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La situación creada entre India y Estados Unidos como consecuencia de haber doblado EE.UU. los aranceles a la India hasta un 50 % por comprar petroleo a Rusia, está reconfigurando la relación entre ambos países y, por extensión, está reordenando los equilibrios geopolíticos en todo Asia.
Este mes de julio está siendo prolífico en encuestas sobre la opinión pública en torno a Estados Unidos y China.
En una intervención contundente durante la última reunión del Consejo del Comercio de Servicios de la Organización Mundial del Comercio (OMC), China ha criticado duramente la política estadounidense de «aranceles recíprocos», señalando que su enfoque se basa en una visión parcial e inexacta del comercio internacional. Estados Unidos promueve una narrativa centrada únicamente en la balanza comercial de bienes, ignorando deliberadamente el peso creciente del comercio de servicios y otros componentes clave de la balanza de pagos.
En un mundo que oscila entre el colapso ecológico y la desigualdad galopante, la pregunta ya no es si el sistema actual funciona, sino para quién funciona. Mientras el capitalismo salvaje ha producido riqueza sin precedentes, también ha dejado una estela de exclusión, precariedad y crisis recurrentes. Frente a este modelo voraz, el socialismo de mercado aparece como una alternativa pragmática: una economía dinámica y orientada al bien común.
En el primer trimestre de 2025, la economía de Estados Unidos muestra signos de estancamiento, con una contracción del PIB de un 0,3%. Mientras tanto, China sigue ampliando su ventaja con un crecimiento del 5,4%. Esta divergencia económica no es casual: es el reflejo del éxito de la revolución económica y tecnológica impulsada por China, que ha fortalecido su mercado interno, modernizado su industria y acelerado su autonomía en sectores estratégicos.