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El Salvador

Francisco Flores, un cachorro del Imperio en la celda

Fuentes: Rebelión

Fue en noviembre del año 2000 en Panamá, bajo la presidencia de Mireya Moscoso que tuvo lugar la X Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Eran todavía tiempos en los cuales la mayor parte de los presidentes de los países de América Latina eran siervos fieles del Imperio estadounidense. En medio de […]

Fue en noviembre del año 2000 en Panamá, bajo la presidencia de Mireya Moscoso que tuvo lugar la X Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Eran todavía tiempos en los cuales la mayor parte de los presidentes de los países de América Latina eran siervos fieles del Imperio estadounidense. En medio de ese contexto -y desde 1959- Cuba se mantenía libre, independiente y soberana. Su presencia en las Cumbres era la del «patito feo» o del «aguafiestas». Aunque el Imperio intentó de muchas formas aislar a la Isla, sin embargo la relación de Cuba con los pueblos de América Latina y el mundo siempre fue estrecha; no importaba lo que dijeran o hicieran sus gobernantes, lo que interesaba era el despertar de los pueblos inspirados en el proceso revolucionario cubano. El grito convertido en proyecto era: ¡si Cuba pudo nosotros también podemos!

Es historia conocida que en aquellos años varios presidentes de países latinoamericanos para congraciarse con el amo del norte debían asumir actitudes hostiles contra el gobierno cubano. La difamación y la mentira engalanaban sus poses; a más calumnia, más dólares. Todos esos personajes de conductas rastreras y miserables hoy forman parte de tristes recuerdo en el basurero de la historia.

Fue ahí en Panamá -previo al inicio de la Cumbre- que el Comandante Fidel Castro, en el hotel Caesar Park denunció en conferencia de prensa la existencia de un plan dirigido por Luis Posada Carriles para atentar contra la vida del presidente cubano y su delegación. Gracias a la Dirección de Inteligencia de Cuba se pudo descubrir e impedir el criminal plan (capturando a los terroristas), de lo contrario, hoy todavía estuviéramos lamentando los hechos. La incapacidad y/o complicidad del gobierno de Mireya Moscoso quedó en entredicho.

Corrían los años noventa y el pueblo cubano enfrentaba titánicamente el llamado Periodo Especial. En esas condiciones el Imperio creía que la Revolución tenía los días contados. Para desestimular el turismo y crear descontento y pavor en la población cubana, los grupos terroristas de Miami aceleraban sus acciones contra Cuba (población, instalaciones y dirigentes). El monstruo del terrorismo latinoamericano Posada Carriles se conducía a sus anchas en El Salvador; salía y entraba del país a vista y paciencia de las autoridades. Y desde ahí operaba enviando terroristas a Cuba. Aunque el prontuario criminal de Posada Carriles era de conocimiento internacional y el gobierno de Cuba le había informado al gobierno salvadoreño detalles de sus movimientos y dónde vivía, éste seguía actuando sin que las autoridades lo detuvieran. En ese entonces (1999), Francisco Flores miembro del ultraderechista partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) cuna de los escuadrones de la muerte, acababa de asumir la presidencia.

En la resolución final de la Cumbre el presidente Francisco Flores apoyado por el gobierno de España pretendía aprobar una propuesta donde se condenaba exclusivamente el terrorismo de ETA. Cuba se opuso porque dejaba por fuera otros tipos de terrorismo como el que comete Israel contra Palestina y el terrorismo de Estado ejercido por el gobierno de los Estado Unidos contra Cuba.

Luego de algunos altercados, el Comandante señaló que los planes terroristas contra él y contra la delegación cubana no solamente provenían de Miami, sino también desde suelo salvadoreño, donde radicaba Posada Carriles y cuyas autoridades tenían conocimiento. La reacción del cachorro amamantado por el Imperio no se hizo esperar, y tratando de evadir su complicidad, trató de presentarse como hombre probo, intachable y de manos limpias, y acusó a Fidel de haber apoyado a la guerrilla salvadoreña. Hecho que Fidel nunca negó, sino más bien dijo no sentirse arrepentido. Francisco Flores creía que había descubierto el «agua tibia»; no sabía que esa era una característica de la naturaleza de la Revolución Cubana: el internacionalismo solidario por la liberación de otros pueblos del mundo. Lo que en realidad Francisco Flores había descubierto ese día, era su propia ignorancia.

Gracias a su necedad, «valentía» y desvergüenza en la Cumbre, el cachorrito del Imperio fue condecorado por la mafia miamense. Esta vez, el nene había sido atrevido, porque balbuceo incoherencias delante del Comandante. La historia que vino después es conocida; confabulaciones entre Mireya Moscoso, Francisco Flores y la mafia miamense, particularmente la Fundación Nacional Cubano Americana, para que hoy el criminal Posada Carriles se pasee libre en las calles de Miami.

Francisco Flores al igual que Álvaro Uribe, es el tipo de ídolos que construye y adora el llamado «exilio» cubano. Esas son las figurillas que apoyan, usan y cuando ya no les sirve las desechan. Hoy la estatuilla «Paco» Flores está recluida en una celda de la División Antinarcóticos (DAN) de la Policía Nacional Civil (PNC) en El Salvador. La Fiscalía lo acusó de desviar al menos $15 millones a sus cuentas o de terceros. El dinero procedía de donaciones del gobierno de Taiwán para obras sociales, en el periodo que él era presidente. La acusación formal es por tres delitos: peculado, enriquecimiento ilícito y desobediencia de particulares. De ser hallado culpable pagaría una pena aproximada de 23 años (10 años por delito de peculado; 10 años por enriquecimiento ilícito y 3 años por desobediencia de particulares).

Para entender mejor el comportamiento de Francisco Flores, hay que indicar que éste no solamente era un mimado de la mafia de Miami, sino también de George W. Bush y de José María Aznar. Además fue el primer presidente en reconocer el gobierno golpista de «Carmona el breve», en abril de 2002 en Venezuela. Es el mismo que envió tropas salvadoreñas a Irak, en apoyo a Washington.

Ese es el «exilio» cubano, que cada vez que escoge un líder, resulta ser un delincuente, lavador de dinero y ladrón, y que al final termina en la cárcel. Después de lo sucedido en Panamá la mafia de Miami no sabía dónde construirle una estatua por faltarle el respeto a Fidel y faltar a la verdad.

¿Qué dicen ahora sus amigos de la Fundación Nacional Cubano Americana? ¿Qué dice al respecto el asesino Posada Carriles? ¿Qué opina su amiga Mireya Moscoso? ¿Por qué no salen en su defensa?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.