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La clase dominante y el elenco de gobierno desarrollan una ofensiva de magnitud y alcance nunca visto, se necesita oponerle una acción colectiva de potencia creciente y amplitud sin precedentes.

En el campo periodístico, Rodolfo Walsh es conocido y leído sobre todo en aquellos escritos que, editados al comienzo como artículos, alcanzaron luego formato de libro. En primer lugar el imperecedero «Operación Masacre». Allí de cerca, «¿Quién mató a Rosendo?» , radiografía insuperable del mundo de la burocracia sindical.
Un libro reciente recopila con rigor y fervor charlas y escritos que el periodista y poeta lunfardo Julián Centeya le dedicara a Enrique Santos Discépolo.
Entre fines de 1956 y comienzos de 1957 dos jóvenes veinteañeros emprendieron la averiguación que daría lugar a un libro que llegó a ser comparado con Martín Fierro o Facundo.
Esta nota constituye un adelanto de un artículo más extenso acerca del “negacionismo” de los crímenes de la última dictadura argentina, que está en curso avanzado de preparación y aparecerá completo durante este mes de marzo.
Con algo más de dos meses en el gobierno, el actual presidente ha demostrado que no se ciñe a los parámetros habituales de una gestión gubernativa. Lo que no quita que no sea un mero excéntrico ni un “lobo solitario”, sino un impulsor de intereses y lineamientos político-económicos muy concretos.
El presidente prosigue su ofensiva verbal contra quienes le han formulado reparos o críticas y amonesta a los políticos que flaquean en su adhesión a “las ideas de la libertad”.
El nuevo presidente se ha puesto una y otra vez bajo la advocación de uno de los pensadores más potentes de Argentina en el siglo XIX, al que exhibe como un “padre intelectual”.
A punto de cumplir dos meses al frente del poder ejecutivo, ya se encuentra a la orden del día la reorganización de un gobierno tan flamante como golpeado.