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El modelo extractivo es mucho más que una política económica. En el libro «No secarán la tierra», de la editorial Grito Manso, Raúl Zibechi afirma que la explotación de la naturaleza es reflejo de un modo de pensar y actuar que domina mentes, cuerpos y sociedades. Las diferencias con las luchas obreras del siglo XX y los actuales espacios que construyen alternativas.
En algún momento deberíamos comprender que la crítica no es solo éticamente defendible, sino políticamente decisiva para forjar las fuerzas del cambio. No se consigue avanzar en esa dirección eludiendo debates.
Tiempo atrás, Mónica Baltodano comentaba que la represión de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo es aún peor que la de Anastasio Somoza, contra quien se levantaron en armas los sandinistas.
«Luchas territoriales por las autonomías indígenas en Abya Yala», es el título del reciente libro que comparte los diálogos entre representantes de pueblos indígenas y organizaciones sociales con intelectuales e investigadores/as de América Latina. Coordinado por Luciana García Guerreiro y Fátima Monasterio Mercado, el prólogo es de Raúl Zibechi.
Es en los momentos más difíciles y complejos cuando se pone a prueba la ética. Cuando guiarse por lo correcto, y no por lo que conviene, es una cuesta arriba tan necesario como agotador que, además, no rinde en los medios.
Durante mucho tiempo una parte de los marxistas aseguraron que el capitalismo tiene límites estructurales y económicos, fincados en leyes que harían inevitable su (auto) destrucción.
Sobre la guerra de información y la concentración monopólica de los grandes medios es necesario detenernos a debatir
Propongo pensar la Travesía por la Vida que organiza el EZLN como la superación del movimiento antiglobalización que despegó en la década de 1990, recuperando las tradiciones de movilización internacionalista, pero, a su vez, superando algunas de las limitaciones que permitieron que fuera neutralizado.