre Europa: la guerra.
Ucrania se ve sacudida por otro escándalo de corrupción. Uno de los ejes centrales es la corrupción en el ministerio de Defensa.
Cuando el eje Washington-Londres-Varsovia decidió el pasado mes de enero obligar a Alemania y Francia a entregar tanques pesados a Kiev, se benefició de una cámara de eco mediática de alta fidelidad.