Los últimos acontecimientos en torno a Venezuela han reabierto una página que para muchos estaba cerrada en la historia latinoamericana, pero que en realidad, no es más que la continuación de la política imperialista que tanto daño ha hecho sobre nuestras repúblicas hermanas, las pruebas del intervencionismo norteamericano y de sus intensiones de apoderarse de […]
Los últimos acontecimientos en torno a Venezuela han reabierto una página que para muchos estaba cerrada en la historia latinoamericana, pero que en realidad, no es más que la continuación de la política imperialista que tanto daño ha hecho sobre nuestras repúblicas hermanas, las pruebas del intervencionismo norteamericano y de sus intensiones de apoderarse de las riquezas naturales y humanas de ese país no dejan lugar a la duda, las declaraciones realizadas por Donald Trump a las pocas horas de que su títere Juan Guaidó intentara usurpar la presidencia de Venezuela arrojaron el último girón de luz, el pretendido Golpe de Estado cuenta con todo el apoyo de los Estados Unidos y de países aliados, aunque también, han puesto en juicio la propia fuerza política de Trump, pues no ha recibido toda la aprobación que esperaba ni ha logrado al interior de la Organización de los Estados Americanos (OEA) una resolución unánime o mayoritaria, el reacomodo en la configuración estratégica de la región que significa el conflicto para muchas naciones, también ha permitido ubicar a cada uno en su bando.
El contexto que se abre vislumbra la equivocación o la conveniencia de muchos académicos e intelectuales que anunciaron desde tiempo atrás la inexistencia del imperialismo, se habló en diversas formas de un nuevo periodo histórico, se dijo la era de la democracia (liberal) había llegado, y si bien muchas circunstancias son inéditas, al día de hoy el imperio norteamericano ejerce su política de expansión y acumulación con mayor deseo, los silencios cómodos de aquellos que negaron la realidad, ahora se revierten y desvanecen en el violento desarrollo de los hechos. La manifiesta intensión de intervenir en Venezuela incluso militarmente por el gobierno norteamericano, no puede interpretarse de otra forma más que como el deseo palpable de controlar toda la región sudamericana, pues establecer su control en Venezuela posibilitaría un espacio fundamental implantar formas de dominación y para detener el avance de los cambios progresivos en países con gobiernos populares. La intensión no es sólo hacerse del petróleo, oro y demás riquezas naturales, buscan establecer gobiernos títeres en la zona y hacer frente al avance de otras naciones como Rusia y China.
Quienes de una u otra forma han manifestado apoyo a la intervención se niegan la historia o la desconocen por completo, las alianzas estratégicas que Estados Unidos realiza son únicamente eso, alianzas que duran el tiempo que le son útiles, la voracidad del imperialismo no tiene miramiento éticos o morales, únicamente tiene intereses y deseos de poder y riqueza. Ponerse a favor de la intervención es vulnerar la soberanía de las naciones y favorecer la violación del derecho a la autodeterminación, nunca jamás un imperio puede o debe estar por encima de los pueblos. Los países latinoamericanos que han dado su apoyo al intento de Golpe de Estado, han traicionado la identidad y la historia, además, de traicionar a sus pueblos que como latinoamericanos sienten o mantienen simpatías con sus hermanos venezolanos. Se olvidan las oligarquías y el imperio que los pueblos tienen memoria y tienen mucha dignidad en sus raíces, las voces de unidad e integración claman por el fin de las intervenciones y del constante hostigamiento a gobiernos y poblaciones, los fantasmas de los próceres de Nuestra América rondan junto a cada ciudadano que levanta su voz y clama libertad para las naciones.
Exclusivamente a los Estados Unidos puede interesarle el desarrollo de una guerra en la región, su táctica se dirige a dividir a las naciones y los pueblos con campañas de odio y desinformación, su estrategia es imponer a lacayos provocando desatar conflictos que nutran su necesidad imperialista de poder. La República Bolivariana de Venezuela resiste los embates en todos los frentes, la solidaridad mundial respalda las decisiones de su pueblo, la osadía pedante del imperio por pretender controlarla se enfrenta y enfrentará a la organización popular, la conciencia desarrollada en las últimas décadas muestra una fuerza singular que posibilita la resistencia, el reconocimiento que los venezolanos han hecho de su herencia patriótica y latinoamericana de Simón Bolívar, es un arma mucho más poderosa y profunda que cualquier misil o artefacto bélico. El ímpetu de su pueblo puesto en movimiento para hacer frente a esta nueva agresión, se acompaña de las voces que reconocen y defienden la autodeterminación de las naciones como derecho inalienable, así lo han demostrado los gobierno de México y Uruguay absteniéndose de ser participes en esta nueva osadía inhumana y sentando las bases para una posible mediación o apertura de un dialogo por el bien de los pueblos.
Estamos otra vez ante la necesidad de resistir y organizar la utopía bolivariana de la integración y unidad de los pueblos latinoamericanos a favor de su bienestar y del mejoramiento de sus condiciones de vida: defender a Venezuela es defender a todas nuestras naciones y su autodeterminación. Es tiempo de profundizar la conciencia sobre nuestra identidad latinoamericana y ondear la bandera de la libertad y soberanía para hacer frente a las agresiones venideras.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
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