El 20 de marzo comenzó la huelga nacional de los mineros artesanales. Y es que después de tanto «paseo» por parte del gobierno de Ollanta (que prometió oportunistamente la formalización de la minería en campaña electoral), los mineros han decidido salir a combatir por su derecho a un trabajo digno y la formalización (a pesar […]
El 20 de marzo comenzó la huelga nacional de los mineros artesanales. Y es que después de tanto «paseo» por parte del gobierno de Ollanta (que prometió oportunistamente la formalización de la minería en campaña electoral), los mineros han decidido salir a combatir por su derecho a un trabajo digno y la formalización (a pesar que ni el 20% ha sido formalizado por las trabas burocráticas, solo en Enero han aportado con $14 millones). Y no es para menos. Después de la suspensión del paro del 29 de agosto, lo que el movimiento minero ha recibido, no es una seria formalización, sino balas, represión e interdicción, bajo la directiva del poder gran minero transnacional.
Por eso es importante comprender que lo que se juega en esta batalla es el futuro del movimiento minero (y sus hijos). Se juega una alternativa de desarrollo económico y de trabajo frente a la bancarrota a la que nos ha llevado el modelo neoliberal que solo beneficia a la gran minería (que de 100 soles que gana solo deja 3 mientras que el artesanal invierte el 100% en nuestra tierra, por otro lado, Xstrata -Las Bambas- procesará 140 mil toneladas al día mientras que los artesanales extraen 200 kilos de mineral), que contamina y que tienen como agentes políticos a Ollanta Humala y Nadine Heredia.
En esta oportunidad, la huelga del movimiento minero artesanal se da en un contexto de desaceleración de la economía (caída del 26% de la inversión en exploración en gran minería), de fragilidad política de la administración Ollanta con un gabinete que fue rechazado en el Congreso y que peca de soberbio al subirse al 100% el sueldo (de 15 mil a 30 mil soles) mientras que el salario mínimo está inmutable (750 soles), con una oposición congresal que lo tiene entre la espada y la pared por el factor Nadine (que en cualquier momento se vuelve a plantear), y de un partido que no tiene capacidad de respuesta porque está en el limbo político.
Bajo estas condiciones es relativamente fácil una victoria del movimiento minero artesanal (que está planteando la renuncia del Alto Comisionado para la Minería Artesanal, Daniel Urresti, el Ministro de Minería, Eleodoro Mayorga, y de Medio Ambiente, Pulgar Vidal, así como la modificatoria del Plan nacional de formalización de la minería artesanal). No obstante, va depender mucho de que la dirección minera haya sacado las lecciones de la derrota pasada, cuando deslindaron de las bases «ilegales» de Madre de Dios (que fue la única que se impuso al final) o de las de Sandia o Carabaya (en Puno). Pero además dependerá también de que tengan una política de alianzas con la ciudad para superar anticuerpos.
Por otro lado, hay que tener cuidado. No se trata de cambiar moco por babas, es decir de cambiar un ministro por otro (como plantean ahora), sino del cambio de un modelo neoliberal, que solo sirve a los intereses de los ricos. Por tanto, es clave, plantear la renuncia del gabinete Cornejo, una nueva Ley de Minería (que desarrolle una minería nacional como solución a la crisis del desempleo). Esto solo se podrá lograr con la unidad a través de un solo Comando de Lucha con una sola estrategia política que haga respetar la fuerza del movimiento social minero.
Ollanta militariza la lucha de los mineros
Ollanta acompaño a los mineros en su lucha contra Alan García. Y en campaña electoral, prometió la formalización a los mineros artesanales para conquistar el voto de más de 300 mil trabajadores (que con sus familias pueden llegar a 1 millón). No obstante, desde que ganó las elecciones, no solo dejo solo a su congresista Amado Romero (come oro), sino que, en un giro lento hacia la derecha, se alineó con la gran minería transnacional. Tanto así que su Ministro de Economía, Miguel Castilla, es un tecnócrata neoliberal ortodoxo (que se opone al aumento del salario mínimo), y su Ministro de Minería, Eleodoro Mayorga, es un consultor y ex funcionario de la gran minería.
Entonces, es el carácter neoliberal del gobierno, el que impuso un plan de formalización burocrático y tramposo que solo ha permitido que de los 300 mil solo 20 mil estén formalizados (según el propio Urresti). Por esta razón, la Central Nacional de Mineros del Perú (CENAMI) llamo a una Marcha de los 4 Suyos hacia el Congreso de la República y Palacio de Gobierno para exigir la modificatoria y ampliación del Plan de formalización (que vence el 19 de abril), la derogatoria del DS 003-2014 (que permite la intervención policial contra la minería ilegal), y la renuncia de Daniel Urresti (Alto Comisionado para la formalización).
Es así como el jueves 20 de marzo las carreteras amanecieron bloqueadas en Chala, Arequipa; Juliaca, Puno; etc. En Lima se han realizado movilizaciones de miles, que han llamado la atención de la prensa conservadora, acusando a los mineros de violentos por enfrentarse a palazos con los policías que resguardaban el Congreso de la República.
Esta beligerancia es la que logró que Ollanta llamara a la delegación de Arequipa para conversar en Palacio (dividiendo a los mineros por regiones). No obstante, ha pasado casi una semana de huelga, y el día de hoy, Ollanta ha llamado a la unidad nacional para enfrentar a los mineros y ha dicho que, «… No vamos a dar más plazos para formalización…». A la misma vez a dado luz verde a las FF.AA. para que intervengan en el conflicto social apoyando a la policía.
Así las cosas, el gobierno está decidido a no dar tregua a los mineros informales. Y es que detrás de Ollanta está la gran minería que en el PÈRUMIN 2013 exigió al presidente desaparecer a los artesanales porque les están quitando sus concesiones mineras ociosas. El problema que tiene Ollanta es que son 300 mil familias que viven de esto.
Por tanto, de dar marcha atrás los mineros tendrán una derrota de la cual será difícil recuperarse (y aquí interviene el personalismo de los dirigentes y sus cálculos electorales). Pero si resisten y pasan a la ofensiva radicalizando sus medidas se podría aperturar una nueva crisis política del gobierno (que está muy débil). Estamos ingresando a una fase política de mayor polarización entre mineros y gobierno, que de intervenir las FF.AA. (http://peru21.pe/actualidad/arequipa-ejercito-llega-chala-paro-mineros-informales-2175752), puede desembocar en una explosión social de masas de pronóstico reservado.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.