El asunto podría parecer apasionante: el primer ministro británico, Boris Johnson, presentó su dimisión a principios de julio, después de que su gobierno estuviera a punto de derrumbarse. Al parecer, Johnson se vio finalmente obligado a renunciar debido, entre otras cosas, el escándalo del «partygate», en referencia a sus frecuentes incumplimientos de las restricciones sanitarias decididas por su propio gobierno.