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Perú

Cayó el telón

Fuentes: Rebelión

Fue una semana tensa y difícil, cuyo primer desenlace afloró la noche del jueves 21 de diciembre. Luego de 14 horas de arduo debate parlamentario, la votación dejó un mensaje claro. Se rechazó la vacancia de PPK, pero el pueblo no podrá sentirse satisfecho. Bien mirada la cosa, fue una victoria de las fuerzas democrática […]

Fue una semana tensa y difícil, cuyo primer desenlace afloró la noche del jueves 21 de diciembre. Luego de 14 horas de arduo debate parlamentario, la votación dejó un mensaje claro. Se rechazó la vacancia de PPK, pero el pueblo no podrá sentirse satisfecho.

Bien mirada la cosa, fue una victoria de las fuerzas democrática y un triunfo -casi Pírrico- de los sectores progresistas de la vida nacional. Pero sobre todo -en términos de clase- una afirmación de las posiciones de la Gran Burguesía Liberal. En paralelo, una derrota del fascismo y un traspié de las fuerzas más conservadoras que se jugaron enteras en el empeño de abrir un nuevo curso al complejo escenario nacional.

El mayor aporte que proporcionó al país la coyuntura vivida, fue el haber puesto en el centro del interés público, un acontecimiento político. Cuando de modo general la Clase Dominante busca «adormecer» a la ciudadanía para que deje en manos de las autoridades los «problemas del país» y se dedique más bien a frivolidades de poca monta; el espectro del pasado despertó a las multitudes que salieron a la calle en nutridas manifestaciones.

Las marchas registradas el sábado 16, el miércoles 21 y el jueves 21 mostraron un movimiento popular en proceso de recuperación, aunque aun fragmentado y confundido. La ausencia de unidad se reflejó en la práctica.: Importantes colectivos ciudadanos que promovieron la primera de estas acciones, no estuvieron en las otras. Y los que alentaron la movilización del jueves, hicieron poco por garantizar el éxito de las anteriores. Y en todos los casos, las «consignas», más que unir, dispersaron esfuerzos, y aun voluntades. Mostraron no obstante, una caleidoscopio de propuestas que bien vale considerar.

Hubo en las filas de la «izquierda parlamentaria» un gran derrotado: el denominado «Frente Amplio» de Marco Arana -que nada tiene en común con el Frente Amplio de otros países, Uruguay o Chile, por ejemplo- que jugó el triste papel de furgón de cola de la Mafia Fujimorista y mantuvo hasta el fin -contra todo pronóstico- su ligazón con la misma. Los 10 votos de esa Bancada, finalmente sumaron a las huestes Keikistas en el balance final de la derrota. En contrapartida -felizmente- 10 parlamentario de Keiko desertaron de sus filas, lo que facilitó la derrota del proyecto golpista. La ruptura de Fuerza Popular, fue, por cierto, la noticia del día.

Consignas como «que se vayan todos» y «nuevas elecciones, ya», quedaron de lado. No sólo asomaron como inviables, sino también equívocas; no porque fueran falsas, sino porque no estaban acompañadas de una lectura concreta de la realidad. En ningún caso se iban a ir «todos», ni ocurrirían «nuevas elecciones». Ni siquiera, en el caso que prosperara la vacancia. Como lo adelantaron sus voceros, la caída de PPK y la renuncia de sus Vice Presidentes, sólo abriría la puerta para nuevos comicios presidenciales, pero no parlamentarios dado que los congresistas «no habían sido censurados por nadie». Esa mayoría parlamentaria voraz, prepotente, abyecta, pero además «victoriosa», permanecería inmutable una vez alcanzado su propósito. Ella, consciente de su escenario, le puso a cierta Izquierda algunos mendrugos de pan envueltos en miel: «habrá elecciones», le dijo. Y ella, acostumbrada durante los 25 últimos años a pensar tan sólo en términos electorales, se hizo a la idea. Craso error.

Para los diseñadores del Golpe, la situación estaba cantada. Concretada la censura y la derrota del gobierno, Fuerza Popular asumiría el control del Ejecutivo a través del Presidente del Congreso, Luis Galarreta quien convocaría de inmediato a nuevas elecciones presidenciales. Con las normas electorales vigentes, el triunfo de Keiko Fujimori en esos «comicios» estaba asegurado. Fue eso, lo que fracaso.

Y es curioso. Los que implementaron la acción, nunca se dieron cuenta que estaban derrotados. Las intervenciones «de fondo» y finales de Héctor Becerril, Daniel Salaverry o Rosa Bartra, lucieron triunfalistas hasta el fin. De ahí que resultara delicioso ver sus rostros de aves de rapiña, despojadas del Menú, al fin de la contienda. Y es que se quedaron «con las ganas», ellos que ya habían avanzado en la tarea de apoderarse del Banco Central, cesar al Fiscal de la Nación, intervenir al Tribunal Constitucional, presionar al Poder Judicial y recoger los restos de un Poder Ejecutivo en virtual desamparo, se dieron cuenta tarde que les habían quitado la escalera, dejándolos agarraditos de la brocha.

El «Golpe Parlamentario» quizá no fue originalmente preparado por la embajada de los Estados Unidos, como el de Paraguay. Según todos los indicios, ella se plegó a la idea cuando pensó que prosperaría. Así lo acredita la «postura» de Fernando Rospigliosi quien, desde un escepticismo inicial, fue «evolucionando» hacia una adhesión plena en la víspera de la jornada.

No hay duda que PPK -un «lobyista» claramente identificado- tiene negocios empresariales que merecen ser investigados. Pero ellos forman parte de la «legalidad» que protege a los poderosos en la sociedad capitalista. Así ellos hicieron, y sumaron fortunas. Así lograron la «acumulación del capital», robando a los trabajadores y a los pueblos.

Por eso, se hace indispensable una investigación prolija. Sobre todo, para que se conozcan los alcances reales de las trapacerías diseñadas por lobys, gestores, empresas, y afines. Todos ellos deberán dar cuenta de sus actos ante la justicia hoy, pero también más adelante; cuando ella sea legítima y auténtica.

De todos modos, para PPK ésta ha sido una muy dura experiencia. Ella le ha servido, incluso, para conocer mejor a su «entorno» y calificar sus reacciones. Pero también para percibir el papel de los «agentes externos». La Casa Blanca estuvo a punto de abandonarlo, cuando pensó que ya olía a naftalina. Debiera extraer experiencias, y buscar aliados más definidos y estables. Y comprender la naturaleza de la pugna. La puso en su real dimensión, sólo la noche del miércoles 20 y del mismo jueves 21 en el hemiciclo de la Cámara; pero pareció olvidar el tema apenas tuvo en sus manos el resultado de la votación. Aseguró, por eso, que ésta era «la hora de la reconciliación». ¿Con quién buscará «reconciliarse»? ¿Con Keiko, Rosa Bartra, Becerril o Salaverry? O quizá, con todos ellos juntos.

Por lo pronto crece la idea de que ha «negociado bajo cuerda» el indulto a Fujimori. Podría ser cierta la versión que ubica en la calle al padre de Kenyi antes de fin de año. Sería, sin duda, una muy infeliz decisión. Y abriría una confrontación real entre el gobierno y el pueblo. Pero, además, generaría un severo descontento en el escenario exterior, donde nadie ve con indulgencia, ni la corrupción ni la impunidad En la cárcel o en su casa, sin embargo, nadie liberará a Alberto Fujimori de un estigma que lo marcará de por vida. Será en efecto, allí donde esté, El asesino de Barbadillo. Nadie le quitará tal condición.

Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.