Traducido por Lydia Neri para Rebelión.
Traducido por Lydia Neri para Rebelión.
A pesar de haber perdido en las elecciones de Estados Unidos, el trumpismo llegó para quedarse. Por segunda vez, la mayoría de los votantes repudió al millonario derechista, pero los votos a su favor crecieron en más de 6 millones. El fenómeno ha supuesto una revolución dentro del Partido Republicano y condicionará la política estadounidense de las próximas décadas.
Gane o no la presidencia Biden, su contrincante ha cambiado la política estadounidense para siempre. El Partido Demócrata, en su dormitar elitista, ha ignorado todos los síntomas de erupción desde hace años.
Biden y los demócratas casi pierden las elecciones, algo impensable dado el repudio generalizado hacia Trump. Para comenzar a entender las razones de esto, debemos mirar más allá del relato dominante según el cual Estados Unidos es un país racista y su única esperanza de salvación es el extremo centro. Debemos echarle la culpa al Partido Demócrata.
El escenario electoral estadounidense, mostró la extrema polarización que vive Estados Unidos, que aún no define el ganador entre el actual presidente, el republicano Donald Trump, y el candidato opositor Joe Biden del Partido Demócrata ante la necesidad de contar millones de votos emitidos por correo y que pueden cambiar el giro de esta contienda.
Aunque al cierre de esta nota se siguen contando los votos, ya es altamente probable que Biden tenga en la bolsa estados clave como Arizona, Michigan, Wisconsin y Nevada.
En las elecciones norteamericanas ha sucedido lo previsible, no lo que nos contaron que iba a suceder.
La táctica del Pentágono y la OTAN ha sido ignorar a su comandante-presidente: no ha cumplido con sus órdenes de retirar a los soldados de Siria, Iraq, Afganistán, entre otros países ocupados; es más, los generales de EE.UU. han barajado un golpe de Estado para derrocarle.
La organización política iroquesa ha sido llamada “la primera democracia de América” y “la base de la Constitución de los Estados Unidos”.
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