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Carlos Andrés Pérez en una funeraria de Miami

Fuentes: Rebelión

Bochornosamente, en una funeraria de Miami, yacen congelados, desde hace más de un mes, los restos mortales de una figura controversial de la política venezolana. El cuerpo del dos veces presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, espera en ese local funerario por recibir cristiana sepultura. Su esposa, de la que nunca se llegó a divorciar, […]

Bochornosamente, en una funeraria de Miami, yacen congelados, desde hace más de un mes, los restos mortales de una figura controversial de la política venezolana. El cuerpo del dos veces presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, espera en ese local funerario por recibir cristiana sepultura. Su esposa, de la que nunca se llegó a divorciar, Blanca Rodríguez y sus dos hijas, reclaman el derecho de enterrarlo en Venezuela; su amante, con la que nunca se llegó a casar, Cecilia Matos, y las dos hijas de esa relación, quieren hacerlo en esta ciudad, lejos de su tierra natal. Carlos Andrés nada tuvo que ver con Miami. Estaba aquí de paso. Sí tuvo mucho que ver con Venezuela y los venezolanos. Fue el hombre que, en dos ocasiones, eligieron presidente.

Nadie se merece estar insepulto por tanto tiempo, pero las familias, tanto la de aquí, como la de allá, han establecido una disputa legal, que ahora se anuncia no se decidirá hasta finales de marzo, cuando se lleve a cabo el juicio. Ambas familias pudieron llegar a un acuerdo privado, incluso ahora, cuando se realizó una audiencia en las cortes. Pero ambas se empecinaron en mantener su posición y el resultado ha sido que el cadáver va a seguir congelado hasta que haya un veredicto final.

Aunque conocía bastante del ex presidente, en 1990, en una reunión económica de alto nivel a la cual asistí como invitado en el Centro Carter de Atlanta, le mandé una nota a Pérez, quien asistía como exponente, para que me concediera una audiencia. No lo hizo en esa ocasión, pero sí me mandó a la ministra de la presidencia, Beatriz Rangel, para que indagara para qué lo quería ver. Dos meses después me recibió en el palacio de Miraflores, en donde estuvimos hablando largo rato.

Fue muy sencillo y amable conmigo y con la otra persona que me acompañaba. Me sorprendió bastante que no me hablara nada malo de la Revolución cubana y que hasta fuera bastante generoso sobre sus opiniones sobre el líder cubano, Fidel Castro.

Carlos Andrés había asumido la presidencia de su país por primera vez en 1974, en medio de una bonanza petrolera como nunca se había conocido en aquel país. De $2 el barril de petróleo en 1970, llegó a subir a $14 cuando tomaba posesión de su cargo. Aquella nación se volvió verdaderamente loca. Los vuelos a Miami venían cargados de venezolanos que compraban todo lo que se le ponía por delante. Los petrodólares llegaron a bautizar al país como la Venezuela Saudita. «Está barato, dame dos» fue una frase que por aquel tiempo se hizo famosa en Miami, por el continuado uso que de la misma hacían los venezolanos. El derroche no tenía límite, y por supuesto, mientras algunos ganaban más y más, otros menos favorecidos se hundían en la miseria. La diferencia entre los que tenían acceso a esa riqueza y los que estaban marginados de la misma se hizo abismal.

El gobierno, por su parte, en vez de emplear aquellos grandes recursos que le entraban al país para desarrollarlo, lo que hizo fue saquearlo. Miles de millones de dólares salían de Venezuela para ser depositados en las cuentas privadas de funcionarios públicos corruptos que, bajo el amparo de Carlos Andrés, se enriquecían a diestra y siniestra. Al tener la mayoría legislativa, gobernaba por decreto y fue tanto el grado de corrupción, que hasta su mentor, Rómulo Betancourt, lo llegó a denunciar en el seno de su partido.

Así y todo, volvió a ser electo presidente 11 años después en 1989, para que, pocos años más tarde, en mayo de 1993, fuera destituido también por cargos de corrupción y malversación de fondos públicos.

Carlos Andrés fue un presidente corrupto y malversador, pero un ser humano y como tal no se merece que lo tengan guardado en una funeraria en espera de la decisión de una corte. El gobierno del presidente Hugo Chávez ha prometido todas las garantías para que sus restos sean llevados a su país. El cónsul venezolano en Miami dijo que en sólo minutos podrían estar todos los papeles legales listos para el traslado del cadáver. Pero Miami es Miami y hasta los muertos se politizan en esta ciudad. Por lo tanto, la familia de acá se niega al traslado del cuerpo, porque afirma que la voluntad de él era no volver a Venezuela mientras Chávez fuera presidente de aquel país. A pesar de que las leyes de La Florida dicen bien claramente que si no hay nada por escrito, la voluntad de la esposa legal es la que rige, en este caso, hasta ahora, no ha sido así. Habrá que esperar al juicio para ver qué pasa.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.