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Perú

Elecciones atípicas y estallidos sociales

Fuentes: Rebelión

El cierre del Congreso de la República, por parte del Ejecutivo, sorprendió a tirios y troyanos. Y más al fujiaprismo, que pretendía vacar al mandatario Vizcarra. Y es así como nos encontramos ahora en un escenario de adelanto de elecciones, con viejas y nuevas reglas de juego (franja publicitaria estatal que no permitirá conocer bien […]

El cierre del Congreso de la República, por parte del Ejecutivo, sorprendió a tirios y troyanos. Y más al fujiaprismo, que pretendía vacar al mandatario Vizcarra. Y es así como nos encontramos ahora en un escenario de adelanto de elecciones, con viejas y nuevas reglas de juego (franja publicitaria estatal que no permitirá conocer bien a los candidatos), donde la campaña electoral en sí misma, pareciera pasar desapercibida para el ciudadano común y corriente, ya que las mismas son convocadas para complementar el período de los congresistas destituidos. En este sentido son elecciones atípicas.

Y en efecto, a un mes de las elecciones del 26 de enero, según varias empresas encuestadoras, más del 50% de la población electoral no sabe todavía por quien votar, el voto nulo alcanza al 22% (con tendencia a subir) mientras que solo el 16% dice estar seguro de su voto. «Ni reír, ni llorar, comprender», diría el filósofo Baruch Spinoza. Y es que esta contienda política se da en un contexto donde, por un lado, lxs ciudadanxs están más preocupados por las fiestas de fin de año, y por otro, por el odio o indiferencia del poblador con lxs políticxs (siendo este un síntoma profundo en los sectores más pobres), donde por regla general, una buena parte de los electores recién deciden su voto entre el debate electoral final y la última semana previa a la elección.

A estos factores habría que agregar que estas encuestas podrían reflejar una tendencia a la recomposición del régimen político, así como un recordatorio de «marca» tanto por las recientes elecciones locales (donde AP salió ganador), como por la confrontación mediática contra el fujiaprismo acaparando titulares de prensa todos los días.

No obstante, a la misma vez, hay algunas estadísticas que son interesantes para el análisis, partiendo de que las encuestadoras responden a un status quo y que las mismas son «fotos» de un momento determinado, donde lo más importante es la valoración de las tendencias de la opinión pública.

En este marco, es comprensible que la derecha (y centro derecha), siga manteniendo la hegemonía política nacional ya que el Cierre del Congreso, no se produjo por una rebelión popular, sino por la iniciativa estratégica que sigue teniendo el populismo liberal en el poder. La clausura del Parlamento por las masas sublevadas podría haber generado una «sacudida» del pensamiento conservador de lxs trabajadorxs peruanxs. Ejemplos de esto lo tenemos, en otro nivel, en el Argentinazo que aupó al poder al Kirchnerismo o en el Bolivianazo que coadyuvó el ascenso del indígena Evo Morales a Palacio Quemado. En Perú, en cambio, fue la policía la que clausuró el Congreso por órdenes del bonapartista Vizcarra, acentuando el pensamiento conservador en lxs electores.

Así las cosas, las diversas denuncias como la de los peajes contra el alcalde Jorge Muñoz, pareciera no hacerle mella a los partidarios de la lampa que figuran en el primer lugar de las preferencias electorales con un 10.1%, mientras que Fuerza Popular (FP), Alianza para el Progreso (APP), el Partido Morado (PM), el Partido Aprista Peruano (PAP), y Somos Perú (SP) bordean el 6.8%, 4,3%, 4.1%, 3.2% y el 2.7%, respectivamente (Encuesta IEP, La República, 15/12/19).

Y si bien es verdad, la encuestadora IPSOS, ubica a AP, FP, PM y APP, entre los primeros cuatro preferidos, pues, es interesante observar cómo Vamos Perú (VP), el Partido Popular Cristiano (PPC), y el APRA, aparecen con el 2% de intención de voto, en el séptimo, octavo y noveno lugar. Atrás, con el 1%, se encuentran el FREPAP, Avanza País (AP), Democracia Directa (DD), Perú Podemos (PP), Juntos por el Perú (JP), Unión por el Perú (UPP), Perú Patria Segura (S), y Perú Libre (PL). Talvez estas diferencias se deban a que mientras que IEP realizó su encuesta hasta el 19 de diciembre, la de IPSOS, es del 11-13 de diciembre, una semana antes.

Sin embargo, algo a destacar de ambas empresas encuestadoras, a pesar del carga montón del establishment contra la izquierda por no postular unida, es la ubicación expectante que le dan al centroizquierdista Frente Amplio (FA).

Mientras que IPSOS le da un 3%, IEP le da un 2.1%, algo comprensible dentro del marco del error técnico. Es obvio que la unidad de toda la izquierda pudo haber tenido un mayor impacto emocional en la población (como sucedió en su momento con Izquierda Unida), lo que difícilmente podríamos decir de la derecha que va dividida en 18 partidos políticos, sin embargo, pareciera que las amargas experiencias del FA con Verónica, la división de la bancada congresal, escándalos de corrupción apuntando a Jehude Simons, una «flor» como marca posicionada y un cuadro mediático como «Chaparrón», empujaron al FA, a promocionar sus propios cuadros políticos y a desarrollar una estrategia de alianzas con líderes de los movimientos sociales e intelectuales como de la Federación Minera, maestros radicalizados, Magno Ortega, Rocío Silva Santiesteban, Arlette Contreras (Ni una Menos) o Farid Matuk.

Es también de destacar que, según IPSOS, los sectores A y B, sean los que más respaldan a AP, con el 28% y 14% respectivamente, mientras que los sectores C y E se inclinan por el fujimorismo con el 8% y 13% también respectivamente, que podría expresar -en este último caso- su voto duro y el sector más atrasado políticamente. En el sector E solo se ve con tendencia a subir a APP, Morados y el FA. Y en este sector es probable que el antaurismo también de una sorpresa.

En definitiva, hay «miradas» para todos los gustos, pero con un factor particular para analizar ya que de elegirse a varios candidatos fujimoristas que van «camuflados» en varias listas, pues, la crisis podría volver a salir a la superficie generando estallidos sociales ya que el cierre del parlamento por parte de Vizcarra, respondía a descomprimir la ira popular, que, en su momento también rechazaba el co-gobierno congresal con el fujiaprismo y/o escándalos de corrupción de varios partidos que hoy lideran las encuestas como AP, APP, SN, etc.

Otro factor como expresión de la propia crisis política es el hecho que hasta la derecha se haya visto obligada a levantar propuestas populistas como la eliminación de los privilegios de los congresistas incluyendo hasta los Iphones, bonos, pasajes aéreos, etc. Todo con el fin de evitar una rebelión popular y afirmar la tendencia a la recomposición del état politique bourgeois.

Finalmente, hay que señalar que la guerra política electoral se desarrolla en un clima enrarecido, de tendencias a la reacción (golpe de Estado en Bolivia) así como de tendencias a la rebelión popular (Haití, Puerto Rico, Ecuador, Chile, Colombia), polarizante (con la cuestión de la Constituyente), de liberación de keiko, de denuncias de corrupción contra el gobierno vizcarrista, de protestas de nuevos movimientos sociales como las de Secundaria combativa y los colectiveros; y de una crisis económica que tiene a la caída del crecimiento del PBI hasta el 2% como un efecto central de la crisis mundial, que en otros países ha producido estallidos sociales históricos (Piñera fue electo con el 2017 con el 54,48% de los votos y hoy solo tiene el respaldo del 4% de la población).

César Zelada. Director de la revista La Abeja (Teoría, análisis y debate).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.