Artículos
Otro crédito del Banco Mundial para educación y la profundización de la reforma, sin debate y solo repitiendo los enunciados que impone el neoliberalismo.
Todo fluye con la intensidad discursiva del eterno retorno, con los dimes y diretes en los medios de comunicación sobre el comienzo de las clases y las luchas docentes por salarios que aseguren ganarle a la inflación y condiciones de trabajo dignas en todo el país.
Un pedido frustrado antes de realizarse; no fueron atendidos porque siguen siendo “los nadies”, corridos de toda visibilidad y territorios, los wichí sólo habitan en la indigencia programada desde hace cientos de años.
El diario La Nación le adjudicó el incendio en el El Hoyo a la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM).
Nada de lo que haga el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es imprevisible, todo está planificado desde mucho antes de conseguir gerenciar la jurisdicción.
La pregunta del título del presente artículo interroga por una finalidad, que desde los comienzos de la llamada reforma educativa se manifestaba en ¿para qué sirve la escuela?
El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires denunció penalmente a 366 familiares responsables de los estudiantes que participaron de las tomas de escuelas, entre fines de septiembre y principios de octubre.
Los anuncios del jefe del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, sobre el recorte del programa social, “Ciudadanía porteña. Con todo derecho”, son una prueba más de sus inescrupulosas políticas.
Otra vez aparece en el escenario la figura del canje de deuda como “remedio” para facilitar la posibilidad de no entrar en lo que llaman el “default”. Pero el remedio, que ya hemos probado, tiene no solo “reacciones adversas” sino “efectos colaterales”.