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El cerco a Venezuela…

Fuentes: Rebelión

«Los dos estamos muy preocupados por nuestra vecina Venezuela», dijo Juan Manuel Santos poco antes de iniciar un infamante encuentro con Donald Trump. Poco después, habló sobre el Plan Colombia y se mostró orgulloso de colaborar en la aplicación de la política de Estados Unidos hacia Centroamérica. ¡Asquerosa manifestación de servilismo! El pasado día 18, […]

«Los dos estamos muy preocupados por nuestra vecina Venezuela», dijo Juan Manuel Santos poco antes de iniciar un infamante encuentro con Donald Trump. Poco después, habló sobre el Plan Colombia y se mostró orgulloso de colaborar en la aplicación de la política de Estados Unidos hacia Centroamérica. ¡Asquerosa manifestación de servilismo!

El pasado día 18, Donald Trump, además de humillar a Juan Manuel Santos (lo presentó como vacilante y le recordó que debe obedecer), enunció las líneas para la reunión de cancilleres de la Organización de Estados Americanos, OEA, que tendrá lugar en la sede de ese organismo el miércoles próximo.

«Haremos lo que sea necesario, trabajaremos con otros para hacer lo que sea necesario para ayudar a arreglar eso», dijo Trump, y calificó la situación de Venezuela como «desgracia para la humanidad».

Utilizó el verbo en tiempo futuro para evitar que el presente continuo lo llevara a referirse al quehacer imperialista.

El imperialismo está creando las condiciones para saquear a Venezuela. Utiliza el libreto que llevó a escena en Siria y en Libia, para decidir contra Venezuela la forma de intervención que entienda conveniente: una invasión grotesca y descaradamente unilateral o una intervención disfrazada de acción humanitaria con la cobija de la OEA y de otros organismos y con el disfraz de acción multilateral.

La derecha en «santa alianza»…

La OEA manifiesta preocupación por el destino de la democracia en Venezuela, pero nada ha dicho sobre las acciones de la derecha. La quema de personas y los ataques a hospitales y a albergues infantiles, no se convierten en escándalo porque son acciones perpetradas por encargo de los sectores poderosos.

No serían condenados por los medios de comunicación bajo su control… ¡Y a eso le llaman democracia!

El presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, quien dirige el grupo más radicalmente derechista del partido Primero Justicia, promueve la intervención y la injerencia imperialista. Se reunió con el jefe del Comando Sur, Kurt Tidd, y colabora con los grupos violentos.

Es uno de los títeres, y en ese sentido mueven sus hilos sus titiriteros.

Borges se prepara para participar en una reunión en el seno de la Eurocámara, invitado por miembros de los partidos de derecha más desacreditados.

La iniciativa parte de conservadores consumados como el español Esteban González Pons, miembro del Partido Popular (el PP con cientos de miembros imputados por corrupción), y el italiano Antonio Tajani, quien fue vocero del gobierno encabezado por el también imputado Silvio Berlusconi. ¿Habrá más abominable muestra de retorcimiento?

La reunión en el Parlamento Europeo sustituye a la que se realizaría la semana pasada en Brasil, suspendida debido a las manifestaciones de descontento contra el ilegítimo gobierno encabezado por Michel Temer.

La derecha europea colabora con el cerco contra el gobierno de Venezuela para asegurar su inclusión en la repartición del botín si llega a consumarse la agresión directa.

No solo en Latinoamérica hay lacayos y socios menores que hablan o callan respondiendo a órdenes impartidas desde el Norte.

Como la Eurocámara, La OEA no se refiere a lo que ocurre en Brasil, y ha ignorado las decenas de asesinatos de dirigentes sociales en Colombia y el incesante derramamiento de sangre en México.

Es indignante esta realidad, pero no sorprende. Los derechistas de la Eurocámara no apoyan a los pueblos sino a la derecha, que es el sector al cual responden los gobiernos entreguistas de América Latina.

Esos gobiernos, si se prestan a condenar a Venezuela en el seno de la OEA, se ilegitimarán ante los pueblos.

Estados Unidos ha impuesto sanciones unilaterales y busca aparente consenso para mantenerlas y para presentarlas como medidas tomadas «en defensa de la democracia y de la libertad».

La derecha de Venezuela es solo el instrumento para la acción injerencista. Ha cumplido la misión de crear el desabastecimiento y sembrar la violencia, y espera recompensa.

Los medios de comunicación siguen desempeñando su papel: crean epítetos, acogen a los voceros de los grupos violentos y presentan como justa rebeldía toda acción contra el avance político.

El disfraz, sin embargo, no siempre alcanza para encubrir la abyección.

Una nota anecdótica lo pone de manifiesto: cuando en la rueda de prensa conjunta Juan Manuel Santos quiso diferenciarse de Donald Trump y dijo: «nosotros no construimos muros», Trump intervino diciendo al periodista: «Esa ha sido una larga y muy diplomática respuesta a su pregunta. Los muros funcionan, pregunten a Israel, funciona, créanme y no tenemos alternativa». ¿Acaso no es una descarada proclama para reafirmar que el Norte impone sus ideas?

Es la línea maestra para todo el coro, incluyendo a la cúpula eclesiástica de Venezuela, que se opone a la Constituyente, suscribe los planteamientos de la derecha y predica en contra de la gobernabilidad.

Por instrucciones de Estados Unidos, la derecha se cobija en la OEA y se empeña en debilitar auténticos mecanismos de integración como la CELAC y el ALBA-TCP.

La resistencia del pueblo venezolano ha impedido completar el cerco y, por supuesto, consumar el golpe y ejecutar la intervención… La derecha fascista, criminal y entreguista, actúa con este sucio propósito y es preciso derrotarla… Lo hará la fuerza de los pueblos… Es momento de definición… Sin duda.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.