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Fidel, Marulanda y la juventud

Fuentes: Rebelión

Son sólo casualidades pero que sin duda pueden tener una mayor relación si como jóvenes tenemos el ímpetu y los sueños de un mundo mejor. El pasado doce y trece de agosto parecieran dos días más en el calendario, pero esas fechas llevan consigo una enorme carga social, un bagaje histórico que si no lo […]

Son sólo casualidades pero que sin duda pueden tener una mayor relación si como jóvenes tenemos el ímpetu y los sueños de un mundo mejor. El pasado doce y trece de agosto parecieran dos días más en el calendario, pero esas fechas llevan consigo una enorme carga social, un bagaje histórico que si no lo tocamos, sería difícil entender nuestra realidad como país y como latinoamericanos.

El trece de agosto de hace noventa años, en Birán, Antigua provincia de Oriente, actualmente Holguín, nació Fidel Alejandro Castro Ruz, un personaje de Nuestra América conocido mundialmente; muchos lo relacionan en un aspecto negativo, esto como resultado de las políticas de denostación que han implementado por más de medio siglo el gobierno norteamericano y la derecha cubana radicada en Miami, otros lo vemos ya como una leyenda viva, un hombre que junto al pueblo cubano se enfrentó y sigue enfrentándose a la mayor potencia que ha conocido la humanidad, los Estados Unidos de América, buscando la plena independencia de su patria y combatiendo las miserias materiales en que estaba subsumido Cuba, como país neocolonial hasta antes de la revolución.

Fidel siempre ha sido un hombre que ha empujado los procesos sociales hacia condiciones cada vez más favorables para la humanidad, desde su ingreso a la universidad, como estudiante de derecho participó en la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), desde donde organizó protestas contra el gobierno de Fulgencio Batista, y protestas internacionalistas en contra del dictador dominicano Rafael Trujillo. En 1948 participó como delegado de la FEU en la IX Conferencia Interamericana, efectuada en Bogotá, Colombia, donde conoció a Jorge Eliecer Gaytan, líder del Partido Liberal y candidato presidencial colombiano, quien dos días después de haber sostenido una reunión con Fidel fue asesinado, Fidel varios años después resume lo acaecido: «No es de extrañar, pues, que la oligarquía colombiana, en medio de una ola de sangre, fraguara el asesinato de aquel formidable adversario al que realmente temían».

Minutos después del asesinato del hombre temido por la oligarquía, el coraje y la indignación del pueblo se manifestó en protestas masivas, en insurrección popular contra el gobierno, la respuesta de éste, la represión, un acontecimiento que la historia recoge con el nombre de «Bogotazo».

Después del Bogotazo, la represión hacia miembros del Partido Liberal se acrecentó, la ola de sangre y violencia tuvo como respuesta la organización armada del pueblo, un líder campesino, «Tirofijo», fue el hombre que encabezó los grupos de autodefensas que repelían las agresiones de los terratenientes. Tirofijo fue el sobrenombre que por su buena puntería tenía Pedro Antonio Marín. Y Marín, quien después adoptó el nombre de Manuel Marulanda Vélez en honor a un líder sindical y comunista asesinado en 1951 en Bogotá.

Pedro Antonio Marín nació el 13 de mayo de 1930 en Génova, departamento de Quindió, Colombia, hijo de padres campesinos y simpatizantes del Partido Liberal, su vida la entregó a una causa, la lucha armada como única opción permitida en la búsqueda de justicia social. Tirofijo o Manuel Marulanda como es más conocido, organizó a campesinos y formó guerrillas para hacer frente al ejército y a terratenientes, la historia recoge que con sólo 48 combatientes pudo burlar el cerco militar y formar en 1964 las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), una guerrilla en activo que tiene como ideales políticos la liberación plena de Colombia respecto al imperialismo y la construcción de una patria socialista, como proyecto socioeconómico que borre las miserias materiales de las condiciones en Colombia.

El 12 de agosto, además de ser el aniversario de Marulanda, es también el Día Internacional de la Juventud, la Organización de las Naciones Unidas resolvió en 1999 que éste día fuera un día para organizar actividades de información, de participación política, social y de conmemoración hacia las juventudes por un pleno desarrollo tanto material como espiritual. El día de la juventud en México es un día que pasa inadvertido, a lo mucho los poderes públicos organizan premiaciones de logros individuales de jóvenes en uno u otro sector de nuestra sociedad, se enfatiza el esfuerzo personal hacia proyecciones de corto alcance social, por lo general trabajos o proyectos en Asociaciones Civiles.

La juventud, como toda generación nueva, más allá de sus logros individuales tiene inquietudes y proyectos que engloban a toda nuestra sociedad, la preocupación y la incertidumbre a futuro se ve reflejada en el constante cuestionamiento de la actual forma de administrar el gobierno y el Estado, a ésta juventud masiva y trascendental es a la que se debe escuchar en el Día Internacional de la Juventud.

Dos fechas con tres insoslayables presencias hacen necesario el pensarnos como juventud creadora, crítica, con historia y con mucho futuro. Fidel y Marulanda en sus tiempos y en sus condiciones optaron por una vía que les imponía la oligarquía en sus respectivos países; en México nuestra juventud hoy día tiene condiciones políticas diferentes, sólo necesitamos la organización y la correcta dirección para crearnos un mundo sin incertidumbre, ya lo decía Fidel «las transformaciones ahora tienen que ser por la vía de la conciencia de las masas«, ahí el papel trascendental de nuestra juventud.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.