Juan Torres López

Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga (España).

Página web: www.juantorreslopez.com»

Artículos

Vivimos una crisis sin precedentes. Una emergencia sanitaria ha provocado la caída de la actividad económica más grande del último siglo si se quitan los periodos de guerras. Sea lo que sea que ocurra en los próximos meses, nada será igual cuando se dé por finalizada la pandemia. El mundo habrá cambiado y las consecuencias de lo que ahora estamos viviendo se harán sentir durante décadas.

Una de las principales causas de la crisis de 2008 fue la desnaturalización de la banca que se había venido produciendo desde los años ochenta y noventa: dejó de ser la intermediadora entre el ahorro y la inversión productiva para convertirse ella misma en inversora pero dirigiendo su inversión hacia actividades puramente especulativas, muy a menudo corruptas e incluso criminales, y autoalimentando sin fin ese nuevo tipo de negocio a base de incrementar ilimitada e innecesariamente la deuda en todas las economías.

Durante muchos años (en realidad, desde que se impuso la revolución conservadora de Pinochet, Thatcher y Reagan que trajo consigo las políticas neoliberales) hemos venido oyendo que los sindicatos son muy malos no sólo para las empresa y la economía en general, sino para los propios trabajadores.

Es evidente que para que el consumo de los hogares, la producción, las ventas y la inversión de las empresas o las exportaciones se recuperen del todo es imprescindible que la pandemia no siga extendiéndose y que eso puede ocurrir cuando aparezca un vacuna. Pero me temo que esto último no será suficiente para recuperar la actividad económica si, al mismo tiempo, no se dan otras circunstancias.

Los dirigentes empresariales vienen advirtiendo desde hace meses del peligro de que un nuevo confinamiento produzca una «catástrofe económica» y yo creo que se equivocan.

El líder del Partido Popular y sus eurodiputados llevan varias semanas presionando en Bruselas para tratar de evitar que la Unión Europea conceda a España las ayudas acordadas para combatir la crisis provocada por la pandemia.

El hecho de politizar alguna actividad se suele entender habitualmente como algo negativo. Es lógico, si ese término se utiliza en el sentido estricto que le proporciona la Real Academia Española: dar orientación o contenido político a acciones, pensamientos, etc., que, corrientemente, no lo tienen. En este sentido implica, efectivamente, desnaturalizar aquello que se politiza.

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