Dan Kervick

Artículos

Parte II

«Los ciudadanos estadounidenses poseen una empresa pública muy valiosa: un monopolio sobre la producción de la oferta del dinero nacional. La TMM nos ayuda a ver y a entender ese monopolio. Es cosa nuestra decidir qué se puede hacer con ese monopolio. Y tal vez nuestros amigos en la Eurozona quieran empezar a trabajar por la reconstitución de sus propios monopolios monetarios públicos democráticamente gobernados: así podrían poner esos monopolios al servicio del propósito público y salvar a su continente de los enloquecidos fanáticos de la austeridad que son los europlutócratas.»

Parte I: cuestiones conceptuales

«Si una nación pierde su monopolio público monetario, entonces sus ciudadanos corren el riesgo de una mayor subordinación a centros de concentración de riqueza que escapan totalmente a su control. (…) Ahora mismo vemos cómo está desarrollándose este triste proceso en Europa. Para que un monopolio monetario público sea plenamente eficaz, tanto la autoridad monetaria como la autoridad fiscal han de estar sujetas al control democrático y deberían andar, en uno u otro grado, maridadas, a fin poder actuar de manera racional y coordinada en la solución de los desafíos públicos. La tragedia de la Europa contemporánea es que, buscando colmar la ambición idealista de crear una moneda común y un continente unificado, lo que se ha conseguido es el divorcio, en la Eurozona, entre la autoridad fiscal y la autoridad monetaria última, cediendo así en gran medida el control democrático de su sistema monetario. Eso es un retroceso de la democracia en Europa, y ahora estamos asistiendo a sus secuelas y ramificaciones. Tecnócratas tan poco democráticamente careables como, en cambio, ligados a los amos financieros del continente se sirven de sus privilegiadas posiciones para subordinar a muchos gobiernos electos de Europa a un control externo que no responde ante nadie. Se sirven de un brutal programa de austeridad para imponer este nuevo sistema de disciplina centralizada y no democrática; y su celo en instituir ese nuevo orden es tan grande, que han hundido al continente en un desempleo masivo aún más hondo y en una segunda recesión.»